Phoenix

Lleno hasta los topes para ver a Phoenix, cuyo poder de convocatoria se ha redoblado con “It’s Never Been Like That”, un tercer álbum con muchas virtudes que venían a refrendar en vivo apenas cuatro meses después de su último paso por la capital. Melodías vigorosas como las de “Napoleon Says” o “Long Distance Call”, interpretadas con urgencia, apuntalan un directo refrescante en el que sobresale el figurín de Thomas Mars (el cantante), convertido en nuevo ídolo del pop británico, lo que no es poco teniendo en cuenta que la banda procede de Versalles. Dejaron a un lado su versión más cercana a las radiofórmulas, para concretar una enérgica puesta en escena, buscando y encontrando sólo a medias la conexión con los Strokes, que en directo todavía les pueden dar un baño. Así las cosas, el traje que mejor les sienta es el de los años ochenta, que reviven con eufórica naturalidad en temas como “Consolation Prizes”, mientras que con más frecuencia de la que debían se ven arrastrados por una cierta languidez (“Rally”) que acabó por dejar su concierto teñido de una impoluta corrección cuando tienen material para hacer bastante más que eso.