Los presagios no eran buenos: un calor insufrible, trenes que se retrasaban, caos para recibir las acreditaciones de prensa, barras que cerraban, colas eternas para ir al baño… Pero fue salir Robe al escenario y todo había valido la pena. El cabreo se fue pasando con cada acorde.
El concierto arrancó a las 21:00h, quince minutos después de lo que se había anunciado en las redes sociales oficiales: “¡Hola, gente! En Madrid tenemos una limitación de horarios muy estricta que hace que tengamos que acabar el concierto antes de las doce. Así que tenemos que empezar a las 20:45h. Por esto os pedimos que vengáis con la suficiente antelación, ya que sois muchos y los accesos al parque son limitados”: Aparecía en escena el violinista Carlitos Pérez mientras escuchábamos a Manolillo Chinato recitar su ya popular poema “Abrazado a la tristeza”: “Y verás sin duda el resurgir poderoso del guerrero, sin miedo a leyes ni a nostalgias…”. Poco a poco se fueron uniendo el clarinete de David Lerman, el piano de Álvaro Rodríguez Barroso, la batería de Alber Fuentes, la guitarra de Woody Amores y la voz de Lorenzo González.
Robe aparecía en último lugar, con una contagiosa sonrisa de oreja a oreja, un pantalón-falda verde y una camiseta blanca de tirantes con una raspa de pescado negra. La introducción dio paso a “Del tiempo perdido”, avisándonos de lo poco que queda para que la noche de San Juan traiga un nuevo verano. Al finalizar la primera canción, el músico saludaba a su numeroso público: “¡Dios, qué sensación veros los caretos a todos! No sé si deciros buenas tardes o buenas noches, ¿habéis cenado?”, comentaba respecto a la restricción horaria, “¡menuda normativa municipal de mierda!”. En cualquier caso, aconsejó de forma sabia: “Disfrutad del momento, porque estáis aquí, y ahora es cuándo” (en referencia al nombre de la gira).
Enseguida siguió con “Por encima del bien y del mal”, “Por ser un pervertido” (con Lerman dándole al saxofón) y la emocionante “Nana cruel” mientras el sol se escondía tras el horizonte. La primera concesión al repertorio de Extremoduro llegó con “Si te vas”, aquella que ya se había colado en su disco en directo, “Bienvenidos al temporal” (2018). Aquí ya pudimos ver a Lorenzo González compaginando su portentosa voz aguda con el bajo (algo que haría también en otros temas con la guitarra, en función de las necesidades instrumentales de cada momento).
“No hay nada como el primer amor, no hay nada como el primer, no hay nada como el, no hay nada como, no hay nada... Y no hay nada como la primera vez que escuchas una canción”, comentaba Robe para presentar un tema inédito donde canta “Me deshojaría por ti”. Cabe recordar que el año pasado, mientras lanzaba “Mayéutica” (2021), Robe ya comentó que tenía otro disco nuevo ya grabado, así que es de suponer que se trata de una de las canciones que escucharemos cuando lo saque (imaginamos que tras la actual gira).
“¡Roqueros, quien no esté colocado que se coloque!”, dijo Robe parafraseando a Enrique Tierno Galván, el ex alcalde de Madrid que da nombre al recinto donde se celebraba el espectáculo (como parte del ciclo de conciertos veraniegos Madrid Escena 2022), y que usó aquella mítica frase para inaugurar un festival de música en el Palacio de los Deportes (actual WiZink Center) allá por 1984. Todo antes de que Woody comenzase el riff de “Tu corazón” entre las ovaciones del público.
Y hasta tres temas seguidos de Extremoduro: un nuevo poema, ahora ya recitado por Robe, dio paso a “Tango suicida”, a la que siguió “Segundo movimiento: lo de fuera” (el tercer corte de “La ley innata”).
Otra canción nueva, “Ininteligible” (lanzada como single hace apenas dos semanas), servía para zanjar la primera parte del espectáculo, cuyo juego de luces fue ganando en efectividad a medida que oscurecía. Quizás el hecho de haber tenido que empezar a tocar de día es lo que impidió que los músicos apareciesen a través de la vulva gigante representada en la portada de “Mayéutica”, como han hecho en otros conciertos de la gira. Respecto al año pasado, la estructura de esta primera parte fue a grandes rasgos la misma (salvo pequeñas variaciones en el repertorio): canciones de los dos primeros discos de Robe en solitario (“Lo que aletea en nuestras cabezas”, 2015, y “Destrozares”, 2016) con temas de Extremoduro, aliñada con los dos temas inéditos.
En su habitual discurso previo al descanso, Robe volvía a parafrasear al ex alcalde de Madrid: “Haced lo que hacen los roqueros, como decía Tierno Galván”, del que aseguró que “hoy si viviera tendría que estar en Bélgica” para zanjar con el clásico “¡Haced lo que queráis, eso sí, que no os vean!”.
Tras un receso de unos veinte minutos arrancaba la segunda parte, donde tocaron del tirón (como vienen haciendo en toda la gira)“Mayéutica”, el disco conceptual que lanzaron el año pasado como segunda parte de “La ley innata”, pero grabado ya por la banda de Robe en solitario en lugar de por Extremoduro. Un trabajo que ha dado al proyecto un sonido más roquero: Lorenzo González metía hasta una tercera guitarra, Álvaro se lucía con los solos de Hammond, y Woody se marcaba al final de “Mierda de filosofía” (la tercera de las seis canciones que integran el álbum) un solo de guitarra donde le daba a su Gibson Les Paul con una taladradora Black and Decker, consiguiendo un sonido a lo Tom Morello (Rage Against The Machine) de lo más delirante, con concesiones al riff de “Primer movimiento: el sueño” (segundo corte de “La ley innata”). Todo el mundo coreó a grito pelado lo de “¡Y yo solo quiero hacerte bailar como una puta loca!” mientras hacía lo propio. Para cuando llegó “Un instante de luz”, Iniesta aulló junto a su público a una noche ya cerrada: “Au au au, si la luna brilla”.
Tras despachar del tirón su último disco durante casi una hora, un pequeño parón para que músicos y público recobrasen el aliento. Cualquiera que hubiese leído el aviso horario, sabía que el concierto estaba llegando a su fin. El silencio se rompía con un nuevo poema de Robe, que reaparecía con su Gibson marrón; Woody lucía una SG blanca: la cosa se iba a poner guitarrera. Y lo hizo efectivamente con el riff de “A fuego”, a la que siguió “La vereda de la puerta de atrás”. Las emociones estaban a flor de piel escuchando los viejos himnos de Extremoduro, y terminaron de aflorar con el remate: “Ama, ama, ama y ensancha el alma”, que servía para cerrar el show como en los viejos tiempos, aunque ya sin empalmarla con el “Rockin’ all over de world” de Status Quo (algo tan característico de Uoho, invitado al concierto que Fito & Fitipaldis dieron simultáneamente en el estadio San Mamés de Bilbao). Justo a la medianoche (0:00h de reloj) acababa de forma puntual el sueño de una noche de verano.
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