Sal del género, sal de la rutina
ConciertosSal Del Coche

Sal del género, sal de la rutina

9 / 10
Javier Corral “Jerry” — 14-02-2025
Empresa — Last Tour
Fecha — 13 febrero, 2025
Sala — Kafe Antzokia, Bilbao
Fotografía — Eider Iturriaga

Hay palabras cuyo concepto puede variar simplemente cuando se pluralizan. La rutina mata, como la costumbre o la droga. Pero algunas rutinas, como algunas costumbres y drogas, pueden ayudar a sobrellevar la vida. Que la rutina mata, no lo digo yo; célebre es la frase de Paulo Coelho: "Si piensas que la aventura es peligrosa, prueba la rutina. Es mortal". Si aplicamos esto a la música, su efecto y poder mortífero es manifiesto. El trío bilbaíno Sal del Coche se aleja de esa rutina, sale despavorido si le intentas colocar en un género concreto, en una línea única. Lo dicen bien claro: el género es un estorbo triste y delimitador. A lo que cabría añadir que si además sumas nostalgia, se afianza el error hasta convertirse decidídamente en un signo de cobardía intelectual. Delimitados los obstáculos a evitar, Sal del Coche pretenden destapar esencias nuevas en pleno siglo XXI. Y esa es su aventura.

Alberto Eguíluz y Jangitz Larrañaga formaban la sección rítmica de Vulk. El cuarteto se esfumó en pleno ascenso, conscientes de que para avanzar necesitaban volver a empezar de cero y dejar atrás corsés. Abrieron la jaula (del género) y echaron a volar. La consecuencia en su caso fue aliarse con el saxo, más teclados, de Lizardi Ceballos, que provenía de Purple Velocet, y que ya había participado en la fase final de Vulk. No hace ni tres meses que publicaron un primer álbum, "Ciudad de polvo" con el sello asturiano Humo Internacional, el más activo de las independientes actuales. Y este jueves noche lo presentaban en Kafe Antzokia ante unas 400 personas, jóvenes en su mayoría, después de abarrotar "El Sol" de Madrid. Antes precedieron los madrileños Somos la Herencia, compañeros de escudería, a los que apenas vimos por no poder llegar a su horario.

Sal del Coche se constituye por lo tanto como una alternativa fresca y libre de ataduras. Y eso, que si existe un estilo inclinado a sorpresas y experimentos es el pospunk. Lo era en la época de Gang Of Four, Wire y todo aquel inicio de la independencia de marca, y lo siguió siendo con Crack Cloud o black midi, referencias internacionales que insinuan Sal del Coche, más por concepto que otra cosa, mientras se empapan de rap noventero de la costa este, grime británico o nombres históricos como Karen Dalton, The Streets, Shellac o Black Sabbath. Es decir el eclecticismo y el underground como (buenas) rutinas.

Son 45 minutos en escena. Sólo 45 minutos, pero me temo que (como pasó con los 49 del otro día de Lydia Lunch) van a permanecer muchos días dentro. Es esa mezcla de los somático y lo psíquico lo que perfora y excita cuerpo y mente, alma y corazón. Hay momentos de pogo y bullicio, de rostros frondosos y en alerta (ese divino tesoro), mientras otros abrazan la salvaje delicadeza de algo que podría emparentarse con vanguardias históricas. La no wave neoyorquina, el alarido de un saxo free jazz, el frenesí cerebral de lo electrónico o el p-funk. Avant rock en esencia, soplo punk sin guitarras, si bien el bajo ejerce de tal, punteado y percutido con rabia. Los gritos desgarrados desde arriba, los bailes de requiebro desde abajo.

Tras una breve intro, el trío se suelta en "Djdj", una pieza experimental que desemboca en un "laralara" coreado por un público que acepta y conoce la permuta como algo natural. "Hernani 3" es pura sutilza instrumental con dos melódicas al unísono (Jangitz abandona la batería para ello). "Herriko plaza" es su continuación a modo de dub creciente y bailable, todo un hit esquinado. "Prueba nueva música" a modo de interludio da salida a "Año 2000", esa que ya anuncia: "Aquí va una pildora difícil de tragar" para terminar con otro estribillo estridente "Porque daría todo lo que sé por un momento de lucidez". Más recaditos en el medio: "Tiempos nuevos no nacen y es como q ue tiempos viejos no mueren. Bebe de aquí hasta que te envenenes. Tiembla de estrés. Ey, hombre de negocios, nunca vestirás como mis socios". Todo en medio de un ritmo desquiciado, histriónico, salpicado con saxo enloquecido y aires de noise, punk, no wave, hip hop...Tras un tema nuevo y pletórico, se suben "En el edificio más alto" un corto mantra de spoken nervioso, para terminar, como el álbum, con un furibundo "Ciudad de polvo" y la locura final de "Máquina de humo", con un órgano tipo Stereolab ensamblado en el canto más terrible de Alberto acompañado de las voces dulces de Julene Gregorio y Nerea Ruíz Puente, más el baile invitado de Chavi Marco. Podía pensarse que la fiesta tomaba punto de ebullición, pero con un "nos vemos el fin de semana", como en el disco, se despiden. Lo que dure la impresión es un grato misterio

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.