La onubense Rocío Márquez y el gaditano Bronquio se alzaron en la noche de ayer con el galardón al Mejor Álbum Nacional editado en el ya difunto 2022. O al menos así lo han considerado los alrededor de 200 integrantes de Periodistas Asociados Musicales (PAM), colectivo encargado desde 2015 de entregar el Premio Ruido a la mejor producción musical editada en el año. Y de nuevo, como ya sucedió con los recientes Premios MIN, Pamplona volvió a ser la sede de una gala que contó de cuerpo presente con algunos de los finalistas de esta edición como Los Estanques-Anni B Sweet y Biznaga, que actuaron en directo, e incluso los propios ganadores de la cita, Márquez y Bronquio, que nos dejaron con las ganas de verles interpretar algo de su aclamado y ahora premiado “Tercer cielo”.
La ceremonia, con previo aperitivo de confraternización como bien sucedía en los viejos tiempos, fue capitaneada por la navarra Maialen Gurbindo, más y mejor conocida por Chica Sobresalto, que interpretó su reciente “La Torre”, y que estuvo acompañada del actor y cómico alavés Gorka Aguinagalde. Seamos sinceros, no fue la noche del dúo. A la ya de por sí difícil tarea de presentar una velada ante un auditorio como el de Baluarte se le unió la clarísima falta de preparación con el guión. Momentos incómodos principalmente protagonizados por un Aguinagalde más preocupado de hacer la enésima broma de lenguaje inclusivo que de mencionar bien a algunos de los protagonistas de la noche. Porque puede pasar como lapsus llamar Joaquín Luque a Luqui pero tildar como Los Melenas a un grupo ya asentado y conformado por cuatro mujeres es no saber muy bien de qué se está hablando. Y esta dinámica a trompicones y con una visible falta de fluidez hizo que la noche quedase completamente deslucida, más si cabe en una celebración de más de una hora en la que solo se entrega un premio.
Por contra, las actuaciones en directo de algunos de los finalistas de esta edición ayudaron a levantar los ánimos del respetable en varios tramos de la cita. Biznaga fueron los encargados de estrenar el escenario con la interpretación de “Líneas de sombra” y “Contra mi generación” de su álbum “Bremen No Existe”, logrando impregnar de rock bien afinado las paredes de un auditorio poco acostumbrado al género. Annie B Sweet e Iñigo Bregel, al piano, hicieron lo propio con “He bebido tanto / Que estoy muerto de sed” y “Tu pelo de flores” en una constatación de lo bien que empastan sus registros vocales incluso en un formato sencillo. Pero si alguien se llevó el gato al agua en la performance en directo fue Zetak con una selección de graves y beats electrónicos que provocaron algunos bailes de asiento en temas como “Zoriontasuna” y especialmente en “Itzulera”, con bajada al patio de butacas incluida.
Ya en el final de la gala tuvo lugar el descubrimiento del secreto mejor guardado de la noche con el Premio Ruido a Rocío Márquez y Bronquio que competían con tótems de la industria como Jorge Drexler, Rosalía o la ya más que confirmada Rigoberta Bandini. Tras revelar su sorpresa por recibir el galardón que premia a un trabajo “totalmente experimental” en su origen y muy aplaudido por la crítica especializada, expusieron que este reconocimiento les sirve para “seguir creando música aun cuando llega el bloqueo o los momentos de dudas”.
Este momento, junto a la subida a tablas de Esther Al-Athamna, Tomás Crespo y María Ballesteros, de la junta directiva de Periodistas Asociados Musicales, fue uno de los grandes instantes de la noche. Los tres, en un discurso repartido, hicieron un alegato en favor del trabajo de los críticos musicales, de la información musical y cultural, y de su importancia social frente a la precariedad del sector. Fue ocasión de recordar la labor de tantos grandes comunicadores, críticos y fotoperiodistas que habitualmente realizan las coberturas de la información musical, con mención especial para los locales “Santi Echeverría, Ana Jiménez Guerra, Oskar Beorlegui o Javier Escorzo”, entre tantos otros.
Por ello, y siguiendo el ejemplo, no quisiera despedir este texto sin agradecerles a todos ellos su trabajo, a los que estuvieron y a los que estarán. Gracias por ser la correa de transmisión de una forma de trabajar, vivir y soñar que solo la música sabe brindarnos. Somos unos cuantos los que disfrutamos con sus relatos en forma de textos e imágenes y somos muchos más los que, leyéndoles, aprendemos algo nuevo y mejoramos en este oficio, a veces demasiado ingrato para la buena labor desempeñada. Gracias. Seguimos.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.