En nombre de la libertad
ConciertosHondo

En nombre de la libertad

8 / 10
David Pérez Marín — 27-03-2025
Fecha — 22 marzo, 2025
Fotografía — David Pérez Marín

Teníamos marcado a fuego esta fecha en el calendario, una cita ineludible para amantes no solo del flamenco más arrebatador, personal y vanguardista, sino para toda y todo que aprecie el ARTE mayúsculo, el que bebe de las fuentes primigenias, de las sabias raíces y, a cada paso, se transforma, muta y vuela libre más allá de las estrellas. Con esas mimbres nace esta primera edición de HONDO, presentando un cartel y marco de ensueño, bajo la brisa primaveral y el vaivén de las olas de fondo de la playa del Camisón de Arona, en el sur de Tenerife, juntando en su escenario a dos de las propuestas flamencas más rompedoras del momento: Rocío Márquez & Bronquio, con ese descomunal Tercer cielo (22) que nos partió en dos y conquistó desde el primer instante, un trabajo que marca un antes y un después en la dialéctica creativa entre flamenco y electrónica. Y, por otro lado, otra de las voces más magnéticas y valientes de la actualidad, Ángeles Toledano, con su sobresaliente debut Sangre sucia (24) bajo el brazo. Huelva, Jerez y Jaén al mando, una noche jonda con rico acento andaluz y arte por los cuatro costaos, que comienza con un viaje culinario que rezuma el mejor aroma canario posible, de la mano de Diego Schattenhofer, galardonado con una Estrella Michelin este año. El chef de Taste 1973 y Hotel Villa Cortés (Tenerife) nos ofrece un showcooking en directo en el que degustamos cinco platos con las mejores materias primas de las islas, inspirados en el legado de los antiguos guanches. Alta cocina, fusión perfecta entre vanguardia y tradición que, con el Tres golpes”(22) de Perrate sonando de fondo, nos deja el estómago y el corazón contentos, preparados para el derroche de flamencura que nos va a pasar por encima una vez más.
El show comienza con Bronquio en escena, a los mandos de la nave electrónica, expandiendo las hipnóticas e inquietantes atmósferas de “Paraíso. Cuántos cuerpos por venir”, con Rocío Márquez entonando a la perfección, fuera de plano, esa rompedora Milonga que abre “Tercer cielo”, pisando las tablas cual profeta caminando sobre las aguas, cruzando la bruma sintetizada que ese demiurgo jerezano teje con la naturalidad de su propio respirar y: “Cuanto más denso más blanco, / si es pensamiento, si es pensamiento… / Como los falsos amores / que se clavan en mi pecho, / como los mismos amores…”. Ya en sus redes y pellizco colectivo en el pecho. El duende y el compás sigue su paso en la alquimia lorquiana de zapateados, palmas y beats electrónicos de la juguetona bulería “Exprimelimones”, vibrante y resplandeciente oscuridad que funde y se libera por (ra)verdiales, otra de las masterpiece del disco, una “Niña de sangre” que vence el miedo y la herida, con Rocío y Santi provocando el primer gran movimiento sísmico en Hondo, con ese “motivo profundo” guardado y compartido, “por si se cayera el mundo”, con catarsis final y mantón girando en el aire como si fuera la última noche en la Tierra.
Hemos tenido la suerte de ver este espectáculo, durante estos casi tres últimos años, en múltiples ocasiones y formatos, y no nos deja de atrapar y remover, con el dúo cada vez más unido, suelto y disfrutón sobre las tablas. Así continúa el hechizo y no dejan de calarnos una y otra vez, ya sea por rumbas (“De mí”), intercambiando posiciones, con Rocío lanzándole versos tras los mandos electrónicos y con Santi, micro en mano, replicándole desde el centro del escenario; pasando por ese “con el garrotín, con el garrotán, / en el nombre de la libertad”, volando con “Un ala rota” y haciendo añicos cualquier cadena pasada, presente y futura, hasta terminar, una vez más, pandero en mano, por parirse a sí mismos” en “Droga cara”, ardiendo la noche “como esa mariposa que se abrasa en la luz” y ese “corazón que se inflama al verte”.
Siguen desgranando Tercer cielo y la magia no cesa, ya sea con la majestuosa y fantasmagórica seguiriya dividida en tres (versos de García Montero), “La piel”, con Rocío libérrima y estelar, brillando más que el foco al que reta con su canto; o con esa “Agua” que es puro fuego por tangos y esa soleá en la que los juegos de luces y humos alcanzan misticismo cumbre, “Prefiero la muerte”, con la silueta de Rocío apareciendo en el escenario a contraluz con los brazos en cruz, atravesándonos con esos sentidos versos que reabren heridas: “Peor que la soledad / es mirarte frente a frente / y no poder sacar / este miedo tan presente”. Mirarte y no verte. Pero no, no preferimos la muerte, como canta Caracol en el sampleo de Bronquio, nos aferramos a la vida extra que nos regalan en cada interpretación, con Rocío subida en la mesa y Santi haciendo diabluras en aquel “Empezaron los cuarenta” que encendió la mecha, pasando por el seductor embrujo del “cric cric de grillos” de “Mercancía” o esa bacanal techno de “El corte más limpio” que abre el cielo en dos, con ese bellísimo fragmento previo de la inédita “A ti” (¡ay!) que nos araña por dentro: “A ti, veo calmando mis pesares, a ti. / A ti, y en las caricias de cada mañana… / A ti, te veo en la voz de mi inocencia, a ti. / A ti, cuando no tengo a nadie, solo te tengo a ti…”. Y broche final con “La marca” (esa que ellos dejan, en la piel y en la memoria), con la pareja artística al borde del escenario y Rocío, a capella y corazón abierto, haciendo suyos esos versos que cantaba Mairena y que aún flotan, como única respuesta y camino posible del arte, en el aire de esta primera edición de Hondo: “Aquel que se va, / va diciendo en el silencio: / ¡Qué grande es la libertad!”.

Difícil salir tras lo vivido, pero Ángeles Toledano es otra elegida y, acompañada de Benito Bernal al toque, batería y percusiones y dos amigas (y grandes cantaoras) a los coros, nos emociona, sobrecoge y enamora de principio a fin, desde la espectral y onírica toná campesina inicial, “Araora”, pista que abre también “Sangre sucia”, su imprescindible primer largo: “Jaulas partías, restos de piel y alas… / jaulas partías, mientras la tierra ara, besa su hería… / La tierra por ser la tierra, conocerá mi dolor, / al pie del almendro estoy, / aunque le corten la flor…”. . Sentada en silla de enea y con sintetizadores siempre a mano, demuestra en todo momento un dominio absoluto de la tradición, insuflando brisa fresca a cada latido de impureza, libertad creativa y personalísimo sentir que crece de su garganta como enredaderas de neón en la noche tinerfeña, rompiendo todo techo y cielo; una suerte de imparable conjuro femenino (más necesario que nunca) que abrazamos sin pestañear. Así, “ilumina nuestro caminar” por bulerías en “Nocturna manzana”, nos corta la respiración por “Soleá”, con ese “susurro del viento en el que caracolea una amapola”, para terminar de mecer hasta la última estrella bajo el fuego lento de la taranta “Eres guapa”.
De cumbre en cumbre, por bulerías (“Nada ha pasado, pero todo ha sucedido”) y alegrías (“X las niñas”), intercambiando cantes, coros y complicidad con sus amigas en el centro del escenario, para terminar por conquistarnos, antes con una “Seguiriya” que nos relampaguea en el pecho, y después con esos jaleos de “Mamá, tenías razón”, con Benito a los sintes y palmas, Toledano flotando por el escenario, sobrada de flow y arte, y percusiones y coros a una.

Y como colofón de esta inolvidable primera edición de Hondo, de mujeres valientes de hoy, a dos referentes que rompieron muros y abrieron caminos, versión de las hermanas Muñoz, Carmela y Tina, Las Grecas, con Ángeles erizando hasta la madera de las sillas en las que estamos sentados, regalándonos una interpretación al alcance sólo de las más grandes, tema inédito que quedó fuera de “Sangre sucia”, la maravillosa “Que bonito aquella noche” y esta también.

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