El pasado fin de semana (18 y 19 de marzo) tenía lugar en Logroño la primera edición del festival Quebrantahuesos, organizado por el sello riojano Discos Invertebrados, con el objetivo de dar visibilidad a las bandas locales emergentes y el rock estatal. El cartel lo encabezaban los cordobeses Viva Belgrado y los donostiarras Niña Coyote eta Chico Tornado. El resto eran propuestas locales, ya conocidas en la escena logroñesa.
Abrían el festival una de las últimas incorporaciones del sello, Montalbo, en la sala Fundición el viernes por la noche. La melodiosa voz del cantante contrastaba con riffs bellamente afilados, y el público respondía coreando “Chavales”, demostrando la buena respuesta que está teniendo el grupo a pesar de no haber sacado aún disco (aunque se espera que lo hagan pronto). El estilo de Montalbo recuerda mucho al rock de los años noventa, con pinceladas de Smashing Pumpkins, QOTSA o Radiohead.
Los seguían los (también riojanos) Oslo Ovnies, llenando el escenario de la adrenalina a la que tienen acostumbradas a sus fieles seguidoras y seguidores con su fusión de post-rock y post-hardcore, herederos de Bring Me The Horizon o Thrice. Aunque esta vez faltaba uno de sus cinco miembros (Kevin, a la guitarra), la banda defendió su propuesta con la energía de siempre.
Para cerrar la noche del viernes, y por primera vez en Logroño, subían al escenario Viva Belgrado. Se notaban las ganas que les tenían los logroñeses en el animado público que coreaba sus canciones. Incluso se vio alguna que otra lágrima de emoción. Los cordobeses, como ya es típico de sus directos, con el bajista de espaldas al público, tocaron con una potencia que llenó la sala de bellos paisajes sonoros, partidos en dos por la desgarrada voz de Cándido, el cantante y guitarrista de la formación. Cerraron con “El Gran Danés” de su sencillo de 2013 (“El Invierno”), que el público bailó animado hasta el final.
El sábado la jornada empezó a la hora del vermú con Micelio Eléctrico, una de las propuestas actuales más originales del norte, para orgullo riojano, en el Stereo Rock and Roll Club. Pese a empezar a la una de la tarde, la sala estaba a rebosar, ya que sus componentes son viejos conocidos de la escena local y su buen hacer no pasa desapercibido. Además, Pablo Magariños, a la batería, también toca en Montalbo. A mitad de concierto sorprendieron con una colaboración femenina a la voz. El estilo de este grupo es difícil de clasificar, hacen un rock muy personal con fuertes influencias bluseras y “desiertos sonoros”, según su biografía.
Por la tarde, en la misma sala, tocaron Eh, Mertxe!, del cercano pueblo de Oyón, una de las dos apuestas con letras en euskera. Es un grupo que siempre anima a bailar con su Rock and Roll de la vieja escuela, con influencias en el punk y el rock nórdico, y gustoso de ver en vivo. Actualmente están trabajando en su primer LP.
Por la noche, de nuevo en la sala Fundición, tocaba rematar el festival. Abrían los logroñeses Psycho Rebel Front, un grupo que se mueve entre el rock psicodélico, el stoner y el garage. Era la única propuesta en inglés del festival, con melodías que van de los pesados grooves del rock del desierto a los ritmos rápidos del punk, y una voz desgarrada al más puro estilo grunge de los años noventa.
Los seguían Tobogán, con un potente directo y reivindicativas letras. Dani, el cantante y frontman, nunca deja indiferente. Tocaron canciones de su último trabajo, presentado en verano de 2021, su obra más madura hasta la fecha: un LP con influencias en Kuraia, el rock nórdico de Turbonegro y leves pinceladas de oriente en la guitarra.
Para finalizar, Koldo y Úrsula (la única música de las ocho bandas) de Niña Coyote eta Chico Tornado (foto encabezado), ponían la guinda a este festival. El último concierto en Logroño, en el verano de 2020, se vio truncado por una tormenta, así que los asistentes al Quebrantahuesos venían a por la revancha, y eso se notó, ya que fue el concierto más bailado. Los pogos se sucedieron hasta la última canción (un versión de “Killing In The Name”, de Rage Against The Machine). Sin duda más de un asistente llegó a casa con los huesos machacados. Aunque a eso venían.
En definitiva, una primera edición de un festival que, esperemos, haya llegado para quedarse. La acogida ha sido buena, Logroño ha demostrado que tiene mucha escena para ofrecer y un público entregado y receptivo.
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