Séptima edición del Raúl Aransáez Rock Festival, evento musical que se celebra cada año en Vitoria-Gasteiz para mantener vivo el recuerdo de Raúl Aransáez, músico y hostelero de la ciudad, fallecido hace nueve años.
En esta ocasión, los grupos invitados fueron los guipuzcoanos The Grace Of Dionysus, el cántabro Aitor Ochoa y su banda Mad Mule, y los bilbaínos Los Brazos.
Los encargados de abrir el telón, pasadas las ocho de la tarde, fueron The Grace Of Dionysus, power trio de Zumaia, que empezó a caldear el ambiente de la sala Jimmy Jazz con su hard rock poderoso. Tras unos minutos de calentamiento, el público aceptó con agrado la potente propuesta de temas como "Insane" o la fenomenal "Joker's Smile", que explotó su aire soulero canallesco, al estilo Danko Jones. El rock and roll con alma prosiguió con "Little Wizard", posiblemente el mejor momento de su actuación. Base rítmica hipnótica, gruesos y melódicos riffs de guitarra, y un estribillo potente que resultó ser una apuesta ganadora. Los ritmos más pesados y oscuros de "Point Zero" también destacaron en un setlist que concluyó con el brio de "Mantra", alargada en duración respecto a la versión de estudio. Buen comienzo de velada, la cosa prometía mucho.
Despúes de la tormenta llegó la relativa calma. Aitor Ochoa apareció sobre el escenario muy bien acompañado por sus Mad Mule, sus particulares Crazy Horse. A un tipo relacionado con bandas tan importantes como Soul Gestapo o Los Tupper hay que prestarle atención. A lomos de su Mula Loca cabalgó entre el rock and roll y la americana, alternando garra y elegancia. Comenzó arrollador con "Me & You", menos de tres minutos de puro rock americano sin fisuras. Destacaría también "The Last Time", escapada sin duda de la banda sonora de algún western imaginario, uno con imágenes de interminables desiertos por los que vagar sin rumbo fijo hasta dar con el siguiente espejismo. Fue estupenda la interpretación de "Some Kind Of Monkey", con Tom Petty flotando en el ambiente hasta ese final épico con todos los músicos entregados a la causa. "Stone By Stone" sonó muy bonita y relajó los ánimos de manera temporal, preparando el terreno para el tenso in crescendo de "Nothin'" y la potente descarga casi final de "Mule", donde definitivamente adquirió forma corpórea el salvaje e indomable Caballo Loco de Neil Young, y con la que nos quedó un inmejorable sabor de boca.
Antes de la última actuación hubo tiempo para disfrutar del homenaje brindado por los organizadores y organizadoras del festival a Stuart MacDonald, melómano y fotógrafo escocés afincado desde hace tres décadas en la capital de Euskadi, convertido en icono de la escena musical vasca por su labor detrás de una cámara que ha sido testigo de cientos de conciertos y festivales. Tras un emotivo vídeo, el regalo de una txapela conmemorativa, y un discurso a cargo del propio homenajeado, quedaba una última sorpresa. Con la ayuda de William, vocalista y guitarrista de Los Brazos, el bueno de Stuart cantó "Learning To Fly", éxito de Tom Petty, ante la algarabía de un público que le quiere y le respeta.
Los Brazos recogieron el testigo y se prepararon para intentar poner su propio broche de oro a la noche. "Afraid Of The Sun" abrió la puerta por la que fue entrando su miscelánea de estilos musicales, pero fue "Your Game" el primer momento destacado. Rock and roll de sabor añejo y vintage, setentero o anterior, que nos puso en órbita casi desde la primera nota. El rock sureño de "Not A Crime" revoloteó sobre nuestras cabezas y recordó a los Black Crowes, subiendo el listón un poco más. La balada "What You Left Behind" y la bluesera "Tales", a pesar de la intensidad de esta última, bajaron algo el pistón y supusieron un punto de inflexión. Por fortuna, el pequeño bajón se quedó ahí y los vizcaínos remontaron el vuelo con canciones como la emocionante "Magic". Sonidos irlandeses dedicados a los niños y niñas que padecen cáncer. El ritmo trepidante continuó con el blues rock "Juice", entonado con temple y rabia por un William desatado que ya no podía sacar más jugo a su guitarra, maltratada ya sin piedad a estas alturas. La traca final del trío de Bilbao no dejó títere con cabeza. Enlazaron la trotona y zapatillera con toques rockabilly "Say My Name" con la hardrockera "Boogie". Ambas rivalizaron por el premio a la más cañera del repertorio y quedaron en tablas, antes de ceder el protagonismo a la campestre y desenfadada "Not My Kind", composición country rock ideal para echar el cierre a otra fiesta reivindicativa de la música y la amistad.
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