La tercera visita a la ciudad en poco más de dos años de Retribution Gospel Choir desprendía sensaciones históricas desde antes de celebrarse. Nadie que hubiese visto a la banda con anterioridad iba a permitirse el lujo de perdérselo, mientras que los primerizos se estrenaban alertados por la incuestionable fama cosechada por los norteamericanos. El de por sí pequeño escenario del local (al que posteriormente el propio vocalista calificaría como mejor bar del mundo) resultó aun más condensado por petición de los propios músicos, hasta formar un todo que enlazaba con la cercanía del abarrotado público. Con el soberbio “C’mon” (Sub Pop, 11) de Low aún reciente, Alan Sparhawk y Steve Garrington aparcan su grupo principal para unirse al batería Eric Pollard y liberar con salvaje ejecución las necesidades compositivas que demanda aquella inspiración plenamente visceral. De blanco riguroso, el trío desarrolla una agresividad que engulle a los presentes sin compasión. No hay posibilidad de escape y nadie reclama una salida. Los presentes se revelan atónitos y gustosos ante el titánico volumen que desgarra tímpanos a dentelladas. Canciones de sus dos discos publicados hasta la fecha como “Hide It Away”, “They Knew You Well”, “Your Bird”, “Workin' Hard”, “For Her Blood” o “Electric Guitar” arrastran a un adictivo infierno de sonido, caos y sudor. Todo sucede a un palmo, sin distancias reales, mientras el calor aprieta y Sparhawk gesticula, observándose el trance en que está inmerso en sus ojos. Una entrada hacia el particular universo latente en la compleja mente del artista. Impagable.
Wham bam thank you, ma'am, my quonsiets are answered!