Expectación. Primer bolo del flamante regreso de Pi.L.T. y primer triunfo sin paliativos. El show, incontestable de principio a fin en cuanto a sonido, entrega y respuesta del público. Puede que el inesperado regreso de los de Mungia quede en la mini gira actualmente programada, pero a buen seguro que los que asistan a ellos se llevarán una experiencia inolvidable.
El trío, también de Mungia, Leun (foto inferior) fue el encargado de calentar motores en una noche cuando menos prometedora. Y si, en principio, su propuesta de atmósferas envolventes y temas cantados en inglés parecía habitar universos totalmente opuestos al plato principal, para servidor terminaron metiéndose en el bolsillo a buena parte del público a base de calidad y potencia. Sin riffs claros, sin estribillos evidentes, pero con una ejecución solvente y atractiva, Leun resultó ser un grupo más potente y rudo en directo que en disco. Jone Ibarretxe (bajo y voz), centrada y segura, sacó a ratos un sonido impresionante a las cuatro cuerdas: parecía imposible tocar más alto y más grave. Antton M. Goikoetxea buscaba en todo momento comunicación entre su guitarra y el bajo de Jone, a ratos parecía el líder y convenció en su estilo shoegaze (igual que Jone) y post rock. Poco contacto con el público pero, a cambio, máxima concentración.
Y el batera. Timbales y platos sin ornamentos innecesarios, pero utilizando todo lo que tenía delante, Markel Badallo dio una lección magistral de cómo aprovechar todas las posibilidades que ofrece su instrumento. Su gran pegada y la intensidad que transmite son un punto clave en el potente sonido del trío. Así, la actuación de Leun no se hizo para nada larga a pesar de no encajar con el quinteto protagonista. Lo dicho: gran sorpresa, al menos para el que esto suscribe, y un efectivo calentamiento para lo que se nos avecinaba.
Nada más saltar Pi L.T. al ya mítico escenario del Kafe Antzokia, se desataron los ánimos del respetable ante la mirada expectante de los ahora cinco componentes a los que el feedback afectó sobremanera. No hubo ya tregua desde el poderoso “Automatak bezala” hasta el final con “Segundu bat”. ¡Qué grandes momentos, que gran pasión y qué gran cariño por parte de todo el público que agotó las entradas hace un buen montón de semanas! Más de una década de espera, que en realidad no es tanto y ellos, tal y como ha declarado Rafa, no perciben que haya transcurrido tanto tiempo, pero ¡qué largo para el fan que disfrutó y vivió intensamente su momento! Con un repertorio bien repartido entre sus cinco discos de estudio (con tres temas para cada CD menos para “Denbora” y “3” que contaron con cinco) y un despliegue sonoro envidiable (cómo sonaron durante todo el concierto!), se lo llevaron de calle de principio a fin.
La novedad consistía en que compartirían escenario el primer y el segundo bajista, es decir, Txarli Solano (cuatro cuerdas en los tres primeros trabajos) y David González (íbidem en los dos últimos) con la particularidad de que se intercambiarían bajo y guitarra (los dos dominan ambos instrumentos) dependiendo generalmente de cuál de ellos estaba en el grupo cuando se grabó el correspondiente tema. También se intercambiaban su posición en la primera línea. Total, que Pi.L.T. lo componen en 2017 cinco tíos, por lo que cuentan ahora con dos guitarras, hecho que conlleva una mayor potencia y un sonido inédito en toda su historia. El segundo tema fue, como el primero, del segundo disco “Denbora”: nada menos que “Hotzez minduta”. El gentío no cabía en sí. “Errautsak”, con su poderío Stoner, y el contraste con los dos temas siguientes (del último disco) “Erreparatzen” y “Kontu okerra”, con un sonido de bajo potentísimo y donde observé a una chica llorando de la emoción durante todo el tema, nos ofrecieron una panorámica interesante. Después, un Txarli cada vez más cómodo se mostró rabioso y poderoso a partir de “Zuloa”. Rugieron con “Lerroa” y un tremendo “Goiza hirian”, donde ese animal de escenario llamado Aitor Abio abandonó el teclado para coger el micro y desatar la locura en las primeras filas. Arengó a las masas, rapeó como un poseso, saltó al público y se lo llevó de calle. David, por su parte, se mostraba tan sobrado como nos tiene acostumbrados con Berri Txarrak, rasgando con estilo el bajo y mostrando esa gran pose que llena el escenario.
Rafa Rueda, que no podía parar de sonreír, se mostró potente con las cuerdas vocales y tal vez estuvo más liberado al contar con un segundo guitarra. Hacía muchos años que, los que le hemos seguido en su interesante carrera en solitario (con seis discos editados sin contar con otros trabajos colectivos), no lo veíamos descargar en clave de Metal. Se mostró emocionado en todo momento, y dirigió la nave con maestría. Así, “Eskutitza N.Y.tik” fue un gran momento para degustar sus habilidades vocales, mientras un riff machacón nos castigaba, siempre refrendada de esa melodía cuasi pop tan del gusto del front-man. Fue, sin duda, otro tema que emocionó. Salto al primer y mítico disco con una muy celebrada “Iraganaren bila” con un sonido especialmente denso y atractivo para centrarse en “Minus”, el cual es, para mí, su mejor trabajo. “Runaway”, “Beste aldean” (de nuevo sonidos desérticos abrazando el stoner) y “Zurrunbiloa” fueron un auténtico torbellino alejado de su gran influencia Nine Inch Nails. Aún así, los teclados de Aitor Abio siempre encuentran el momento para embellecer cualquier composición.
“Zein” directa y apabullante, con ese estribillo matador, precedió al mega-clásico “Hil da Jainkoa” y vinieron a rematar la jugada con otro que tal, la intratable y poderosa “Jo!” con Rafa desatado. Por si fuera poco, Aitor vuelve a coger el micro, se queda con el respetable, vuelve a increparlo, amenazarlo, le hace volverse loco para saltar sobre él rapeando, estar un buen rato y volver en volandas al escenario. Insuperable. Se retiran en lo más alto.
Vuelven con “Denbora” el único tema que en mi opinión sobró, por ser excesivamente melosa y no llegar al nivel de excelencia de tanto clásico. Al final del tema, sin embargo, el público corea una y otra vez el nombre de Xanpe, el inconmensurable batería. Retomaron la senda con “Erraietatik” (nada menos que el primer tema del primer disco) y “Segundu bat” para, ahora sí, despedirse tras una hora y cuarenta minutos de Metal-Rock-Industrial. Se despiden los cinco acompañados de una cerrada ovación; nadie se quiere ir. Ha sido un show como mínimo comparable al mejor nivel que dieron en su momento, una auténtica demostración de fuerza y técnica combinada con la pasión de un público metido en el bolsillo de antemano, pero al que hay que ofrecer mucha garra y sobrada calidad para mantenerlo.
Desconozco en qué quedará esta reunión después de estos cinco conciertos de retorno. He visto demasiados que quedan en nada, incluso aquellos en los que grupos históricos vuelven con disco nuevo debajo del brazo, como para mostrarme optimista. Las razones inmediatas no son un secreto y ya sabemos que Rafa Rueda prepara disco en solitario, que David González tiene gira en otoño con Berri Txarrak, que Aitor Abio tiene su grupo Revolta Permanent, Xanpe su estudio… Si el futuro inmediato, más allá de estos shows programados, está complicado para disfrutar de ellos, tampoco han cerrado ninguna puerta (ya dijo Rafa en el concierto que el público ha sido la principal causa de su retorno) y, por lo pronto y como quien no quiere la cosa, ya han metido un gol por toda la escuadra del panorama musical vasco. Insistid, cabrones. El Metal os necesita.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.