La fría Pamplona sigue acogiendo actuaciones del Festival Santaspascuas, uno de esos milagros culturales de este final de año, y lo continúa haciendo con una gran respuesta de público y unas actuaciones que se asoman al sobresaliente. En esta ocasión, para despedir este 2020, Los Estanques, un cuarteto de cántabros afincados en Madrid, nos regalaron una tarde de pop melódico, psicodelia acompasada y una sintonía instrumental que sirvió de perfecto aperitivo navideño para despedir la añada musical.
Enfrentados a un público sentado, oculto tras sus mascarillas, y con todas las medidas de seguridad, Los Estanques iniciaron su espectáculo con la estrambótica suavidad de “Opium/Siento complacido”, una cara B de sus inicios, antes de dar paso a “Partiré hacia el sol”, donde muestran esa compenetración instrumental que tan bien sostiene a la voz de Iñigo Bregel, una suerte de genuino cantautor clásico refugiado en el cuerpo de un carismático rockero.
“Percal”, una de esas composiciones ácidas de aire sixtie sirvió para ir dando forma a un show que fue de menos a más gracias a canciones como “No hay vuelta atrás”, que como bien apuntó el propio Javier Escorzo que ilustra esta crónica, recuerda, seguramente sin pretenderlo, “a los Lori Meyers de los inicios”. “Nací santo”, otra de las canciones de su reciente ‘IV’, sirvió de antesala para uno de sus mayores éxitos, “Clamando al error”, contagiosa, desestructurada y de múltiples estribillos de la que ya se podría decir que es seña de identidad de su música.
Para entonces, ni siquiera un breve problema en los teclados de Bregel, había logrado empañar un comienzo ascendente que tuvo su punto de inflexión en la psicodelia y las guitarras incisivas de temas como “Black Sabbath”, “Hard rock” o la más reciente y macarra “¡Joder!”, que demostraron la multitud de registros que dominan y que los convierte en una banda con un legado musical reivindicativo y de espíritu inclasificable.
“Flor de limón”, “Juan El Largo” y “La aguja”, tres temas de su último trabajo, sonaron en conjunto para dar a conocer las virtudes de una música que homenajea a diferentes géneros del pop-rock español contemporáneo, pero a la vez los reconvierte, adapta y modula de forma imprevisible poniendo en valor sus mejores cualidades. Es el caso de “Efeméride”, un tema de costumbrismo escapista y sonido clásico, que en directo resulta adictivo y hasta llega a hacerse breve. “La loa que añoré”, con sus instrumentos al más puro estilo jam session, situó el marco para una trilogía de canciones (“Emilio El Busagre”, “Rosario” y “Mr. Clack”), en las que Bergel se luce al piano acompañado de un registro vocal versátil a la vez que inteligible, algo que debieron agradecer los recién llegados.
Para el final dejaron el tema menos identificativo de su trayectoria, pero el que probablemente les haya acercado más al público curioso, “Soy español pero tengo un kebab”. Una canción en la que el guitarrista Germán Herrero toma el testigo vocal para regalarnos un desenfreno rock de tintes árabes mientras relata el menú propio de un trasnochador. Ya en el bis, “Vietnam” y “Veo negro”, sin descanso entre ellas, sirvieron para alcanzar el clímax de la velada y dejaron constancia de que Los Estanques es una de esas formaciones que disfruta tanto sobre el escenario que bien vale pagar un pase para redescubrirlos en directo.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.