El calentamiento de anoche corrió a cargo de KVB, un dúo británico que a base de guitarra distorsionada y unas bases macarrónicas, tampoco calentó excesivamente, la verdad. Cerraron su intervención con una versión de “Sympathy For The Devil, que funcionó casi como irónico preludio para introducir a Genesis P-Orridge.
Porque eso es lo que sentimos muchos de los acudimos ayer al show de este mito británico y su banda Psychic TV, una mezcla de simpatía e intimidación, admiración y respeto. Un respeto más que profundo por una bestia parda en eso de transgredir e ir más allá.
Terminaron la versión de los Rolling, veinte minutos de rigor para repostar e ir al baño y la bestia parda salió a escena. Digamos que el look de Genesis fue en sí mismo un reflejo de lo que vendría después. Un collage. Trenzas rubias de tabernera alemana, dientes de oro, chaleco con parches rollo "Sons Of Anarchy", camiseta bien prieta a la barriga, pantalones con cremalleras metálicas y zapatillas horterillas de deporte. Y para rematar, una linterna en la frente a lo minero (un frontal) para leer sus papeles. Un cristo.
Lo mismo su música. Un maravilloso cristo. Fantásticos punteos ácidos, baterías cogidas de Joy Division, pianillos como de los Rolling Stones, momentos festivos -casi de estadio- que recordaban a New Order, ritmos pesados de la primera Velvet Underground… y todo con el deje spoken word y salpicado por cortes de archivo. Así que eso, no es mal collage.
El arranque fue, a pesar del desconcierto general, vibrante. A los cinco minutos, nuestra bestia parda ya estaba tocando el violín con dos arcos, uno en cada mano. De pronto, una melodía de circo siniestro para introducir una de sus canciones más populares: “Just Like Arcadia”. Tal y como termina, se oye de fondo una sintonía como de dibujos animados. Y así todo el show.
Es verdad que el que buscara radicalidad anoche -bien en el sonido, bien en la puesta en escena- desde luego no la encontró. Ni rastro del terrorista cultural que atemorizaba con sus Throbbing Gristle allá por los 70. Toda la iconografía -violentísima y con regusto fascista en otros shows que hemos visto de Genesis- estuvo anoche muy suavizada. El británico mostró su cara más amable, para disgusto de algunos y disfrute de muchos. Y cuando digo cara no me refiero a su rostro, claro, totalmente inexpresivo fruto de las operaciones de cirugía estética. Eso sí, sonrisa brillante a cincuenta metros gracias a su dentadura cromada.
El/la británico/británica (él mismo se hace llamar "s/he"), que con su propuesta industrial de hace décadas quería poco más o menos que generar un descalabro en el oyente, ayer nos trajo una banda engrasada y con ganas de gustar. Cada uno de los que pagó su entrada sabrá lo que buscaba anoche. Unos sólo querían ver de cerca a Genesis. Otros escuchar alguno de sus hits. Y los más, esperaban disfrutar/sufrir la propuesta radical de la bestia parda. Lo que es seguro es que a todos les supo a poco, porque en medio de una de sus peroratas, el batería se levantó, le dijo algo oído, el resto de la banda hizo mutis por el foro… y fin.
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