El grupo andaluz Pony Bravo era uno de los platos fuertes del festival Facweek en el Espai Zøw1e, la nueva sala de conciertos, ubicada en L’Hospitalet. Y queda claro que, viendo su programación y los nombres que seleccionaron para el festival (desde Le Parody a Goa, pasando por los citados Pony Bravo o Ummo), apunta maneras para convertirse en referente de la escena alternativa al oeste de Barcelona.
El plato fuerte de la noche del pasado viernes era, sin duda, la actuación de los sevillanos Pony Bravo, actualmente en gira presentando su último disco hasta la fecha, “Gurú”, un trabajo en el que expanden todavía un punto más los límites de su propuesta. Pero antes de que el cuarteto ocupase el escenario, fue el turno para los gallegos Bifannah, un combo vigués que canta en portugués y que se mueve entre la psicodelia y el garaje lo-fi.
Tras un calentamiento de costuras vintage cosidas con alambre, llegó el turno para los menos previsibles Pony Bravo. La verdad es que lo visto en directo la noche del sábado estuvo en sintonía con lo que la banda nos entregó hace unos meses en formato enlatado: léxico bien nutrido de influencias y una clara decantación por el formato de baile. Más que de evolución podemos hablar de expansión -cósmica-. Y es que los andaluces han aportado pinceladas de nuevos colores a su lienzo sonoro: yendo del ébano africano al fluor de los pioneros del hip hop, pasando por el dub lisérgico y la psicodelia cannábica.
Empezaron el concierto con coartada jamaicana, recuperando el tema “Pumare-ho!” del disco “Un gramo de fé”. Y de ahí enlazaron con una casi irreconocible “Noche de setas”, pasada por un filtro baleárico, mucho más cálida y apta para bailarla, claro está. A lo largo de poco más de hora y media confeccionaron un set de órdago en el que combinaron hits de su recién estrenado álbum –“Casi nazi”, “Piensa McFly”, “La mala yerba”, “Espectro de Jung”– con las cumbres de su cancionero previo, eso sí, reconstruidas para la ocasión y haciéndolas pasar por el tamiz de su nueva cosmología sonora. No faltaron pues “El político neoliberal” o “Salmos 52:8”.
Al final, tras una prolongada ovación por parte del público, volvieron al escenario para poner un broche final con tres temas, culminando con “Rave de Dios”, que supuso la gran puntilla de la velada. No se pudo pedir más. Interpretación exquisita de los nuevos temas y reconversión de los clásicos, acondicionándolos al nuevo momento del grupo.
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