Festival de punchlines
ConciertosFestival Santas Pascuas

Festival de punchlines

6 / 10
Carlos Navas — 08-01-2025
Fecha — 05 enero, 2025
Sala — Zentral
Fotografía — Aritz Sola

6 de Enero, noche de Reyes; Zentral apenas se ha recuperado de su cita con Los Planetas (crónica aquí) y ya calienta para enfrentarse a la última fecha canónica del festival Santas Pascuas, un encuentro con un artista que se encuentra -generacional y conceptualmente- en las antípodas de las leyendas granadinas.

Al Safir -”El Embajador”, traducido”- vuelve a la ciudad escasos nueve meses después de su última visita y repitiendo álbum, pero no parece que presente síntomas de agotamiento. La sala no está hasta arriba (maravilloso, acaban las navidades y el cuerpo no está batallero) pero la afluencia es notable y el público se compacta, dificultando acercarse a primeras filas. El de Madrid -ya no hay quien llame “el madrileño” a un nativo de la capital en este mundillo- se acompaña de unos visuales pobres -o sobrios, depende de cómo se mire- pero concede a sus fanáticos enfundarse una camiseta de Osasuna, gesto que no pasa desapercibido, por supuesto.

La propuesta musical, tan de esta escuela ya comúnmente conocida como “rap de la sierra”, con su universo de litronas y cipayos, nudillos sangrantes y corazones rotos, y sus rimas obscenamente sonoras, conecta con la sala desde el primer momento. El público se desgañita como sólo se desgañita el público que no acude habitualmente a conciertos; con los pros y con los contras que esto conlleva. La principal contra: si no llevas bien aprendidos los punchlines no los vas a poder escuchar, ya que Al Safir deja que los frenéticos asistentes terminen con increíble deleite una inmensa mayoría de sus frases. El principal pro: si el público conoce tan al dedillo las letras es porque existe un ingenio común a todas las barras que resulta tan divertido como sorprendente.

El primer bloque del concierto presenta una marcada estructura que, de nuevo, enloquece al pueblo. Al Safir alterna una o dos canciones cañeras o gamberras con una balada (llamemos balada a un beat lento con un sample de guitarra acústica); fórmula que a pesar de probarse efectiva en una mayoría de asistentes tiende a cansar por una predictibilidad que roza el humor. Da la impresión de que Al Safir posee dos registros intermitentes: las barras pronunciadas casi a voz en grito y un susurro melancólico para los momentos intimistas.

Una vez más echamos de menos las colaboraciones; entendible que los artistas de la capital no tengan la capacidad ni logística ni económica de desplazar a sus socios musicales (pienso en Midas Alonso, Gloosito o West Dubai, invitados de lujo de su último álbum "Black Ops"), pero igualmente agridulce. Al Safir sí que suple la relativa soledad que representa en el escenario sacándose de la manga a Mónica Marín -integrante de LANE- para interpretar una serie de duetos en los que ella aporta más complicidad y ganas que presencia y skills. También aparece Emeka, artista de Eibar con el que ya nos hemos topado alguna otra vez en esta publicación, representando una suerte de escena regional y aportando un respiro al directo de Al Safir.

El concierto concluye con menos coreos por parte de la grada que el comienzo; probablemente debido tanto a la emoción del momento como a la gripe de año nuevo que acecha a la ciudad y que no tiene pensado perdonar a la sala Zentral.

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