Jueves 27
El jueves La Buena Vida demostraron que ya llevan el piloto automático en directo, olvidando la frescura, espontaneidad y el sano espíritu amateur de sus primeros tiempos. Lo que antes era emoción, ahora se queda en una simple demostración de buenas maneras en el escenario que sólo conmueve cuando miran hacia el pasado. Una pena. Por su parte, Pretty Girls Make Graves apenas superaron el aprobado justo con una actuación algo monótona y falta de garra que no acabó de hacer brillar su potente rock de filiación hardcore y post punk. Demasiado histriónicos y pasados de vueltas. Mucho mejor resultó ser el concierto de Dizzie Rascal, brevísimo y macarrilla, pero suficiente para demostrar que lo suyo no son fuegos de artificio. Los que si cumplieron sobradamente en la primera jornada del festival fueron dos de las realidades más sólidas de la escena underground barcelonesa, Sybil Vane y The Cheese. Las primeras demostraron -a pesar de ciertos problemas técnicos- lo resultonas que son en directo las canciones contenidas en su excelente debut. Mientras que el dúo formado por Arnau (ex Omega Cinco) y Mau (Zeidun) demostraron ser unos dignos sucesores de los Sonic Youth más experimentales y contundentes gracias a un directo que dejó a más de uno con la boca abierta. Toda una grata sorpresa.
Viernes 28
Apenas nadie optó por Lluís Llach (su actuación coincidía en horario con las de The Raveonettes, Dayna Kurtz o Swell), aunque el escenario Rockdelux aumentó el número de espectadores con Lloyd Cole (acompañado únicamente por su acústica), que convenció incluso a quieres le consideran una reliquia del pasado, y Benjamin Biolay, quien protagonizó una de las decepciones del festival. A continuación, Dayna Kurtz nos dejó algo desconcertados. Quizás a causa del tosco sonido de su guitarra, su voz tomó todo el protagonismo y, al final, nos quedamos pensando en si acabará sonando como Norah Jones. Desconfianza pues. Algunos huimos apresuradamente durante la segunda mitad del concierto de Wilco para descubrir que James Chance y sus Contortions gozan de una salud inusual entre bandas de su edad y que muchos novatos matarían por sonar como ellos. También sonaron bien The Fall, aunque Mark E. Smith se nos mostró como una caricatura de quien fue años atrás. Por suerte, en lo vocal aún mantiene el tipo. Parece que finalmente The Raveonettes no han conseguido la repercusión que se esperaba, lo cual no quita que su combinación de las fórmulas de Jesus & Mary Chain y The Cramps cumpla en directo. Sus canciones no son el no va más, pero los nórdicos no lo hacen mal. Mejor lo tuvieron los escoceses Franz Ferdinand, quienes convencieron con su fresco y hedonista cóctel de post punk y nueva ola en un show donde dejaron bien a las claras la validez de una propuesta que dignifica las lista de éxitos de medio planeta. Mudhoney, por su parte, ofrecieron un concierto muy similar al que podríamos habernos imaginado. Su momento ha pasado, pero la experiencia sigue ahí. Desgraciadamente, al cabo de treinta minutos todos teníamos ya suficiente. Hubo quien no podía creerse que, finalmente y tras tantos años de espera, Wilco pisasen nuestros escenarios. Sin embargo, tanta expectación se dio de bruces con un set basado casi en exclusiva en sus dos últimos discos y con un concepto musical cada día más unipersonal. Corta duración y poco bagaje el de las canciones de “A Ghost Is Born” para saborearlo con total intensidad. Tras ellos, la bomba mediática. Lo que todos estaban esperando. Con la explanada en la que actuaban a reventar, Pixies protagonizaron uno de lo mayores conciertos-karaoke que recuerdo en tiempos. Cada una de las canciones fue coreada por los asistentes y obvia cualquier comentario respecto a las sonrisas de satisfacción al finalizar su show. Frank Black y los suyos nos dieron exactamente lo que esperábamos y lo hicieron en una excelente forma instrumental. Ni en sus mejores tiempos lo hubiesen hecho mejor. Pasados unos minutos, lo que no podíamos imaginar es que Scissor Sisters fueran en directo el grupazo que resultaron ser. Su validez y lo compacto de su formación nos dejaron sin habla. ¿Una broma? Para nada. Ni siquiera les tendremos en cuenta que "Mary" sonase tan rematadamente noña, porque cuando la emprendieron con "Take Your Mama" o su popular versión de "Comfortably Numb" la clavaron. Super disco fashion, vamos.
Sábado 29
La primera actuación destacable del escenario Rockdelux del día fue la de Dominique A, aunque lo mejor vendría exactamente a continuación. (Smog) aparecieron para demostrar que su líder, Bill Callahan, tiene tablas suficientes para convencer al público con su grave voz y que algunas de sus canciones bien podrían considerarse hits. Aún así, siempre resulta mejor verles en un escenario y formato más íntimo. A continuación, The Hidden Cameras, tras un inicio titubeante, acabaron firmando uno de los conciertos más satisfactorios del festival. Los canadienses, que se concentraron en su tremendo segundo disco, titulado “Mississauga Goddam”, acabaron convirtiendo su actuación en una gran fiesta donde no bailar era un pecado. Muy divertidos. De rotundo triunfo cabe reseñar la presencia de Devendra Banhart en el escenario Nasti. Acompañado de Andy Cabic –Vetiver- el folk singer de momento demostró ser mucho más que un hype de temporada con un directo tremendamente honesto, sincero y emocionante. Uno de los conciertos del festival. Tras Banhart, el dueño del sello discográfico en el que publica sus discos y antes líder absoluto de los referenciales Swans, es decir, Michael Gira, nos dio una lección de cómo imprimir intensidad a una voz humana. Un show acústico de los que erizan el vello. Tampoco Atom Rhumba firmaron uno de sus mejores conciertos. Víctimas del rasposo sonido del escenario, los vascos lucharon por el triunfo, pero el trofeo se les escurrió entre los dedos pese a las ganas que le pusieron. Decepcionantes para algunos, una revelación para otros, Liars se erigieron en el grupo freak del festival. Sin acudir a sus mejores temas, los estadounidenses combinaron pura patilla con energía desbocada. Como sucediera la noche anterior con Wilco, PJ Harvey aparecía con disco nuevo bajo el brazo y con un set list especialmente indicado para sus más fieles seguidores (incluyendo piezas de su álbum a medias con John Parrish). Su actuación nos supo a poco y sus músicos actuales (a excepción de Rob Ellis, claro está) no dieron demasiado la talla, y encima se nos descojona en medio de "Down By The Water", una de las escasas concesiones populares que nos brindó. Sin embargo, a carisma no hay quien la gane. Minutos más tarde, Primal Scream volvieron a ofrecernos por enésima vez su concierto para festivales. Las cosas les fueron bien, pero la fórmula -en directo- empieza a reclamar a gritos algún tipo de cambios. Por suerte, la noche se cerraría con uno de los mejores conciertos que se le recuerden al festival. La puta bomba. !!! (Chk, Chk, Chk) -o lo que es lo mismo: los protagonistas de nuestra portada de este mes- demostraron sobradamente el porqué se había generado tanta expectación en según que ambientes por verles en directo en la Ciudad Condal. No defraudaron y fueron capaces de poner la carpa patas arriba con una actuación que nos devolvió la fe en la música en directo. Nadie como ellos consigue una intensidad rítmica tan apabullante. Percusiones sin control, espontaneidad, fiereza, baile, energía y sudor, drogas y vómitos, así fue su directo. Dance punk lo llaman, y yo de ti no me los perdería la próxima vez que vuelvan.
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