Rufus Wainwright
ConciertosRufus Wainwright

Rufus Wainwright

10 / 10
Xavi Sánchez Pons — 28-11-2005
Empresa — Iguapop
Sala — Razzmatazz 1, Barcelona
Fotografía — Inma Varendela

Los que salimos encantados de su anterior y memorable paso por sala Apolo (¿el mejor concierto de año?), acudimos al Razzmatazz 1 esperando algo bueno que se aproximara, en sus mejores momentos, al show ofrecido el pasado mes de abril. No le exigíamos más. Pues bien, nos quedamos cortos en nuestras expectativas. Lo del canadiense en el antiguo Zeleste volvió a ser de nota. ¿Por qué? Ahí van los motivos: primero por demostrar (otra vez) sus notables dotes de entertainer y de maestro de ceremonias, capaz de pasar en apenas unos minutos y con total naturalidad, de la risa al llanto, de la emoción más contenida, a el sentir más teatral y más pasado de vueltas. Segundo, por su cancionero (cuatro discos le contemplan), realmente de altura (cayeron, entre otras, "Oh What A World", “I Don’t Know What It Is”, “Beautiful Child”, “Old Whore’s Diet”, "Vibrate", "California", "The Art Teacher", "Cigarrettes And Chocalate Milk", "Natasha" y "The One I LOve") y uno de los más sólidos de la actualidad. Y tercero, por ser un as de la provocación más descarada y más sanamente autoparódica, al interpretar la sardónica "Gay Messiah" jugando a ser crucificado como el mismísimo Jesucristo (secundado por un par romanos con gafas de sol de los más tronchante). Otra vez un diez.

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