La tercera edición del Primavera Weekender ha sabido poner el foco de nuevo sobre lo rabiosamente emergente. Un arsenal intachable de propuestas que versan de lo sintético a lo analógico, de la música rave al noise rock, sin configurarse como un simple cajón de sastre de géneros. Más allá de todo eso, el festival, a modo de espejo, invita a reflejarse y descubrir todo aquello que está por venir y que, en algún lugar, se está moviendo. Qué está sonando y cómo está sonando. Todo ello, al tiempo que cuida y recupera con mimo un panorama férreo formado por grandes artistas que ya conocemos. Tú mismo decides dónde verte reflejado, la euforia por hallar, y así encontrarse, estaba servida.
Viernes, 18 de noviembre
Arrancaba la primera jornada a ritmo de pop de la mano de la valenciana Carlota para inaugurar el escenario Excálibur ante lo que sería todavía una tímida asistencia. De la ingenuidad que destila su último largo "Regálame Flores" y sus inconfundibles “Los Últimos Días Felices” o “Tobillos” pasamos a algún que otro tema por ver la luz en las próximas semanas.
El ambiente comenzaba a caldearse poco después, y de qué manera, con una más que radiante Soleá Morente. Brillante desde el principio, una simbiosis entre el “quejío”, el flamenco y la electrónica se hicieron rápidamente con todos los presentes con ese “Aurora” que tanto funciona sobre las tablas. Y es que la versatilidad de la artista quedó más que patente en uno de sus temas más eclécticos “Domingos”, colaboración con otro de los nombres del viernes Triángulo de Amor Bizarro, o la emocionante versión de Enrique Morente, “Sembré una esperanza”. La siempre aclamada “Baila Conmigo” dio fin a un concierto incombustible de un contundente magnetismo.
Con Miso Extra comenzamos a descubrir la parte internacional que guardaba la heterogénea propuesta del Primavera Weekender. La productora británica de ascendencia japonesa, equipada junto a su banda como si de un equipo de fútbol se tratara, ofreció un divertido show presentando su primer EP "Great Taste". Un cóctel de electrónica, R&B luminoso y chill-hop breve pero intenso que culminó con toda una fiesta de balones de fútbol hinchables de un lado para otro de la sala al tiempo que descargaba su adictiva “Deep Fried”, canción que repitieron como bis a petición del público.
De vuelta al escenario Estrella Damm Amaia nos daba, efectivamente, la bienvenida a su show con la puesta en escena característica de su gira. En su envolvente actuación de luces, aros, destellos y purpurina, la pamplonica se fusionó con su piano en repetidas ocasiones a lo largo de su intervención. Véase la siempre efectiva versión de “Fiebre” de Bad Gyal o la emotiva adaptación acústica de “Pesimista”, momentos íntimos que rápidamente dieron paso a las incandescentes siempre coreadas “Yamaguchi”, “Nuevo Verano” o la cover de Los Planetas “Santos Que Yo Te Pinte”. A destacar fue el instante en el que Amaia se apoderó de una espada, no olvidemos el marco de resort medieval en el que nos encontrábamos, de uno de los acérrimos fans de las primeras filas para reivindicar su tema feminista “Así bailaba”, lanzado el pasado verano junto a Rigoberta Bandini. Al margen de algún que otro problema técnico relativo a los sintetizadores, se coronó como uno de los conciertos más aplaudidos de la jornada.
El dúo compuesto por Charlotte Adigéry & Bolis Pupul fue del todo anfetamínico para todo aquel que se acercara al escenario Brugal justo en el epicentro de la programación del viernes. Imposible resistirse a los ritmos dinámicos e intempestivos de los frenéticos belgas descendientes de inmigrantes que, en un show enérgico y vital, dieron rienda suelta a su sintético pero a la vez orgánico Topical Dancer. Un prometedor primer álbum que expone sin tapujos, desde la ironía, problemáticas como el racismo y el acoso sexual que ellos mismos han vivido en sus carnes y que tan bien han sabido traducir a canciones. Sin duda, uno de los grandes descubrimientos de la presente edición.
Pronto llegó el esperadísimo turno de una de las bandas posiblemente más influyentes del efímero shoegaze. Los británicos Slowdive sacudieron la pista con sus hipnóticos paisajes sonoros en una atmósfera íntima como solo ellos saben hacer. Ensoñación en estado puro desde el arranque con su tema homónimo, pues “Slowdive” daba inicio así a un concierto a modulación progresiva para delicia de muchos. El ritmo solo pareció acelerarse con las celebradas “Crazy For You” y “Star Roving”, no sin descuidar los interludios a guitarra, construyendo con esmero y de la nada. La versión de “Sleep” de Eternal fue fiel ejemplo de ello. El veredicto fue, cuanto menos, concluyente, tras aquel delirante final al descargar la icónica “When The Sun Hits” y “Golden Hair” de Syd Barrett. Los británicos mantienen una esencia única después de tres décadas sobre los escenarios.
El colectivo musical y multimedia canadiense Crack Cloud sorprendió positivamente, constituyendo otro de los hallazgos entre las propuestas más novedosas del cartel. Creativos insaciables y completos gamberros bajo los focos, lograron sin esfuerzo que el público bailara cada uno de los cortes de su excéntrico último disco, "Tough Baby".
De vuelta al Estrella Damm, Nilüfer Yanya desplegaba su característico pop con tintes de soul cada vez más acusados en su reciente "Painless", pero demostrando que tampoco titubea a la hora de experimentar con géneros tan dispares como la electrónica o el jazz. La artista inglesa protagonizó una actuación correcta y mesurada, sin grandes ostentaciones en temas como “belong with you” o “L/R” y algo más estimulante fue su personal versión a PJ Harvey “Rid of Me”.
En la recta final del viernes, los arrolladores Triángulo de Amor Bizarro aterrizaron dispuestos a revolucionar la pista, tanto que la vocalista literalmente tardó menos de dos canciones en cargarse el amplificador. “Hay que vivir esta noche como si mañana no existiera, como si mañana no hubiera Twitter”, bromeaba Isa antes de dinamitar su rabiosa “Amigos del Género Humano”, toda una declaración de intenciones de la inclemente potencia que se nos venía encima. Un imponente show que pronto se convirtió en un baile de pogos y crowd surfing entre los asistentes. La banda gallega puso de manifiesto tras su impetuoso arsenal de hits que, una noche más, son una verdadera apisonadora en directo. Por su parte, Bolis Pupul volvía a hacer aparición, esta vez en solitario y en el escenario Excálibur, para transportarnos a un viaje extrasensorial sin precedentes de la mano de su live synths set. Los secuenciadores, arpegios y adictivos loops electrónicos sumieron a todos los que todavía resistían en una especie de trance, imposible no doblegarse a la inercia de sus ritmos.
Sábado, 19 de noviembre
El Magic Robin Hood Park amanecía con una de las sorpresas musicales de la segunda jornada, desvelando por fin el misterio del concierto al mediodía de Casero con motivo de la “La previa de Estrella Damm”. Una buena forma para calentar motores antes de dar paso a un programa del todo agitado por su variadísimo y obligado repertorio.
Desde primera hora de la tarde, Antònim inauguró el escenario Brugal ante una asistencia nada desdeñable. Presentando los temas de su reciente disco de debut, "Llarg camí", la agrupación que oscila entre el rock, la psicodelia y el sonido sintético, fueron todo dureza a lo largo de su live.
Más nombres nuevos asomaban con el turno de TWIN. El proyecto de Ana López demostró una versatilidad total con una cover adaptada a su apuesta electrónica de “As It Was” de Harry Styles. Dinamismo trip-hop y vaporosos teclados de su homónimo primer EP se conjugaron en unos temas que no hacen más que crecer en directo.
Tras la oleada de synth-pop, la canadiense Sister Ray tomó el relevo irrumpiendo con su guitarra en el Estrella Damm en lo que constituía su primera vez en España. Acompañada por su banda, Ella Coyes se dejó la piel para cantar su "Communion", una colección de píldoras indie folk con momentos de brillo inmaculado más próximos al pop que alivian y curan unas heridas profundas.
Poco más tarde, Luna Li también se estrenaba en nuestro país en lo que se configuraba como el punto final de su intensa gira. La artista coreana-canadiense pudo presumir de un sonido impoluto, meciéndonos en los pasajes instrumentales, muchos de estos compuestos en la época de pandemia. Incluso nos invitó a cerrar los ojos para crear en directo un loop onírico al violín en una especie de meditación y conexión con el momento presente.
El caso de Mykki Blanco dejó el sabor agridulce del sábado. Tras una apoteósica entrada, bajarse a la pista, organizar un círculo entre el público y subirse a las barras en un episodio irreverente que dejó a todos con la boca abierta, la rapera pareció molestarse por el bajo sonido de su show. Momentos después de desaparecer del escenario, megafonía anunciaba la cancelación del mismo por indisposición de la artista. Horas después, sus redes sociales ardían con mensajes de reivindicación por la salud mental y lo que la presión de la industria musical había supuesto para los músicos con giras físicamente insostenibles, especialmente después de la pandemia. Una situación que lamentablemente los había colocado, prácticamente, contra las cuerdas entre seguir corriendo en la rueda de hámster o según ella misma aseguraba “ofrecer una fiel y digna actuación”.
Más marcas de la casa Primavera Labels como Desert siguieron desfilando, esta vez en clave de urgente electrónica. El llenazo fue absoluto en el Excálibur. Humo, luces y sombras bailaban al compás del por fin primer largo "Caos Sota el Cel" después de diez años en activo del dúo. El LP vio la luz justo un día antes de su paso por el Weekender y auténticas e incisivas como “No pots perdre el control” o “Ja no et tinc” ya se erigieron como verdadera artillería de dream pop electrónico. Habrá que seguirles la pista.
Con Arab Strap, uno de los grandes reclamos del sábado se abrió la veda a las guitarras magnéticas, la fuerte presencia vocal de Aidan Moffat y, en definitiva, el slowcore post-rock tan característico de su extensa discografía, eso sí, sin limitaciones. Pues tras casi veinte años de inactividad compositiva, "As Days Get Dark" coquetea con el post-punk, la electrónica, los sintetizadores y las percusiones tribales. Descargaron sus imprescindibles “Compersion, Pt. I” o “Fable of the Urban Fox” con evidente maestría, e incluso rescataron “New Birds” para deleite de los nostálgicos.
El colectivo Mainline Magic Orchestra puso una vez más el Excálibur patas arriba disfrazando a gran parte de los asistentes con su mismo atuendo. Así, los catalanes hicieron de las suyas dándolo todo, y enseñándolo todo, en uno de los espectáculos más descarados que han pasado por los escenarios de esta edición. Toda una juerga de “Baile” y “Xumba Xumba”, no apta para todos los públicos.
Con un setup sorprendentemente comedido, Yung Lean hacía acto de presencia acompañado por Yung Sherman a los decks, integrante original de SadBoys. La espera mereció la pena para conducirnos salvajemente a una antología de los temas más conocidos de su trayectoria. Una cruda retrospectiva desde 2014 hasta la actualidad. La euforia, nada contenida entre las primeras filas, fue in crescendo hasta alcanzar un incuestionable clímax en el que el sueco desató un mashup de sus legendarias “Yoshi City”, “Kyoto”, “Gatorade” y “Ginseng Strip 2002”. Tras este, el cantante bajó revoluciones para hacer sonar la balada “bender++girlfriend” y retomar la velocidad con la inesperadísima “Hotel in Minsk”, una canción anterior incluso a “Agony” que ni siquiera firma bajo el nombre de Yung Lean y que inevitablemente fue como un destello de luz para sus más fieles.
La fiesta llegaba a su fin con una escena completamente surrealista de la mano de Marcelo Pantani DJ enfundado en su equipamiento ciclista. Y es que si algo le faltaba al Primavera Weekender no era precisamente una masterclass de spinning a las dos y media de la madrugada. No quedó una bicicleta estática sin ocupante, deportista o no, pedaleando al ritmo disco house que dictaminaba el DJ italiano.
Confidence Man fueron los encargados de clausurar el escenario principal en un show techno pop electrizante. Aunque con un público algo reducido por aquellas horas, los que resistieron fueron cómplices del atrevido espectáculo, efectista y efectivo desde el inicio, del dúo más adictivo del cartel. La energía apabullante, las incansables coreografías y el buen rollo que desprenden, una vez más, no defraudaron.
Paralelamente, los inagotables They Hate Change trajeron la música rave al festival. Drum’n’bass, electrónica y acid en estado de ebullición que solo pudieron aumentar con el ímpetu de su último lanzamiento, “From The Floor”. Un bombazo de lo más estimulante que se saldó con una exaltada pista de baile, irrefrenable. Así, Primavera Weekender lo volvió a lograr, vivimos aquel fin de semana como si mañana no existiera.
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