Los puntos sobre las íes

La diferencia entre Rocío Márquez y el resto de cantaoras que pululan por la nutrida esfera flamenca, es que ella sabe en qué contextos se mueve, maneja cada situación con aparente naturalidad, y conoce como nadie las exigencias de sus distintos públicos, que los tiene.

Si con “Firmamento” traspasó líneas hasta hace poco inaccesibles para la mayoría (¿un disco flamenco sin guitarra ni palmas?), a pesar del aplaudido atrevimiento, mira al pasado con cariño y respeto, pisotea con firmeza al presente y de cara al futuro deja el plano abierto. Y según la plaza y su circunstancia se adapta, con una seguridad y un saber estar fuera de toda duda.

En un marco hermoso como el de la cúpula del MACBA, y dentro del ciclo "Momentos Alhambra en Flamenco", acudió con un repertorio clásico, con la sobria compañía de un guitarra y percusión. Es evidente que Rocío va sobrada de voz, de recursos, tiene tantas tablas como la que más, su cante es belleza en estado puro, un estallido de emoción que alcanza la cima como epílogo a cada interpretación. Empezó con tangos y milongas, siguió por bulerías, se animó con una taranta de Pastora, le cogió el pulso a una composición de Enrique Morente bajo el prisma de Pepe Marchena, eligiendo otro camino para entenderlo, para estudiarlo.

Tras su pase en Primavera Sound, la fusión con Fahmi Alqhai en el Connexions o el encaje de bolillos para cantarle a las plantas a cuatro pasos de allí, en una actuación exclusiva en el CCCB hace unos meses, el cuerpo pedía a una Rocío desatada, elegante y de negro riguroso, con ese brillo especial en los ojos y ese vibrato suyo universal y excepcional, rematando cada jugada con maestría. Demostrando que,a pesar de que esos debates (estériles o no) entre puristas y renovadores, lo que hay que aplaudir es que existan artistas como Rocío Márquez (y algún otro) que pongan los puntos sobre las íes, con una parte importante de cordura y otra de entendimiento. Bravo por ella.