Los Piñata Protest se cruzaron en mi camino, por primera vez, en 2012. Su disco "Plethora (Reloaded)" caía en mis manos y, automáticamente, los consideré una debilidad. Eran diferentes a cualquier cosa. Eran muy punks, pero a la vez muy tex-mex. Al comentarlo con algunos compañeros escribas me sugirieron “como Mariachi El Bronx”, pero no. Hay algo que los distingue. Porque si la aventura paralela mexicana de The Bronx – que me chifla también – tira del sonido tradicional mexicano, los Piñata lo hacen del Tex-Mex y el Conjunto, que no es exactamente lo mismo. Para entendernos, Mariachi El Bronx cruzan la frontera hacia el Sur, y los Piñata se quedan en su San Antonio de nacimiento, del que por cierto hasta hace poco no podían salir al carecer de papeles ¡a pesar de haber nacido en territorio estadounidense!. Y luego está el orden, que aquí sí altera el producto. Los de Los Ángeles parten del punk para acabar llenando sus temas de arreglos rancheros, y los de San Antonio hacen lo contrario: surgen del tex-mex y lo aceleran hasta convertirlo en punk. Son únicos, simplemente, porque no se parecen a nadie.
El viernes tuvimos una buena muestra de lo que proponen Piñata Protest en los fastos del X aniversario de Rocksound, a los que desde aquí felicitamos efusivamente. Poco tardaron estos mexico-americanos en ponerlo todo patas arriba. Arrancando con «Las Mañanitas» para entrar en un desenfreno que convirtió la pequeña sala de Poble Nou en un pogo inacabable y una pista de baile permanente. Se mostraron como un grupo competente, además. Y es que no solo tocaban rápido, sino que además lo hacían bien, y ese es detalle digno de mención. Apenas tres minutos después de comenzar la actuación tuvieron a un público, y no precisamente de chavales, metido en el bolsillo. La gente coreó sus canciones, bromeó con ellos, los paseó en brazos por toda la sala y, sobre todo, disfrutó. Las versiones de clásicos como «Volver Volver» o «Tragos Amargos» de Ramón Ayala, se mezclaron con las canciones surgidas de su último disco, Necio-Nigths. Así fueron apareciendo «Al Rato Cruzamos», «Crusty Cumbia» o «Chino Chino Japonés». Cayendo polkas, rancheras, y cumbias pero siempre a un ritmo endiablado. Y el sudor se mezcló con las carcajadas en una noche de esas que merece la pena vivir. Fantásticos.
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