Hace ya once años del autoréquiem que auguraba la retirada de Rayden de los escenarios. Un tema, el primero de su álbum “Mosaico”, en el que rezagaba su despedida hasta 2032. Su carrera entonces era incipiente y el artista que en ese momento se mostraba ante el público no tiene nada que ver con el que la pasada noche se presentó en el que fue su adiós a Madrid: su último WiZink Center.
Rayden anunció el pasado marzo el fin de su carrera musical el próximo agosto de 2024. Aunque en 2012 presagiaba que su despedida vendría a raíz de una falta de inspiración o un hartazgo de la industria, finalmente los motivos que le han llevado a cesar su carrera son meramente personales, buscando una mayor “paz y tranquilidad”.
Y precisamente porque tiene muy claro que es el final y no habrá recaídas ni medias tintas, el pasado 2 de diciembre lo dio todo para despedirse de su ciudad. Un show de más de 150 minutos y cerca de cuarenta temas que repasó toda una carrera breve en el tiempo —sumando catorce años sobre los escenarios— pero extensa si hablamos de trayectoria. El corazón de la música madrileña, en un formato reducido, acogió a en torno 8.700 asistentes que cantaron cada canción como si fuera la última vez.
Es lo que tienen las despedidas: historias paralelas que convergen cuando se trata de homenajear y dar un adiós. Desde el seguidor de su paso por la Red Bull Batalla de los Gallos hace casi veinte años hasta la persona que entró en su discografía por temas como “La mujer cactus y el hombre globo”, pasando por quien conoció un poco más de Rayden en su presentación del Benidorm Fest.
En ese “Réquiem de obertura” anticipado de 2012 el artista ya hablaba de tocar para “cuatro gatos”; la pasada noche no quiso perder esa “magia” que en ocasiones premia una sala y mantuvo la comunicación con su público, manteniendo contacto visual con aquellos que consiguieron las últimas primeras filas y siendo franco y honesto en la presentación de cada tema.
También esto lo presagió en 2012: “fui a regalar sonrisas y provoqué mil enfados”. A lo largo de su carrera, muy ligada al rap en los inicios —y, por tanto, con letras que destacan marcadas opiniones en temas sociopolíticos—, Rayden se ha enfrentado a distintas polémicas y juicios de todo tipo, algo muy común en el género y en la industria en general. Sin embargo, como quien ve el fin a la vuelta de la esquina, la pasada noche dejó fluir tanto las disculpas cuando lo creía conveniente como los dardos cuando era necesario. Hizo esto último en temas como “Don Creíque”, del que cambió la letra para dedicarlo y recriminar la actitud de Pablo Motos, presentador de ‘El Hormiguero’. También en “Caza de Pañuelos” aprovechó para señalar los casos de violencia machista en general y en la industria musical en particular.
En su réquiem Rayden hablaba de sí mismo como un referente emergente de la escena rap de la época. Aunque más alejado del género, no estaba mal encaminado. Y es que su último WiZink Center fue, además de su despedida, una especie de traspaso de legado. Subieron al escenario artistas como Alice Wonder, Vaho o Travis Birds, con las que el artista ya ha colaborado y a las que continua mostrando su apoyo y admiración con gestos como este.
También otros como Fredi Leis o Andrés Suárez, que permitieron contrastar perfectamente las etapas por las que ha pasado la carrera de Rayden, enfatizando aquí su vertiente más alejada del rap y con influencias pop, algo que queda patente en su último álbum, “La Victoria Imposible”.
Aunque el extenso setlist alternó este tipo de temas con los inicios del artista y el público supo adaptarse a las dos intensidades, “Haz de Luz” fue el “minuto de oro” de un concierto ya emotivo de por sí. Una pedida de mano y las lágrimas de Rayden anticipaban el final del show, que cerró con “Matemática de la Carne”.
Así, la “larga espera” a la que aludía en su réquiem, que ahora es de clausura, se ha reducido a una carrera compacta, evolutiva y con matices y deja un “obituario” a la altura: “siempre estaremos en las canciones que nos dedicamos”.
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