La artista total y la aspirante
ConciertosRóisín Murphy ...

La artista total y la aspirante

9 / 10
JC Peña — 05-06-2024
Empresa — Alma Occident Festival
Fecha — 04 junio, 2024
Sala — Parque Enrique Tierno Galván, Madrid
Fotografía — Aldara Zarraoa

Dos divas de la electrónica bailable más elegante del último cuarto de siglo se dieron cita en el auditorio del parque madrileño en una apacible tarde noche de junio. Una ocasión especial, porque, hasta donde sé, ninguna de las dos ha frecuentado los escenarios madrileños. Ambas llegaban, además, con discos relativamente recientes en los que condensan sus respectivas virtudes.

La tarde se había puesto muy agradable en el anfiteatro del parque madrileño cuando irrumpió Alison Goldfrapp. En realidad, hasta ese preciso momento no se sabía cuál iba a ser el orden -ambas actuaron exactamente una hora y cuarto-, pero visto lo visto tenía toda la lógica del mundo que cerrara la irlandesa.

Y eso que el electropop futurista en que se ha especializado la británica no luce nada mal sobre el escenario, aunque en su recreación en directo haya bastantes cosas pregrabadas. Salió acompañada por un batería electrónico, dos teclistas y dos bailarinas muy creativas, e intercaló cortes de su trabajo en solitario con hits de una carrera (de “Believer” a “Rocket”) que se remonta a los lejanos primeros dos mil. Derrochó actitud jovial y positiva, cantó bien con su tono angelical -se disculpó por no hablar una palabra de castellano-, bailó y defendió bien un repertorio que fue de menos a más y con el que puso a bailar a todo el mundo cuando el sol se había puesto. Si de algo sirvió el show fue para reivindicar la capacidad de la inglesa para hacer buenas canciones. No es poca cosa.

Alison-Goldfrapp-concierto

Alison Goldfrapp

Dicho todo esto, Róisín Murphy está en otra liga. Probablemente, la suya propia, por lo que cualquier comparación es odiosa. Irrumpió sobre el escenario a ritmo de soul funk mutante, arropada por su magnífica banda, y usando de modo fabulosamente creativo la cámara y los visuales con que anima sus shows. Con atuendo sorprendentemente clásico que iba matizando al término de cada canción con sus excentricidades habituales, se la vio tan sobrada que dejó un poco en evidencia la timidez de su predecesora para llenar el escenario. Comparar aquí también es un poco injusto, porque Murphy es de estas artistas cuyo exhibicionismo le viene de cuna. El concierto reivindicó un talento único.

El gran elemento diferencial de la irlandesa es su capacidad ilimitada para combinar humor creativo y elegancia, una combinación sólo al alcance de los elegidos. Tiene gracia natural, la cámara la quiere, y ella se aprovecha de ello hasta las últimas circunstancias con sus bailes estrambóticos, sus extravagantes cambios de atuendo y el dominio total de sus recursos vocales, que sin ser infinitos -ni falta que hace-, han mejorado considerablemente con los años. La deliberada teatralidad de sus interpretaciones es un elemento esencial de un show único que se pasó como un suspiro, y que fue haciéndose más electrónico, minimalista y percutivo.

“I Knew”, la épica “Something More” -combinada con el hit “Let Me Know”-, “Overpowered”, “Incapable” e incluso algún corte de Moloko en versión de house deconstruido (“The Time Is Now”) dejaron a los asistentes boquiabiertos ante la capacidad de la irlandesa para depurar la música de baile hasta sus últimas consecuencias. Con enorme personalidad, pero sin perderse en pedanterías o tomarse demasiado en serio.

Las proyecciones y el imaginativo trabajo de la cámara en directo complementaron un espectáculo que es perfecto ejemplo de cómo los recursos tecnológicos pueden usarse del modo más creativo, sin sobreponerse a la música, sino en simbiosis con ella. Todo brilló en el agradable escenario de Madrid. La intensidad hipnótica y salvaje de un final con la artista grabándose a sí misma en un éxtasis casi onanista con el público de fondo fue tal que nadie reclamó bis. Puede que los horarios no lo permitieran, pero la conmoción por haber disfrutado de una artista total en su plenitud era poderosa. ¿Por qué no dejarlo ahí, en lo más alto? Ojalá venga con más frecuencia.

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