La noche del 25 de diciembre en Pamplona tuvo un aire especial. En el marco del festival Santas Pascuas, con una Sala Zentral hasta la bandera para el recibir a dos de las formaciones más emblemáticas de estos nuevos locos años 20 en la ciudad. Bajo la luminosa mirada del ya mítico y descomunal árbol de navidad que preside la sala en estas fechas, los grupos ofrecieron unos interesantes repasos por su carreras.
La noche arrancó con Melenas, el cuarteto indie pamplonés, con un directo naïf y etéreo, ambiental y kraut; muy similar a las versiones de estudio de los temas. Acompañadas de unos visuales abstractos inspiradores y acertados, el pop "dreamy" trató de conquistar a un público difícil, ansioso por la despedida del colectivo Chill Mafia. “Está guapillo”, comenta un joven a mi lado al terminar la sobrecogedora “Flor de la Frontera”. A pesar de la tenacidad de las artistas, los murmullos y la pasividad amargaron de alguna manera un directo sólido y bien estructurado, incluso cuando se apostó fuerte, como colocando los hits “Osa Polar” y “Bang” espalda con espalda. Aunque el contraste entre ambos grupos era palpable, existía un equilibrio casi simbólico apuntalado por la sensación de nostalgia de la velada.
Cuando Chill Mafia tomó el relevo, la sala ya estaba más que preparada para una noche adrenalinesca. Abrieron el espectáculo Kiliki Frexko y Flakofonki en formato jota, demostrando estar más que en forma musical y espiritualmente para la despedida del grupo en su ciudad natal. El concierto fue un recorrido por los “éxitos de ayer y de hoy” que los han acompañado en su atropellada carrera. La energía apenas decae a pesar de las más de veinticuatro referencias que propone el setlist; aunque el público se nota más apagado en algún tema más reciente, como “Txintxo”, y especialmente entregado en otros tracks menos emblemáticos de la formación; especialmente con los rapeos dub de “Gaztea” .
El punto climático llegó pronto con “Merezi ote”, con la que el grupo demuestra una vez más su inusitada capacidad de generar himnos en formato balada. A medida que avanzaba el espectáculo, se suceden invitados poco sorprendentes; con Hofe apareciendo para interpretar “Bi Esku Bi Laban”, “El Xokas”, y la apoteósica “Barkhatu”, para deleite de un público con energía de hooligans.
La despedida tuvo ese tono agridulce de los finales, suavizado y a la vez potenciado por la secuencia de canciones de Ben Yart en solitario, tan melancólicas como el primer día: “Por Qué Me Habré Metido Tanto Speed”, “Barriobajero” y, cómo no, “Mañaneo”. Chill Mafia dejó todo sobre el escenario hasta la despedida, que sonó sincera y cercana, con el clásico instantáneo “Ídolo Caído”. Un final de fiesta real y metafórico que, a pesar de la duración y la marea de canciones interpretadas, terminó sabiendo a poco.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.