Convertido, gracias a la selección de artistas y el emplazamiento, en uno de los festivales urbanos más importantes del territorio nacional, el Primavera Sound se inauguró oficialmente el día 16, aunque aquello fuese sólo un aperitivo de lo que se celebraría durante los dos días siguientes. La del jueves, eso sí, fue una noche de guitarras, una noche cruda que se abriría con nuestros Beef –se mostraron algo apagados, aunque les sabemos mejores, mientras que sus chapas se vendieron como chucherías a la puerta de un colegio-, pero que alcanzaría su momento de máximo esplendor con el set adrenalínico y salvaje de unos ...And You Will Know Us By The Trail Of Dead que dejaron claro lo arrollador de un directo en el que lo de menos –casi- fue que destrozasen todo su equipo. Antes, Clinic nos habían vuelto a ofrecer un directo desigual, que empieza bien y que acaba crispando los nervios por chirriante, y Vue habían echado por tierra las mejores ideas con una actuación que basculó entre lo tópico y lo paródico. Cerraron Six By Seven, aunque difícil lo tuvieron para captar la atención de los presentes con su intensidad controlada tras la cafre actuación de los estadounidenses de curioso nombre.
De todos modos, aunque el Apolo resultó el escenario más adecuado para la descarga guitarrera del jueves noche, el Pueblo Español sí nos hizo pasar por algunos momentos de apuro. El laberíntico entramado hacía que el traslado de un escenario a otro se convirtiera en una auténtica trashumancia que convirtió al escenario Viaje a los sueños polares en el secreto mejor guardado del evento o que equiparó el escenario Rockdelux –el más interesante- a una ratonera a partir de las dos de la mañana a causa del tapón humano. Pero pasemos a los aspectos musicales, auténtico atractivo del acontecimiento. El viernes en el escenario Nitsa en la Plaza Mayor del Poble Espanyol se concentraron los grupos de mayor atractivo para el público. Empezaron Astrud que no se resistieron al insufrible “Europe´s Living A Celebration” de la Rosa de España. Después llegó Gonzales y su rima grasienta. Elevado a la categoría de entertainer de lo cool, nos volvió a propiciar derechazos de sarcasmo y zancadillas por la espalda a muy bajo nivel. El tercer round lo propiciaron los británicos Bis, quienes, con su pose teenager e histérica, se dedicaron a dar un repaso, versión karaoke de todos sus éxitos. Los que a priori eran los platos fuertes de la jornada llegaron, primero de la mano de Jason Pierce (y su banda) para luego pasar a Jarvis Cocker y la suya. Lo de Spiritualized estuvo a punto de ser un bluff, pero por suerte supieron resarcirse de una primera parte de concierto más bien aburrida, en la que las mastodónticas progresiones no hacían más que provocar indiferencia y, sobre todo, muchos bostezos. Milagrosamente dejaron a un lado a Tangerine Dream para mostrarnos lo mejor del legado de Spacemen 3. Lo de Pulp fue corto y previsible, aunque quedarán para la posteridad las aparentes improvisaciones teatrales de Jarvis Cocker sobre el escenario. Stacey Earle y Mark Stuart se despacharon un set impresionante que interesó a pocos y que tiró de roots más de lo que imaginábamos a priori. En el escenario Rockdelux los neoyorquinos A.R.E. Weapons pretendían sonar a Suicide a base de patilla y su actuación acabó por ser un despiporre etílico que recordaremos más por eso que por su interés musical. Camera Obscura no alcanzaron el nivel de su disco y dejaron claro que Belle & Sebastian les superan por mucho más de un cuerpo. Por suerte, Moldy Peaches nos lo hicieron pasar en grande con un show que mantuvo un aire muy arty-punk a lo CBGB´s de los últimos setenta. Irreverentes, excesivos y efectivos en lo musical, nos recordaron lo que debería ser un buen concierto de rock (con o sin disfraces). En cuanto a Giant Sand, el pésimo sonido de la carpa hizo un flaco favor a Howe Gelb y los suyos. La cantidad de ideas vertidas en su particular lectura de las versiones incluidas en su último disco se perdieron en una maraña de sonido en la que sólo se intuyó la genialidad de unos Giant Sand que merecen volver en mejores condiciones.
La segunda jornada también tuvo sus más y sus menos. J. Mascis no pudo convencernos con su show acústico (con distorsión eso sí), aunque nos permitió observar qué temas de Dinosaur Jr. eran realmente buenos y cuáles se quedan en poca cosa cuando se desnudan del ruidismo marca de la casa. Adult no actuaron por problemas técnicos, mientras que Programme ofrecían una anárquica actuación de sorprendentes dimensiones y que muy pocos disfrutaron a causa del retraso y de las pocas ganas de desplazarse al escenario Viaje a los sueños polares. Impresionante la actuación de Le Tigre en la carpa Rockdelux. Coreografías infantiles a la B-52´s, proclamas feministas, desparpajo, proyecciones sin desperdicio y muy mala ostia en el que fue, sin lugar a dudas, uno de los mejores shows del festival. A continuación, la sesión realizada por el bueno de Aphex Twin fue la más accesible de sus últimas apariciones en nuestro país. Hubo de todo un poco. Comenzando por los ritmos negroides combinados con apelmazadas bases (muy en la órbita Mo´ Wax), para pasar al electro combinado con dub y de allí al drum´n´bass arrítmico que sirvió de introductor de lo que sería un final a base de hardcore taleguero salpicado de ráfagas post-ravers -un auténtico delirio-. Visto esto, la verdad es que Echo & The Bunnymen sirvieron de bálsamo, en lo que fue otra de las cotas del Festival (con “Roadhouse Blues” de The Doors incluido). Mención especial también para Tindersticks y su materialización -a la que nos tienen acostumbrados- de exquisitez y buen hacer. Lástima que, más tarde, Luke Slater confundiese las formas de su último disco y nos brindase un concierto entre el macarrismo, ejem, macarrónico y la rave chunga de discoteca de la costa, olvidándose del pop que le ha llevado a estar presente en todos los festivales patrios habidos y por haber.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.