Confesaba el vocalista Víctor Cabezuelo, en el ecuador del concierto acontecido en Zamora el pasado domingo, que la grabación del que será próximo álbum de Rufus T. Firefly se había alargado más de lo previsto, motivo por el cual habían comenzado a echar de menos tocar en directo. Esa dilatación en el tiempo parece haber sido, a la postre, principal motivador de la actual gira que está llevando al grupo por diferentes salas del país, apostando por un formato diferente que prescinde de la electricidad más evidente para, a cambio, extraer y exponer a su público las especificidades directamente derivadas de una apuesta de mayor intimismo y fragilidad.
Los madrileños regresaban al escenario del Avalon Café por enésima vez, territorio conocido y amigo en donde siempre han sido bien recibidos, desde aquellos inicios previos al éxito en los que el responsable de la sala apostase por ellos con fe ciega, en una circunstancia que la banda nunca ha olvidado. Ahora Rufus T. Firefly son una formación de (merecido) éxito, por lo que la cita en el local (la primera apoyada por la iniciativa 'Directos Vibra Mahou' y la segunda a cargo de la propia sala) quedaba desdoblada entre sábado por la noche y el domingo en franja matinal, ambas fechas con entradas agotadas. Un plan perfecto, el del segundo día, cuando de disfrutar con el siempre sugestivo e impecable concierto del cuarteto a la hora del vermú se trataba. La psicodelia más expeditiva deja paso, en esta nueva mutación de los de Aranjuez, al exquisito gusto por el detalle sutil, en una propuesta como la del combo, de por sí matizada y trabajada hasta la obsesión. Las melodías vocales de acompañamiento y el teclado vintage de Manola; las formas únicas de Julia Martín-Maestro a la batería (mitad analógica, mitad electrónica); el intachable bajo Rickenbacker de Miguel de Lucas; las líneas de guitarra e interpretación como cantante principal del propio Víctor Cabezuelo.
Una suerte de elementos convertidos en vibraciones tan positivas como algo misteriosas, que colonizaron el espacio gracias a temas como “Nebulosa Jade”, “Río Wolf”, el soul setentero de “Polvo de diamantes”, “Me has conocido en un momento extraño de mi vida”, un precioso tema nuevo aún sin título, “El largo mañana” o la final “Sé dónde van los patos cuando se congela el lago”. A la espera de que llegue la nueva obra con la impronta de Rufus T. Firefly, el grupo está presentando, al amparo de salas acogedoras como el Avalon Café, ese nuevo aspecto resultado de la (relativa) reinvención. Es el marco en el que mejor lucen formas y maneras, y desde donde certificaron su imbatibilidad con otro triunfo que sumar a la colección.
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