La sexta edición de Río Babel comenzó bajo un sol abrasador de julio. Como en los dos últimos años, se ha celebrado en la Caja Mágica madrileña. Los tres días en los que se celebra el festival tenían una gran oferta de cantantes o grupos, destacando artistas nacionales como Amaral o La Oreja de Van Gogh, junto a internacionales como Andrés Calamaro o Die Antwoord. También hubo hueco para el humor con Babel Comedy. Con ello, cada día de la programación era totalmente distinto, con diversidad de artistas y, por tanto, diversidad de público. Por suerte no se solapaban ninguno de los escenarios, por lo que no había problemas a la hora de elegir entre una u otra actuación, todas ellas de una hora de duración excepto los cabezas de cartel (con quince minutos más). La organización y el recinto fueron los adecuados, con una mención especial a las mangueras de agua y los puntos de hidratación para sobrellevar las altas temperaturas de julio en Madrid.
Jueves 4 de julio
Los hermanos Juan e Ignacio, es decir Morochos, acompañados de su banda, supieron encarar el horario y lo caluroso de la jornada frente a un público que se amontonaba en la escasa sombra que se producía gracias al escenario. Y lo hicieron con un “buen rollismo” que se propagó entre los asistentes tanto como el calor. Quizás no fuera la mejor hora para dejar fluir toda la energía, pero los gemelos se mantuvieron en su lugar e hicieron disfrutar a la “gente de verdad”. Descalzos, pero sobrados en entusiasmo. Más público acogió a continuación el show del argentino Trueno en el escenario Johnnie Walker. Más público, y muy joven. No es de extrañar que cada vez que Trueno mencionaba la ciudad, todo el público se volviera completamente loco. Su energía, las coreografías en sus temas más reconocidos y un vitoreado freestyle, lograron que todos resistiésemos al calor. Trueno es consciente de que “Real Gansta Love” se ha convertido en una de las canciones del verano en España y los que estaban allí demostraron que aunque su último disco, “El último baile”, haya salido hace poco más de un mes, ya se conocen bien sus letras. Sin duda el suyo fue uno de los directos que más pasiones despertó en la primera jornada.
La afluencia de público fue todavía mayor para Juanes. Probablemente muchos se desplazaron hasta el festival para verle a él, o así lo dejaban intuir las banderas y camisetas de Colombia que se esparcían por todo el recinto. Pero incluso quienes no iban por él pudieron cantar cada estribillo, puesto que el suyo fue un show de clásicos con infaltables como “La camisa negra”, “Es por ti” o “Me enamoras”, entre muchas otras. “La luz” fue la encargada de cerrar un show en el que el artista tuvo su baño de multitudes. Pero en la Caja Mágica también se vieron muchas camisetas de Maradona, así que sabías que muchos irían directos a ver a Andrés Calamaro. El argentino aparece vestido con gorra, gafas y una guitarra. Su voz está intacta, perfectamente reconocible. No interactúa mucho con el público y prefiere centrarse en interpretar sus temas más reconocibles, salpicando el set con alguna pieza para los más fanáticos. Entre ellos destaca el tema dedicado a su amigo el futbolista, “Paloma”, o el tan clásico “Flaca”.
Aun quedaba energía para una última fiesta con Nil Moliner, que sucedía en el “lugar paraíso”. El catalán consiguió que todos los que seguían allí después de tantas horas, saltaran, bailaran y gritaran cada canción. Moliner no dudó en agradecérselo constantemente, interactuando con todos los allí presentes. La banda, formada por diferentes vientos, batería y guitarras, consiguió el efecto que el cantante quería: transformar el Río Babel en un “Lugar Paraíso” cantando “Libertad” o “Good Day” a pleno pulmón. Isabel Santos
Patry Martín (Trueno)
Viernes 5 de julio
Pese a los problemas técnicos, retrasos y el calor que había a primera hora de la tarde, Rayden pudo sobrellevar el penúltimo show de su carrera (recordemos que en agosto se despide definitivamente de los escenarios). Lo hizo recorriendo su larga trayectoria durante una hora de concierto, mientras las mangueras duchaban a todos quienes estaban bajo el sol. Pese a la temperatura, Rayden convenció una vez más gracias a su potentísima banda y a canciones como “Haz de luz” o “La mujer cactus y el hombre globo”. A continuación llegó uno de los momentos más esperados del día. Empezó a sonar “Cuídate” y la gente enloqueció con La Oreja de Van Gogh. Y es que si algo tiene el grupo son canciones que han calado. Entre el público se escuchaban gritos de “¡Leire, Leire!” en apoyo a la cantante y frente al rumor de que Amaia Montero volvería a la banda. Ella respondió emocionada y bordando canciones como “Rosas”, “Inmortal”, “Puedes contar conmigo” o “20 de enero”. Mención especial mención para Xabi San Martín (teclado) que se lució con el theremín en “Muñeca de trapo”.
Y nadie mejor que los catalanes La Pegatina para salir a continuación y conseguir que todos nos sintiésemos libres para saltar, bailar, gritar o dar palmas. Y es que es imposible no hacerlo cuando Adrià Salas y la banda empiezan con una nueva canción. Hubo globos y confeti, pero sobre todo mucha energía a través de canciones que han nacido para hacernos sentir vivos. Obviamente, la fiesta debía acabar con “Mari Carmen” para poner todo patas arriba y celebrar esa gran verbena gritando “Tú hijo es un cabrón”.
Después de la fiesta, llegó un poco de calma con Él Mató a un Policía Motorizado. Si algo caracteriza al grupo argentino es que ha sabido crear un nutrido grupo de fans que les reverencian y se sumergen en todas y cada una de sus canciones. Y si no lo eres, te entran ganas de serlo cuando les ves sobre el escenario. Sonaron perfectamente conjuntados, creando una atmósfera difícil de describir con palabras y que llevó canciones como “Diamante roto” o “El tesoro” todavía un paso más allá con los visuales con las que las acompañaron.
Cuando les llegó el turno de cabezas de cartel, Eva Amaral y Juan Aguirre aparecieron en el escenario para recordarnos lo queridos que son por un público que estaba allí deseando cantar todas y cada una de las canciones de Amaral (Foto principal). Es imposible reconocer cuál de ellas fue la favorita de Río Babel, aunque está claro que la locura que desató “Marta, Sebás y los demás” fue uno de los grandes momentos de su actuación. Pero también podría haber sido “Moriría por vos” o “El universo sobre mí”. Por ello Eva no dejaba de sonreir. Para ellos, dijo, tocar en Madrid es siempre motivo de alegría y de celebración. Como también lo era que hayan terminado de grabar su próximo disco, del que interpretaron “Rompehielos”. Tras veinticinco años de carrera, los chavales que escribieron aquello de “no sé qué hacer con mi vida” han demostrado sobradamente que la música era su verdadero camino. Su energía, su presencia escénica y su batería de hits redondearon una actuación para el recuerdo. Isabel Santos
Rayden (Mariano Regidor)
Sábado 6 julio
En la jornada del sábado, la canícula que se había abatido sobre la ciudad en los días previos bajó hasta extremos razonables. Un alivio para el trío madrileño Gilipojazz, que ha hecho de la inventiva con elementos cómicos su seña de identidad, y que tuvo la misión de abrir la jornada ante los valientes que no se los quisieron perder. Con la sorna que les caracteriza, el bajista y cantante Ángel dijo que “esperaba que les estuviera gustando, porque la hora es mala”. Encandilaron a los fieles que disfrutaron con su rock progresivo hiperactivo lleno de requiebros y guiños, incluyendo homenaje a aquellos grandes filósofos que ya no están con nosotros: Aristóteles, Epícteto, Marco Aurelio...
El día más internacional del festival continuaría con el veterano septeto transalpino Modena City Ramblers, algo así como si The Pogues, en su mejor momento, se hubieran instalado en el norte de Italia. Apoyados por sus tablas y un sonido impecable –es lo que tiene llevar más de treinta años en la carretera–, pusieron a bailar al público desde una propuesta que combina sonidos irlandeses, música tradicional de su país y romanticismo combativo.
Me dio la impresión de que los australianos The Cat Empire fueron de más a menos, quizá por cómo enfocaron el repertorio de la tarde: ritmos y sonidos de jazz latino y salsa muy bien digeridos y engrasados al principio, que desembocaron luego en los toques de ska y un indie pop menos personal con el que perdieron algo de vigor. Bien, no puede llover a gusto de todo el mundo. Me pasó lo contrario con la histórica banda argentina Babasónicos, que les sucederían en el escenario Ámbar. Comenzaron algo dubitativos y lastrados por una falta de volumen que hacía perder los matices de su pop elegante y depurado. Pero se fueron entonando a base de repertorio, con momentos muy disfrutables. Ya sabemos que en los grandes escenarios abiertos escuchar a un grupo en un sitio u otro cambia como la noche y el día. Misterios de la acústica.
El precioso cielo de Madrid, cuajado de nubes errantes dispersas que esta vez no amenazaron tormenta en ningún momento, se había oscurecido cuando le llegó el turno a Two Door Cinema Club. Los norirlandeses son de esos grupos cuyas canciones parecen haber nacido para ser interpretadas y digeridas en este tipo de grandes escenarios, y se aplicaron con la profesionalidad que les caracteriza. Su indie pop canónico y muy de un momento determinado se apoyó en unos visuales muy bien diseñados, y fluyó con naturalidad hasta el final con su popular hit “What You Know”.
Las guitarras terminaron justo ahí, porque la noche y el festival iban a culminar con electrónica. Delaporte desplegaron su energía techno y espíritu rave sin dejarse nada –como es habitual en ellos–, con un show visual hipnótico perfectamente sincronizado con sus bombos a negras y sus texturas sintéticas. La vitalidad de Sandra y el poder curativo del techno encontraron respuesta entusiasta de los abundantes fans que se congregaron para celebrar un momento que, como recordó la cantante, no se va a repetir nunca. En esta celebración del presente nadie notó que Sergio se había lesionado en casa el dedo de un pie.
Para cerrar muy arriba la jornada y el festival –que congregó en los tres días a un total de cincuenta mil visitantes con un ambiente muy relajado y festivo–, los sudafricanos Die Antwoord acometieron su primera visita a la ciudad en nada menos que ocho años. Aunque su último álbum, “House Of Def”, data de 2020, la liaron parda con ese hip-hop mutante y ravero de inadaptados white trash que llevan por bandera, y con el que han roto esquemas desde su sonada irrupción en 2008. Puesta en escena misteriosa y agresiva con mucho naranja (¿carcelario?), loas a la comida local y un estilo de rimar tan impecable como visceral, que combina la voz de dibujos animados de Yo-Landi Visser con la de Ninja, mientras DJ Hi-Tek dispara bases y ritmos: son los atractivos en vivo de un proyecto que conserva ese halo de imprevisibilidad peligrosa con el que se ganaron hace tiempo su dudosa reputación. JC Peña
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