Primavera Sound, calambres en la piernas
Conciertos

Primavera Sound, calambres en la piernas

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25-05-2013
Empresa — Murmur Town
Sala — Parc del Fòrum, Barcelona
Fotografía — Fernado Ramírez

Jueves 23 de mayo 

No me gustó nada empezar la semana pensando en los conciertos que iba a perderme de lunes a miércoles, en la de bandas interesantes que me gustaría ver o ver de nuevo y que se paseaban por el cartel del Primavera Sound 2013. Era el principio de una semana completa sobrada en conciertos que podrás ver y en conciertos que, quieras o no, se te escaparán. Pero la experiencia es un grado y no tengo un especial interés en mantener ninguna reputación, así que lo fundamental para un servidor es asistir a los conciertos que le sea posible, con calma un día, con nervios y corriendo de un lado para otro el otro. 

He aprendido que tanto da las actuaciones que veas, siempre habrá quien haya visto las mejores, las más brillantes, los conciertos para el recuerdo, siempre habrá quien eluda hablar de aquellos en los que habéis coincidido. Y ya saben cómo son las gratuitas, dicen que no nos preocupamos de hacer las cosas con rigor, así que uno puede sentirse liberado de cargas supérfluas y vivir el Primavera que le apetece, con ligeras concesiones –y digo ligeras- a la galería. Así que, ante la incapacidad de ver al mismo tiempo a Poolside y L’Hereu Escampa, ralentizo el paso y, tras unos pocos minutos de Woods, me enfrento a uno de los escasos hypes británicos de esta edición: Savages. Y me encanta comprobar que funcionan en directo bastante más de lo esperado. Aún recuerdo la decepción de, prácticamente a la misma hora y en el mismo escenario, ver a unos Iceage torpes y más rabiosos en las formas que en el contenido. Por suerte, estas cuatro chicas dejan entrever la mala leche que le falta a The Breeders a día de hoy, y su escaso repertorio suena lo bastante afilado para que su nombre salga indemne y nos las imaginemos en una sala a todo volumen. Ah, sí, suenan mucho a Siouxsie And The Banshees, pero eso ya ustedes ya lo sabían antes. En cambio, luego veo a Degreaser y la guarrería les puede. Esa es su filosofía, pero lo tosco de su sonido me impide ver lo que su bosque y su inminente “World” esconden en realidad. Esperaré a verles en otras plazas.

Ver a Manel era prácticamente una obligación. Presentaban su nuevo repertorio (prácticamente se lo habían cascado todo cuando salí para ver a Metz. Llegué tarde). En todo caso, pensaba que echaría a faltar mucho más el ukelele y que no me emocionarían como antaño. No lo hicieron, pero tampoco decepcionaron. Y que empezasen con “Ves bruixot” me pareció todo un acierto. Mis compañeros se encargaban de Tame Impala, así que eché una moneda al aire para decidir entre Jessie Ware (cara) y Dinosaur Jr (cruz). La verdad, me alegro de que saliese cara. Fueron unos pocos temas, pero da gusto continuar viendo como unos tipos de esa edad ponen en su sitio a montones de chiquillos. Aunque también es cierto que la actuación de Bob Mould se hizo querer mucho más que la de Mascis y cía. Mould ha aparcado sus experimentos con la electrónica, se ha arremangado, ha grabado un buen disco –como casi todos los suyos- y ha salido por el mundo no solamente a defenderlo sino a dejar claro (el repertorio lo dejó claro) que los tiene bien puestos desde tiempos de Hüsker Dü y Sugar. De no ser así, hubiese podido ver a Sean Nicholas Savage, otro de mis objetivos no cumplidos de la jornada (aunque el más doloroso ahora mismo fue abandonar antes de que Death Grips actuasen, así que no me lo recuerden).

A The Postal Service (en la foto) les ví en su momento. Hace muchos años tuve que decidir entre Metallica y ellos, así que era un placer recordarle a la gente que había tomado la decisión correcta. Por lo menos hasta que se anunció esta gira de retorno. Si el concierto de presentación “Give Up” no fue nada especial, tampoco lo fue el de esta gira de décimo aniversario, por mucho que conociésemos mucho mejor el repertorio, la banda llegase al Primavera Sound en loor de multitudes y Ben Gibbard hubiese perdido peso e incluso se atreviese a bailar junto a Jenny Lewis. Disfruté su actuación, pero cualquier concierto de Death Cab For Cutie está bastante mejor.

A Hot Snakes les había visto hacia una temporada aproximadamente, así que opté por Grizzly Bear. Y me sorprendí sumergiéndome en una actuación de sonido precioso y perfectamente encajado. Un ejemplo de grupo que se preocupa por sonar como es debido y en mantener el nivel de autoexigencia al máximo. Solo que uno de mis acompañantes comenta: “No es concierto para estas horas, ¿vamos a Fucked Up?”. Dudo dos segundos. Enésima vez que veo a los canadienses y una nueva oportunidad de constatar que sutilezas las justas. Pink Eyes en calzones, guitarrazos al aire y uno de los grupos más particulares (aunque viéndoles sobre un escenario puedan no dar esa sensación) del hardcore actual que aparece en los medios. Y una de las pocas formaciones con tres guitarristas en la que se nota su presencia. A continuación, error. La hora y la distancia jugaron en contra y, en lugar de Death Grips, me quedé con Simian Mobile Disco. Cumplieron y hasta dio la impresión de que sonaban más orgánicos que nunca. Sus directos a día de hoy no aportan demasiado a lo que ya habíamos visto en el pasado, pero siempre resultan más entretenidos que una sesión de Ableton Live.

También me gustaría subrayar que algunas cosas han mejorado en cuanto a organización se refiere. El crecimiento del espacio permitió estar más cómodos, las colas para acreditarse habían desaparecido (por lo menos para prensa) y en las barras todo funcionó con mayor agilidad que en años anteriores, sin que uno sintiese que se estaba perdiendo un buen concierto mientras esperaba a que les sirviesen una cerveza. Joan S. Luna

Viernes 24 de mayo

Posiblemente el nombre de Ethan Johns no le diga demasiado a más de uno, pero si echamos mano de su currículum y vemos que este hombre ha estado tras los controles de discos de artistas de éxito como Kings Of Leon, The Vaccines, Laura Marling o Ryan Adams la cosa cambia. Por eso era casi obligado ver su actuación que inauguraba en el Auditorio del Fórum la jornada del viernes cuando el reloj marcaba las cuatro de la tarde. Él solo, ya fuera con su acústica o la eléctrica, se lanzó con gran simpatía y muchas muestras de agradecimiento a interpretar temas como “Hello Sunchine” de su álbum “If Not Now Then When?”, en una actuación muy variada que podía pasar de marcarse un blues al más fiel estilo John Lee Hooker a recordarnos a Kris Kristofferson con temas de orientación más country-folk. Tras él le tocaba el turno y en el mismo escenario a una leyenda como Mulatu Astatke, quién con una magnífica banda de siete miembros y su ya clásico vibráfono en primer plano contentó a los amantes a los sonidos más jazzísticos de orientación africana. Sin embargo un servidor escogió coger la directa para acercarse al escenario Primavera y presenciar la que a la postre sería una de las grandes actuaciones de la jornada. Los sevillanos Pony Bravo tiraron de canciones de su último disco como “Turista ven a Sevilla”, “Eurovegas” o “Zambra de Guantámano” para hacer las delicias de los allí presentes, demostrando de paso que su propuesta merecía una hora que invitara a un mayor desenfreno, el mismo que provocaron con una recta final protagonizada por “La rave de Dios” y un “Mi DNI” absolutamente genial que provocó el pasmo en más de un turista despistado que se dejaba llevar por el inevitable contorneo de caderas. A continuación, le llegó el turno a un revisionista del rock’n roll y del rhythm & blues en su vertiente más clásica y elegante. Nick Waterhouse, ayudado por dos coristas y una banda muy competente, dejó su impronta gracias a una voz que funciona en los múltiples registros que adquiere su propuesta, del swing al jazz pasando por el sonido de clásica big band. Peace intentaron demostrar que su inclusión a esa hora y en un escenario importante estaba plenamente justificada. No lo lograron perdiéndose en una actuación voluntariosa, pero cargada de tics que recordaban a la época psicodélica y más setentera de, por ejemplo, The Stone Roses. Turno para realizar la primera peregrinación de la jornada y acercarse el escenario más grande para disfrutar de unos Django Django que convencieron sin arrasar. Una actuación correcta que echó mano de sus canciones más saltarinas y coreables como esa “Hail Pop” inicial que no acabó de arrancar del todo. De hecho no fue hasta que cogieron los tambores con “Skies Over Cairo” cuando la cosa empezó a ganar enteros, que acabaron de rematar con “Default” y sobre todo una trepidante “WOR”. Tras los británicos tocaba darse otro de esos largos paseos y dejarse caer por una de las sensaciones de la temporada, el estadounidense Matthew E. White tuvo que luchar contra los elementos y sobre todo contra un viento que se empeñaba en llevarse muy lejos los agudos y dejarnos una ensalada de graves de difícil digestión. Intentó contagiarnos de cierto frenetismo soul-rock con “Big Love” e incluso nos regaló una versión de “Are You Ready For The Country” de Neil Young para finalizar con un brutal crescendo gospel con un “Brazos” final que no acabó de quitarnos del todo el mal sabor de boca provocado por el sonido a todas luces deficiente. Y eso si obviamos que Matthew será un gran productor, pero de voz anda justito. El siguiente gran nombre a ver eran The Jesus And Mary Chain. A pesar de tirar de clásicos como “Some Candy Talking”, “Just Like Honey”, “Taste Of Cindy” o “Never Understand” no acabaron de sonar con el punto hiriente, oscuro y amenazador de antaño, como si la edad les pesara o hubieran decidido no levantar el freno de mano. No cabe hablar de decepción, pero sí de cubrir un expediente que a la postre solo satisfaría a los fans más entregados. Tras ellos nos dejábamos caer por el pequeño escenario donde Daughter se daban un baño de masas a la espera de otro de los pesos pesados de la noche, un James Blake que desplegó una colección de graves capaces de quitarle el cerumen a un elefante. Oscuridad, magia y una voz prodigiosa que enamora en canciones como “I Am Sold” o la profundidad sinuosa de “Overgrown” o esa maravilla que es “Retrogade” con la que finalizó una actuación que nos dejó deseando experimentarlo en una distancia mucho más corta. En cuanto a los principales cabezas de cartel, los resucitados Blur, pues una de cal y una de arena. Estuvo realmente bien verles en su concierto más masivo en nuestro país y frente a buena parte de un público que jamás les vio durante sus años de esplendor. Que empezasen con "Girls And Boys" fue un subidón de adrenalina instantáneo, pero hubo varios bajones durante el concierto, la voz de Damon Albarn parecía castigada y la gente se mostró excitada solamente en algunos momentos ("There's No Other Way", por poner un ejemplo de la primera parte del set), pero en otros perdía el interés con demasiada facilidad ("This Is A Low"). Al final faltó algo para que se llevasen el premio gordo a casa. Don Disturbios

Sábado 25 de mayo

La última jornada en el recinto del Fórum de la edición más multitudinaria de la historia del festival Primavera Sound se las prometía, sin duda alguna, como una de las mejores. Y es que en su cartel figuraban luminarias de la talla de Wu-Tang Clan, Nick Cave & The Bad Seeds, My Bloody Valentine o Dead Can Dance. Pero fue una jornada en la que se cocinaron platos para todo tipo de paladares. Desde el jazz pop de The Sea and Cake al techno dabke (música tradicional siria) de Omar Souleyman, pasando por el rock lo-fi de The Babies y el clasicismo indie patrio de la mano de Los Planetas, que interpretaron íntegramente su disco lanzadera “Una semana en el motor de un autobús”.
Fue una jornada en la que se materializaron dos bajas. Por una parte, y anunciada días antes, el esperadísimo Rodríguez –gracias sobretodo al éxito del film documental “Searching For Sugar Man”, que fue sustituido por Chucho; por otra Band Of Horses, cuyo vuelo fue cancelado por el mal tiempo sufrido estos días en Oklahoma, y que fueron substituidos por Deerhunter que hicieron doblete si contamos su actuación de dos días antes.
Durante la tarde, en el escenario Rockdelux, ubicado en el Auditori tuvieron lugar dos de los conciertos que más esperaba este año. Ambos relacionados con el teatro de alguna manera. Por un lado Apparat Plays Krieg und Frieden, y por otro la primera visita a nuestro país de Dexys (en la foto) –antes Dexys Midnight Runners- en más de treinta años desde la formación de la banda. La propuesta del alemán Sascha Ring se centró principalmente en la presentación en directo de su excelente último disco “Krieg Und Frieden (Music For Theatre)”, un disco resultado de las sesiones compositivas para fondo sonoro de la versión teatral de “Guerra y Paz” a cargo de Sebastian Hartmann. Arropado por un sinfín de maquinas analógicas y artilugios digitales, y ante un aforo abarrotado logró confeccionar odas paisajistas de profundo calado emotivo. Tras acabar con una apoteósica “A Violent Sky”, hubo que esperar sin salir afuera para no perder asiento. Y es que la ocasión de poder ver a los Dexys por primera vez debería hacer que mereciera la pena tal grado de expectativa –aunque supusiera dejar de ver a Dead Can Dance-. Pero lo cierto es que las enormes atenciones dieron paso a un estado de cierta desazón cuando el grupo interpretó los primeros compases de “Now”. Poco a poco fueron desgranando los temas de su último disco, “One day I’m going to soar”, en una versión teatralizada que contó con la participación de la actriz Madeleine Hayland. Pese a imaginativa propuesta se echó a faltar la energía de la época dorada de la banda. Sin duda han pasado los años y uno no puede esperar que un artista siempre muestre su vigor de juventud, pero bien es cierto que el espectáculo que propuso Kevin Rowland destilaba un intenso olor a añejo; que además contó con una banda menos fiera de lo apetecible –asimismo la incursión de diálogos en algunos momentos fue más bien en detrimento del ritmo -. Vimos todo lo contrario en el escenario principal, donde apenas dos horas más tarde asistimos al concierto más grande de todos los acaecidos, no solo durante el día sino de todo el festival. Y me temo que aquí todo el mundo va a estar de acuerdo en que Nick Cave & The Bad Seeds, además de regalar su mejor concierto en nuestro país de los últimos años, demostraron estar en otra liga, a años luz del resto. La interpretación de los temas por su parte fue sublime. Su presencia física volvió a ser cautivadora. Y con una escena así, el resto de la bando no tuvo otra opción que darlo absolutamente todo. La verdad es que el repertorio escogido fue lo de menos. Cualquier tema interpretado hubiera sido soberbio. Experimentamos una hora y media incendiaria en la que su último disco contó con mayor protagonismo aportando cuatro temas– “We No Who U R”, “Jubilee Street”, “We Real Cool” y “Push the Sky Away”-, pero también hubo tiempo para el recuerdo, con repaso a algunos de sus highlights más allá de “No More Shall We Part”, o sea de “Murder Ballads” del 96 para atrás, con las magistrales “Tupelo” y “The Mercy Seat”, “Jack The Ripper” o “Stagger Lee”. Antes del huracán australiano había visto gran parte del concierto de Wu-Tang Clan, y sí, reconozco que fue uno de los conciertos de hip hop más atinados de los últimos tiempos –normalmente las grandes bandas de rap pasan con más pena que gloria la prueba del directo dentro de un festival de rock-, pero lo cierto es que hacia la una de la madrugada, una vez Nick Cave se despidió del público, en mi memoria no había más espacio que para lo que acababa de ver. Tratar de salir del escenario grande fue tan complicado –o más- que la noche anterior con Blur. Intenté ir hasta la otra punta del recinto para ver The Babies y Liars pero no llegué a tiempo. Así que una vez allí opté por esperar a The Drones para ver el principio y luego ir a ver si tenía suerte con el directo de Crystal Castles. Lo cierto es que “I See Seaweed” y “How to see through fog”, no me engancharon así que ávido de emociones fuertes como estaba a esa hora, me encaminé hacia el anfiteatro donde estaba el escenario Ray-Ban. Allí Crystal Castles habían congregado a tanta gente que se esparcían por los laterales. Fue prácticamente imposible llegar a una posición donde poder captar el sonido en condiciones óptimas. Aún y así, y pese a percibir la batería mucho más fuerte que la voz de Alice Glass, pude disfrutar de algunos de sus hits como “Plague”, “Baptism” y sobretodo “Crimewave” y “Alice Practice”. Al final me quedé más de medio concierto, pero la llamada de My Bloody Valentine fue demasiado fuerte como para resistirme. De modo que volví a peregrinar hacia el escenario principal. Los de Kevin Shields ya llevaban un rato dándole a su máquina de ruido en forma de bucles. Había gente, pero no tanta como una hora y media antes. La verdad es que el problema de esta banda es que en directo no consiguen ofrecer las implacables sonoridades que logran en el estudio. Una auténtica lástima porque algunos de sus temas quedan del todo descompensados a nivel sonoro. De todos modos, al final, uno consigue recomponerlos mentalmente para no perder la oportunidad de disfrutar himnos como “I Only Said”, “When You Sleep”, “Only Shalow” o “New You”. Y ya que estaba en aquel extremo del recinto decidí dejarme un buen sabor de boca antes de marcharme. Así que Omar Souleyman fue la mejor opción. El sirio acompañado únicamente por un organista preocupado exclusivamente por poner las bases y tocar sus sintetizadores logró congregar a un buen puñado de gente que no dejaron de reír y bailar siguiéndole la veta a este gran maestro de ceremonias. Ho olvidemos que Souleyman ha sido –y es- un excelente amenizador de bodas y celebraciones en su país natal. Fue un final con sonrisa de oreja a oreja, pese a que los calambres en las piernas tras más de tres días de largas jornadas de conciertos, los cuales acabaron por aniquilar mi escasa, a esas horas ya capacidad de aguante. Por lo que me retiré sin poder ver ni un solo tema de Hot Chip o DJ Koze – y mucho menos la tradicional despedida a cargo de DJ Coco. Lluís S. Ceprián

 

7 comentarios
  1. Los temas de MBV quedaron totalmente descompensados a nivel sonoro porque las voces NO se escuchaban. Un auténtico fallo que, aunque no desmereció para nada la actuación, hizo que no se disfrutase tanto a nivel sensorial.

  2. -Soy uno de esos fans entregados de JAMC, y su actuación me pareció exactamente lo que al cronista.
    -A los MBV les estuvimos gritando desde las primeras filas "Turn the mic up!!!" un buen rato y ni p*** caso. Es que QUERÍAN SONAR ASÍ Y PUNTO.
    -Bob Mould, lo mejor de todo el festival.

  3. Disfrutar, lo que se dice disfrutar de un concierto, sólo lo consiguieron este año Thee Oh Sees. Para mi, el otro gran concierto fué Nick Cave. Aunque me lo paso como un enano, nadie más consiguió ese plus que transmite un directo emocionante. Lástima de sacrificar los Swans para ver a Blur...

  4. No se, para mi ver 3 o 4 canciones, da para pocas conclusiones. En fin. Para mi lo mejor fue... Tame Impala, Grizzly Bear, Phoenix, Django Django, Local Natives, Crystal Castle y Hot Chip. Postal y Blur decepción (me perdí Goat) y aunque Nick Cave no sea de mi devoción, gran performance.

  5. Solo coincido totalmente en una cosa: Calambre en las piernas!!! Estoy de acuerdo con el anónimo anterior, no se puede valorar actuaciones viendo un par de canciones. Creo que es dificil intentar ver varias actuaciones a la vez o al menos apreciarlas. Y claro, para gusto colores... y plumeros, je

  6. Nick Cave & Bad Seeds tocaron 65 minutos. No mientan.

  7. Savages, The oh Sees, Nick Cave, Dead Skeletons, OM... Con My Bloody Boringtine me dormí hace dos años, así que...

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