En esencia, todo sigue igual: una cuidada selección de grupos procedentes de la escena independiente nacional comparte cartel durante doce horas con las principales denominaciones de origen. Los asistentes se turnan entre catas y bolos, se encuentran entre los stands de las bodegas y entre el público de los conciertos y el día se dedica a maridar caldos y ritmos.
El éxito de esta formula, inédita hasta hace cinco años en España, es lo que ha convertido al Enofestival ya en cita de referencia anual entre el público que se resiste a sacrificar su paladar por asistir a un festival. Pero si todo sigue igual es porque todo cambia, y lo hace a mejor cada año, en especial en esta quinta edición: El festival se ha movido de la primavera a una época que le es tan propia como la de la vendimia, y ha cambiado las limitaciones del Circulo de Bellas Artes a la comodidad del TeatroGoya Multiespacio (antigua sala Aqualung) y de su terraza que, gracias al veroño de las últimas semanas, sumó un par de foodtrucks y algunos rayos de sol a un día dispuesto al disfrute.
Lo comenzaba Lorena Álvarez a la hora del vermú, rompiendo el hielo con la frescura y el buen gusto que han hecho sobresalir sus canciones populares y acompañada de Juan Carlos Roldán y Carlos Aquilué, dos clásicos de su banda municipal. Entre “Novias”, “Sin Titulo” o “Soy un olmo” desplegó sus dotes de show woman y venció a la timidez con la que muchos aún se acercaban al escenario, entre ellos compañeros de cartel como Soleá Morente. Del folk al post punk de Trajano!, encargados de sacudir la que en cualquier otro lugar del mundo hubiera podido ser la hora de la siesta. No faltaron “Las nieves del Kilimanjaro” ni temas de su ultimo EP como “Árpád Descansa” y “Cristales”. Con el ambiente ya caldeado se subieron al escenario Luis Brea Y El Miedo, y con ellos llegaron también algunos de los momentos más emotivos de la jornada. Ayudó la presencia de los incondicionales al festival, un evento que se gestó en los tiempos que Luis Brea era el encargado del Fotomatón y Cristina V. Miranda, directora del Enofestival, organizaba allí las catas concierto I’m The Mocker. Pero sobre todo el talento natural de este madrileño, conocido también como el psicólogo del indie, para tocar la fibra del público y generar momentazos como el que se vivió con su versión a capella de "'Baso' es con 'V'", ya himno generacional, o la sentada de “Automáticamente”, broche de concierto junto a su mítica “Dicen por ahí”.
A media tarde aparecían sobre el escenario Los Nastys con un set más tirando al punk que al garage y con el que dejaron clara, quizás demasiado, su intención de darlo todo. Obviamente, no faltó su “Fumar, beber y romper”. Tras ellos, la cantautora Carmen Boza se convirtió en bálsamo para un público donde se encontraban muchos de sus seguidores, entregados a su magnetismo desde que comenzó con su “Fin” y con los que no tardó en crear su propia atmósfera. Sonaron “No me parezco”, “Culpa y castigo y “Octubre”, entre otras.
Soleá Morente se subía al escenario al comenzar la noche y no tardaba en demostrar por qué a ella hay que verla en directo. Acompañada de una banda integrada por componentes de formaciones granadinas (bajista de Napoleón Solo, batería de Pájaro Jack, miembros y ex miembros de Lori Meyers…) y de Eduardo Pacheco, “hijo de mi madrina Carmen Linares”, como ella misma aclaró, se le quedó el escenario pequeño, y no solo en dimensiones físicas. Con temas como “Nochecita Sanjuanera”, “La Ciudad de los gitanos” y especialmente “Dormidos”, demostró su espectacular crecimiento como artista desde aquel “Encuentro” con Los Evangelistas y lo bien que le sienta esa seguridad con la que hace suya su mezcla de rock y palos flamencos.
La guinda la puso el concierto de Joe Crepúsculo, que en compañía de Aaron Rux adaptó su "Máquina de baile" a un set de grandes éxitos con los que todo el público se dejó llevar, cantando, botando y bailando “toda esa energía” acumulada tras un día de vinos. Dejó un buen sabor en boca y confirmó que esta edición, como ya es habitual, ha sido una buena añada para el Enofestival. Pena que haya que esperar otro año para disfrutar sus cosechas.
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