El Purple Weekend puede sacar pecho por el trabajo bien hecho, tras las sensaciones dejadas por su trigésimo tercera edición y esa ventajosa posición consolidada por méritos propios a lo largo de los años. Una solera que señala al evento leonés como un obligado para todos aquellos aficionados a la escena mod, sonidos sixties, psicodelia, new wave, power-pop o garage, que generan un ambiente específico capaz de colonizar toda la ciudad y cundir como un atractivo más de la cita en cuestión.
Los británicos The Hurricanes inauguraron el escenario del Palacio de Exposiciones en la jornada del viernes, con un correcto concierto de rock con marcado acento clásico británico y leves pinceladas garageras. Aunque la propuesta del cuartero resultase algo limitada en cuanto a lo atractivo de su repertorio y también en intensidad ejecutiva, el combo cumplió en su, por otro lado, ingrato papel de caldear a un público todavía frío que llegaba al recinto en modo goteo.
Octubre, banda surgida a finales de los noventa en Murcia, cambió sensiblemente de tercio, con la intención de virar hacia un pop impecablemente desarrollado, incluyendo un trío de vientos rematando las bonitas canciones del combo y realzando la propia belleza intrínseca de éstas. Unas piezas con influencias de grupos patrios de los sesenta como Los Brincos o Los Ángeles derivadas en un pulcro concierto que, ante todo e inevitablemente, rememoraron el legado dejado por los locales Los Flechazos, lo que solo cabe entenderse como todo un cumplido.
El plato fuerte de la noche recaía sobre The Fleshtones, la mítica, incombustible e impredecible formación neoyorquina que, a su paso, refrendó un ejemplo de lo que puede llegar a ser un concierto de rock no especialmente bueno en cuanto a sonido y desarrollo, pero tremendamente efectivo y vistoso en términos prácticos. Los norteamericanos arrastraron a un público que ya ansiaba enfrascarse en niveles adicionales de barro, en base a la actitud y el carisma de dos veteranos como el frenético vocalista Peter Zaremba y el histriónico guitarrista Keith Streng. Acompañados de Jorge Jorge Muñoz-Cobo de Dr. Explosión al bajo (supliendo al enfermo Ken Fox), The Fleshtones suplieron carencias con la apropiación en primera persona de tópicos del género y una indiscriminada mezcla de estilos puntuando al alza. A pesar de que obviamente no fue su mejor concierto, lo cierto es que pocos consideraron apropiado quejarse al respecto de su más que divertido y nervioso concierto.
Ya en la jornada del sábado, The Warmbabies se encontraron en la misma tesitura que The Hurricanes el día anterior, si bien corrieron mejor suerte. Por un lado, la afluencia de público resultó más numerosa gracias al tirón de The Charlatans, que horas después ejercerían como cabeza de cartel. Además, los franceses (que publican en el sello madrileño Snap!! Records) mostraron bastante más recorrido y tablas en directo que sus colegas del día anterior, apostando por un sonido new wave depurado y bien parecido que convenció durante la mayor parte de su actuación.
Por su parte, The Speedways se impusieron (con claridad) como la auténtica revelación del sarao, ofertando un concierto enérgico y plagado de canciones pegadizas que tan pronto apuntan a Elvis Costello como a The Clash, pero que en ambos casos presumen con orgullo de estribillos irresistibles y verticales en extremo, levantados en base a una interpretación muy sólida. El combo, que venía con su reciente ‘Talk Of The Town’ (Snap!! Records, 22) bajo el brazo, dejó excelentes sensaciones a su paso por la ciudad leonesa, y pocos fueron los que no apuntaron su nombre en rojo cuando dieron por finalizado su espectáculo.
La presencia de The Charlatans era, sin duda, el principal atractivo del festival, en la que además era la única fecha de la mítica formación de Manchester en nuestro país. Supervivientes tanto de aquello que se dio en llamar escena Madchester como de la posterior avalancha del Britpop, lo cierto es que la formación ha practicado siempre un indie-pop de aires añejos pero vigencia atemporal, al margen de modas y amasando una cantidad ingente de himnos a lo largo de más de tres décadas de ininterrumpida carrera. Liderados en todo momento por el magnético vocalista Tim Bugess, su paso por el Purple Weekend resultó tan arrasador como se esperaba, con un concierto plagado de singles (“Weirdo”, “Can´t Get Of The Bed”, “The Only One I Know”, “North Country Boy” o “How High”) y una incuestionable puesta en escena que probó a partes iguales la profesionalidad y vigencia de un grupo legendario, además de poseedor de un catálogo envidiable capaz de convencer hasta a los más puristas.
La suya fue una de esas celebraciones globales que pasarán a la historia del Purple Weekend, evento que se rige por normas diametralmente diferentes a las que acompañan a decenas de festivales clones, apostando con valentía por un perfil específico y personal que no se cierra a propuestas coherentes con su esencia. Una oferta que, al mismo tiempo, se enriquece con magníficas exposiciones, charlas y un buen puñado de actividades paralelas, motivando el inconfundible color que esos días vive cubre la ciudad, al tiempo de potenciar el incalculable valor del asunto.
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