Rufus Wainwright
ConciertosRufus Wainwright

Rufus Wainwright

9 / 10
Lara Sánchez — 21-06-2007
Empresa — Heineken
Sala — La Riviera, Madrid
Fotografía — Jordi Antón

El máximo exponente del clan musical Wainwright, el universal Rufus, salió a la hora prevista al escenario de celebración del Día de la música vestido, cómo no, de un rollo espectacular e inesperado. Sonaban las primeras notas de “Release The Stars” y una excelente banda respaldaba a lo que parecía ser un chiquillo de un coro bávaro: peto austriaco y calcetas de lana hasta la rodilla para cantar el himno de celebración hollywoodiense, igualito que en aquella primera estampa en la que Julie Andrews nos introduce, subiendo y bajando montañas, al agridulce drama del musical “Sonrisas y lágrimas”. La bondad vocal e intelectual de Rufus explica que, en realidad, su apariencia de esta noche se corresponde a un homenaje a la España de los Habsburgo, a la del introspectivo y próspero Felipe II, y una constante simpatía comunicativa nos revela su emoción por Madrid, “estaba andando por la calle, respirando el ambiente de esta ciudad, viendo el Palacio Real, el Prado… ¡y he pensado que me encantaría quedarme aquí!”. Mejor aquí que en América, quizás. Y para ello se sirve de otro tema de su último trabajo, “Going To A Town”, para llorar la decadencia de un país y una ciudad antes esplendorosa, Nueva York. Un público embelesado, entregado a la capacidad genial de este incuestionable músico, con rostros como Vicente Molina Foix o Joaquín Reyes en la sala, aplaude y se balancea con las siguientes canciones del repertorio, la mayoría pertenecientes a su último disco, ”Release The Stars”, el que por fin le ha servido para llegar a los primeros dígitos de las listas de ventas. Rufus nos hace tocar las palmas, juega con los vocablos, supera deficiencias de sonido algo insoportables para un directo de este tipo con máximo decoro y nos regala momentos en los que su mágica voz y la soledad ante el piano, acalla a los presentes como nunca se haya visto en un concierto. Tras alguna pildorita de anteriores trabajos como “ I Don’t Know What It Is” o “Complainte de la Butte”, Rufus rompe con la lentitud del repertorio para bailarnos, junto a su banda, un standard años cuarenta, cabaretero, saltarín, y llegar al término de su directo happy, happy.

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