Refree, otro mundo es posible
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Refree, otro mundo es posible

9 / 10
J. Batahola — 05-02-2011
Empresa — Marxophone
Sala — El Sol, Madrid
Fotografía — Alfredo Arias

Es posible cantar en catalán y triunfar en un concierto en Madrid. Lo es si las canciones son buenas. En las voces de los músicos que subieron a las tablas de la sala El Sol suena dulce y muy musical, tan honesto como el suicidio comercial que es dejar al amparo de la incomprensión lingüística canciones tan maravillosas como “Al senyor Beltran” o “Els veïns nudistas” en un bello ejercicio humildad. Sin las estridencias del castellano, ni mejor ni peor sino exactamente igual; tan sólo un vehículo para transmitir emociones. Y después del espectacular concierto de ayer, puedo afirmar sin miedo a equivocarme que sí, que es posible.

Nacho Umbert saltó sólo con su guitarra acústica, bajo un silencio tan atronador que hasta el ocasional soniquete de algún móvil despistado resultaba estridente. Las canciones de “Ay…” (Acuarela, 2010) son pequeñas maravillas todavía por descubrir, y temas como “Confidencias en el Palomar”, “Cien Hombres ni uno más” o “Rizos sin domesticar” ganan con la suavidad de una de las voces más interesantes de esa no-escena de nuevos cantautores catalanes. Cantó dos canciones nuevas; “Una chica espectacular” y otra acompañado por Refree al ukelele.

Raül Fernáncdez, acompañado por una banda de lujo, presentaba ante algo menos de media entrada su quinto trabajo y el primero en su nuevo sello autogestionado junto a Nacho Vegas y Fernando Alfaro, Marxophone. “Matilda” es un disco en el que el adjetivo “íntimo” se convierte en un tópico para hablar de unas canciones que dan un pasito adelante, que siguen coqueteando con el pop y las complejas instrumentaciones del jazz, que resolvieron con solvencia y un puntito de confusión ocasional. O quizás sea cuestión de costumbre, el público también necesita –necesitamos- educarnos. Más luminoso y básico en los temas nuevos, dejando las estructuras sincopadas casi de lado, las melodías de “Ciempiés” o “Torpe” fueron pequeñas nanas en un repertorio que avanzó sin sobresaltos recreándose en los arreglos. Pocas veces un batería se convierte en protagonista como lo fue anoche Oriol Roca. Banjo y ukelele en “Un buen tío”, Charango, flauta travesera, puntuales colchones de teclados, acordeón y deliciosas armonías a tres voces en el principio de “Ya no hay Pena” fueron detalles con importancia, que fueron de un tímido comienzo a la explosión de dulzura de los dos últimos temas; “Un buen tío “ y “La Reina de les Neus”. Sin duda, uno de los mejores conciertos de lo poquito que hemos podido ver en este 2011 que está todavía empezando.

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