Dioses y amigos del metal
ConciertosBarcelona Rock Fest

Dioses y amigos del metal

8 / 10
Joan S. Luna, Eduardo Izquierdo, Edu Tuset y Adrián Santaeulàlia — 06-07-2022
Fecha — 30 junio, 2022
Sala — Parc de Can Zam de Sta Coloma de Gramenet
Fotografía — Edu Tuset

Pese a los rumores, las cancelaciones de última hora (Manowar, Saxon, My Dying Bride...), llegaba la hora de disfrutar de una ingente dosis de, generalizando, rock duro. Porque en el Rock Fest nos íbamos a encontrar heavy metal, groove metal, celtic punk, thrash, progresivo, algo de shock rock, una pizca de rock’n’roll básico y power metal, amalgamados en un cartel en el que los principales cabezas de cartel celebraban varias décadas de trayectoria. Dinosaurios del heavy metal, pero en la mayor parte de los casos dinosaurios en buena forma y, en realidad, sin ganas de extinguirse. Pero, por suerte, también nos encontramos en el cartel con algunas bandas más jóvenes que equilibran la balanza. Como de costumbre, destacaremos algunos –repetimos, algunos– de los conciertos que vimos este año.

Jueves 30 junio de 2022

A Gotthard correspondía la plaza de grupo melódico del cartel y supieron aprovecharlo. Aunque lo llevan con más discreción que otras estrellas del festival, este año estos suizos curtidos en mil batallas cumplen treinta años de carrera. No incidieron en ello, pero Nick Maeder sí les agradeció a sus compañeros que confiasen en él hace ya una década como sustituto del malogrado y carismático Steve Lee. En apenas una hora les dio tiempo para ir de “Feel What I Feel” a esa certera “Starlight” con la que algunos les descubrimos, pasando por un fugaz set acústico con la emotiva “One Life, One Soul”. Gotthard se convirtieron en la calma antes de la tormenta. Sus melodías nos relajaron lo suficiente para que el puñetazo que supuso el show de los ucranianos Jinjer fuera mayor y más directo. ¿Cómo no iba a serlo con ese diablo hecho vocalista que es Tatiana Shmaylyuk? Solamente lanzaron un mensaje de rabia contra Vladimir Putin con “Home Back” y la audiencia les arropó de principio a fin. Adrián Santaeulàlia

Accept protagonizaron el concierto más sincero de la jornada con un Wolf Hoffmann sonriente, agradecido con la audiencia y visiblemente orgulloso de su banda y de sus canciones. Hace ya mucho que sabemos que Mark Tornillo era el mejor sustituto posible para Udo Dirkschneider. No tiene su carisma, pero se muestra en todo momento tan modesto como Hoffmann. Abrieron recordándonos que tenían un disco todavía reciente, “Too Mean To Die”, interpretando del tirón “Zombie Apocalypse” y “Overnight Sensation” para, a partir de ahí –con un par de concesiones a “Blood Of The Nations”, una de ellas “Pandemic”, claro– repasar aquellos grandes clásicos que pusieron el nombre de Accept en boca de todos durante los ochenta: desde “Restless And Wild” a “Metal Heart” o “Fast As A Shark” para cerrar con “I’m A Rebel”. Joan S. Luna

¿Y qué decir de The Dropkick Murphys? Nos vienen visitando desde 1998 y esta vez resultaba algo extraño verles en el cartel del Rock Fest, pero como bien apuntó Ken Casey fue una sorpresa ver lo bien que se les aceptó y lo mucho que se corearon muchas de sus canciones –su potente cover del “TNT” de AC/DC al margen–. No les recuerdo un mal concierto, ni siquiera uno mediocre, y esta vez no iba a ser una excepción. Combinaron su cara más punk con la más folk (pongamos como ejemplos “Smash Shit Up” y “Queen Of Suffolk County”, ambas de “Turn Up That Dial”, en los extremos), defendieron el derecho de las mujeres a decidir sobre su embarazo y estrenaron “Two 6’s Upside Down” de su disco acústico de homenaje a Woody Guthrie. J.S.L.

En el escenario Rock Tent destacaron para lo bueno los tunecinos Myrath. Myrath es un grupo solvente y eficaz que va del progresivo al oriental metal, permitiéndose pasajes cercanos al rock melódico, cuya energía bascula entre el talento de Malek Ben Arbia y el magnetismo exótico de Zaher Zorgati (muy potente en “No Holding Back” de su “Shehili”). Musicalmente intachables, les pudo un show que deja con la sensación de haber sido rescatado a través de saltos en el tiempo –desde la bailarina Morgana al número de ilusionismo final–. Para lo malo, aunque no por ellos y su entrega, citaremos a la banda multinacional –con cuartel general en Austria– Celtica Pipes Rock. Consiguieron que la gente lo pasase bien con su propuesta, una propuesta que se resintió mucho del sonido y de la parco de su formación actual –guitarra, batería y, claro, dos gaitas–, pero sonaron a rayos. Fiesta para el directo, pero mejor en disco. A.S.

AliceCooper.RockFest22.EduTuset

Alice Cooper

Viernes 1 julio de 2022

Bloodbath, el supergrupo de death metal afincado en Suecia, fue una de las pocas bandas de metal extremo del festival. Y agradecemos que estuvieran allí, aunque nos quedamos con ganas de volver a verles en sala lo antes posible. Liderados por Nick Holmes (Paradise Lost) en su vertiente más gutural junto al guitarrista Anders Nystrom –quien cada vez recuerda más a Tompa de At The Gates–, ofrecieron uno de los mejores y más sobrios que les he visto. A lo largo de su show sonaron canciones como “Cry My Name” o “Eaten”, con un Holmes enfundado en una camiseta de Celtic Frost en clara referencia a su sonido de ese día. Eduard Tuset

UFO visitaban el festival con motivo de una gira de cincuenta aniversario que supone la retirada definitiva de los escenarios de Phil Mogg y, en consecuencia, también de la banda. Tras un inicio ligeramente titubeante, con la voz precisamente de Mogg sufriendo más de la cuenta, la cosa cambió de golpe como un calcetín y todo se puso patas arriba con la llegada de temas como “Lights Out”, “Rock Bottom”, “Doctor Doctor” o “Shoot Shoot”. Atribuirles el calificativo de eternos se queda corto. Y lo mismo, o más, sucede con Alice Cooper. Este, cabeza de cartel de la noche –y con razón más que suficiente– no solo está en una forma envidiable sino que parece que el tiempo no pase por él. Rugió, vibró e hizo lo propio con un entregado público que poco podía hacer ante la siempre impactante puesta en escena y lo bien que sonaban “Under My Wheels”, “I’m Eighteen” “Billion Dollar Babies”, o la imprescindible “School’s Out” que Santa Coloma de Gramenet cantó como si no hubiera un mañana. Eduardo Izquierdo

Mercyful Fate visitaron la barcelonesa sala Zeleste 2 en junio de 1999. Ahora, veintitrés años después, volvían convertidos en leyenda y actuando como uno de los cabezas de cartel del festival para sorpresa de muchos y para agrado de otros tantos. King Diamond y la banda se mostraron en perfecta sincronía con sus fans, que apreciaron el que era uno de los conciertos más esperados de nuestras vidas. Su magistral actuación se desarrolló –enmarcada por un escenario diabólico– a través de las diversas reencarnaciones de Diamond y recorriendo un setlist clásico con clásicos como “Melissa” y “Black Funeral”, un tema nuevo –“The Jackal Of Salzburg”– un fin de fiesta espectacular con “Evil”, la coreadísima “Come To The Sabbath” y “Satan’s Fall”. E.T.

Blaine Cartwright y Nashville Pussy sabían que no acababan de encajar en el cartel, así que decidieron suplir ese pequeño detalle con honestidad, y sobre todo intensidad, como ya hicieran Dropkick Murphys el día anterior. Y vaya si lo consiguieron. A esas horas de la noche y tras la emoción de haber presenciado dos conciertos inolvidables por diferentes motivos, salieron a matar y mataron. Ni siquiera que el sonido del escenario grande se colará en la carpa pudo con ellos y su rock’n’roll, sí, ese simple, directo y que nos encanta. E.I.

El viernes también fue el turno de Crisix, la banda de thrash más querida en Catalunya y posiblemente en toda la península con permiso de los albaceteños Angelus Apatrida, quienes actuaban al día siguiente. En el festival demostraron el porqué de esa admiración con un conciertazo en el que sonaron desde “Macarena Mosh” hasta nuevos clásicos como “Leech Breeder”. Contaron con su batería Javi Carrión, quien –como nos contó desde el escenario Juli “Bazooka”– no puedo estar con ellos el pasado fin de semana en el referencial Hellfest. Obviamente no faltó su habitual medley thrash reivindicativo de Metallica, Pantera y Anthrax junto a la esperada “Ultra Thrash” que terminó con los guitarristas de la banda tocando entre el público. E.T.

JudasPriest.RockFest22.EduTuset

Judas Priest

Sábado 2 julio de 2022

Mind Driller le pusieron muchas ganas y lucharon por sorprender al público con su sonido industrial y pesado. En otra situación podrían haberse convertido en el grupo español destacado de la parte diurna del festival, pero Angelus Apatrida llegaron como un huracán y barrieron incluso a muchos de los artistas internacionales de la jornada. Dos años, una pandemia y una guerra no nos han hecho olvidar lo contundentes y potentes que son sus conciertos. Encendieron al público desde el minuto uno y, cuando cerraron con –si no recuerdo mal– “You Are Next”, podrían haber vuelto a empezar y ahí hubiésemos estado todos para seguir junto a ellos. Y si seguimos con nombres patrios, pocos hay más legendarios que el de los madrileños Obús. Confirmación de última hora sustituyendo a Medina Azahara –quienes a su vez sustituían a Saxon–, Fortu y los suyos se dejaron querer y nos hicieron corear canciones como “La raya” o “El que más”, pero sufrieron el desgaste de la audiencia que se había dejado la piel tras las actuaciones consecutivas de Megadeth, Judas Priest y Kiss y el hipervitaminado show de D.A.D. en la carpa. Aún así, les honra haberse sumado a esta fiesta del heavy metal.
Phil Campbell & The Bastard Sons tendrán que resolver por los tiempos de los tiempos la difícil papeleta de representar lo que fueron Motörhead, pero claro, sin Lemmy. Campbell ha sido pieza indispensable durante mucho tiempo, pero defender el repertorio de una banda sin su carismático líder no es fácil. Pese a todo, sonaron compactos y gustaron, pero hay que decir que Motörhits –quienes actuaban hasta cinco o seis veces ese día– demostraron que hay formas más divertidas de homenajear a uno de los grandes. A.S.

Suena a tópico, pero Doro es una verdadera reina del heavy metal. Lo es porque se muestra sincera al máximo al dirigirse al público, disfrutando de cada momento de su show, y al mismo tiempo porque su voz continúa con la garra y la fuerza de sus años en Warlock. Si a eso le sumamos que le acompaña una banda mucho más que competente, daremos con su fórmula de la eterna juventud. Combinó repertorios de ayer y hoy, consiguiendo que tanto cuando sonaba, por poner un ejemplo, “Revenge” como cuando arremetió ese clásico llamado “All We Are” todo el público estuviese de su parte. Si yo también quiero ser sincero, debería empezar diciendo que Megadeth nunca han sido uno de mis grupos favoritos. Cuando alguien me pregunta no suelo tener claro el motivo. No tiene que ver con su repertorio –me encantan canciones como “Hangar 18” y obviamente “Peace Sells...” me voló la cabeza en su momento–, ni siquiera con la banda en conjunto –sonaron con cuerpo, solventes y potentes–, así que imagino que tendrá que ver con el talante de su líder. Quizás por ello, cuando Dave Mustaine pilló un cabreo del quince cuando el sonido de las pruebas de guitarra de Judas Priest le sacó de su interpretación, yo también desconecté de lo que estaba viendo. Escucharle entrelazando tantos insultos en una misma frase y verle fuera de si y levantando el dedo medio hacia el técnico se me hizo muy cuesta arriba. Y perdonen estos momentos de pura subjetividad. La misma que podría aplicar a la hora de hablar de la actuación de Judas Priest, aunque algo me dice que son legión quienes me respaldarían. No importa que Rob Halford e Ian Hill sean los únicos miembros de los años dorados que siguen ahí, más que nada porque Scott Travis casi podría serlo, Richie Faulkner lleva casi una década con ellos y Andy Sneap no es solamente un grandioso productor, sino también un instrumentista sin fisuras –como ya demostró con sus Sabbat–. Si a eso le sumamos que Glenn Tipton estuvo ahí para el arrollador fin de fiesta (“Metal Gods”, “Breaking The Law” y “Living After Midnight”), pocas quejas se me ocurren. El concierto fue exactamente lo que pretendía, una celebración de la que sigue siendo una de las más grandes bandas de la historia del heavy metal y una de las más influyentes. Ni siquiera hace falta que repasemos el setlist, porque sonaron la mayor parte de las canciones que todo el mundo quería escuchar. Dioses del metal, por supuesto. J.S.L.

El listón había quedado muy arriba con los británicos y el –ya conocido– estado de forma de la voz de Paul Stanley hacía presagiar que Kiss quizás no pudieran llevarse el trofeo de la jornada. Pero fue una falsa alarma. Porque los estadounidenses ofrecieron uno de los mejores conciertos que les recuerdo. Son señores mayores, más que nosotros, que salen a escena pintados como si tuvieran veinte años, pero lo hacen con tal credibilidad y orgullo que meterse en un concierto de Kiss es como sumergirse en una película de superhéroes de las buenas. Con los solos habituales, con todos los números de siempre (desde la tirolina de Stanley a la sangre de Simmons y ese largo etcétera que conocemos sobradamente), con llamaradas a diestro y siniestro, pero sobre todo con un repertorio en el que se sucedieron un hit tras otro (¿hace falta listarlos una vez más?), y en el que –y eso es destacable en una gira de festivales– incluso hay algo de lugar para discos como “Asylum” (“Tears Are Falling”), “Animalize” (“Heaven’s On Fire”), “Psycho Circus” y “Sonic Boom” (“Say Yeah”). Si no vamos a verles nunca más en concierto, me alegro de que esta haya sido la última vez en tenerles frente a mí sobre un escenario. Me encantará recordarles así para siempre. J.S.L.

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