Santas Pascuas iba finalizando su edición 2023-2024 con un doble concierto de dos valores con mucho que decir en la música estatal como son Verde Prato y Jimena Amarillo. Este doble concierto llegaba tras varias jornadas de conciertos y celebraciones varias, algo que podía explicar la poco más de media entrada para dos artistas en vías de consolidación y con propuestas no tan comerciales.
Verde Prato venía a presentar “Adoretua”, un segundo LP que ha sido considerado por Zarata Mondosonoro como el disco número 1 del año. Y lo de este podio no es para menos, la música de Ana Arsuaga nos lleva desde el folclore vasco hacia terrenos nunca antes transitados gracias a una voz cristalina y un sonido etéreo. Su versión en directo no puede ser más minimalista; un teclado, unas bases y un micro. Con estos elementos y la preeminencia de la voz se basta y se sobra para crear una atmósfera en la que luz y oscuridad se entrelazan. Comenzó con “Niña Soñando” ante un Zentral que a esa hora de la tarde se encontraba en plena algarabía vespertina.
Frente a un público todavía no muy metido en faena se permite llevar a cabo su versión del "Zu atrapatu Arte", que aquí sigue manteniendo la vena punk independientemente de no contar con la parte guitarrera de la que la proveían el grupo de Fermín Muguruza. Y aquí viene la pequeña queja. Estamos acostumbrados a que el pago de una entrada da derecho a hablar dentro de una sala, pero una propuesta así merecería de una mayor atención cuando no respeto. El eterno dilema de hablar en los conciertos se debería terminar con la comprensión de que existen algunas actuaciones que, por su especial singularidad, agradecen de un público que guarde unos mínimos de silencio porque, además de que la actuación queda deslucida, demuestra una falta de consideración tanto para el artista como para su obra.
El concierto continuó entre la cháchara del personal con “Garai Galduak”, lo más parecido a un bolero si el bolero fuera creado en el País Vasco mientras que la sensualidad de “Su Pelo” nos hacían ya entrar en ese universo tan personal de la tolosarra. El primer momento de silencio llegó con la interpretación a capella de los primeros compases de “Neskaren Kanta”. Es ahí donde se hizo un silencio sepulcral antes de que ese beat reggaetonero entrara en escena. El silencio o al menos el murmullo de la sala continuaría hasta casi el final de la actuación, todo un logro y que nos habla muy bien del buen hacer sobre el escenario de esta artista llamada a renovar la canción folk en euskera.
Lo mejor de la música de Verde Prato es que no sabes donde meter este género, ¿Nana electrónica?, ¿Witch-house? ¿actualización del folclore vasco? No se sabe ni importa porque funciona. Su música te envuelve por el magnetismo de la voz y por su presencia escénica en la que no hace falta grandes fuegos de artificio para hechizar a los presentes. Para finalizar realiza un loop con una segunda voz que aún eleva más la calidad de la propuesta antes de retirarse entre el cálido aplauso de un público que se había mostrado jaranoso en inicios y embelesado en su parte final.
Jimena Amarillo por su parte venía con la vitola de nueva artista en ascenso. Como en el caso de Verde Prato, su propuesta se hace difícil de colocar en un solo cajón. ¿Es una cantautora indie? Podríamos pensar esto lo primero al comprobar que su último disco está editado por Mushroom Pillow pero la experiencia de un directo suyo nos demuestra que va más allá.
La valenciana se presentó en Zentral con una formación de banda con batería, teclados y voz y una pantalla trasera con animaciones 3D en colores chillones y comenzando libre de ataduras con "De La cabeza a los pies". Con un“se viene el indie” se pasa a la guitarra donde interpreta “Quiero que me mires” , una canción en sus palabras de “Moderna Rara madrileña” que podría ser una gran carta de presentación porque con un envoltorio de soft-pop termina en un giro imprevisto cumbiero. “Baldosas” o “Ni se nota” son temas de cariz sentimental que conectan muy bien con personas con sus mismos parametros vivenciales y que son jaleadas por muchas de las personas que allá que habían dado cita.
“Odio esa canción que sale número 1 en spotify así que la hemos hecho en versión Lo-Fi” dice antes de interpretar “Cafeliko”. Y es que la personalidad de Jimena no pasa por el inmovilismo . Tan pronto la vemos en una versión rap al micro, en su versión post-punk de guitarras o más melosa con “Indie Esperanzador”, donde tira del público a la hora de encarar los coros. Tal es este desenfado que se permite un medley con algunos de los hits de los últimos tiempos en versión express donde entran Morad, Shakira, Bad Gyal y una concesión a las generaciones más entradas en años con Mecano y Coque Malla. “Me produzco todo el último disco yo solo para decir que lo he hecho yo” afirma la cantante ante esa eterna presunción por parte de los medios de que detrás de una propuesta como la suya siempre hay un productor masculino. La parte indie vuelve con “Jugando a los Sims” y la muy Pixies“Porque Tu lo Sabrías”. Podría quedarse con solo esta versión como artista y ya estaría bien pero Jimena ha decidido alternar todas sus diferentes caras con dosis de desenvoltura e imaginación. Sus canciones de desamor, humor en onda bollo-drama , filosofía DIY, naturalidad y pedagogía sobre su propia música nos la revelan como una experiencia divertida en directo y como una artista cercana y con mucho talento a seguir en años venideros.
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