Día Jurasico en Madrid. Por la mañana Phil Colins presentaba su nuevo proyecto de versiones de la Motown y en la rueda de prensa le comentaban si sabía que su antiguo compañero tocaba esa noche en Madrid. Muy inglés sólo dijo que no quería quitarle protagonismo. Más de uno fantaseó con una imposible visita de Phil al concierto, pero pasadas las elucubraciones, llamaba la atención la escasa respuesta de un público al que se le sangraba con entradas de 50 a 140€, aunque al terminar más de uno lo dio por bien invertido. El show era una apuesta arriesgada, tres horas de concierto, ni una sola guitarra, ni ninguna batería sobre el escenario pero sí los 54 músicos de la New Blood Orchestra con una extensísima sección de cuerdas. El propio Peter Gabriel fue el que salió a explicar la evolución del espectáculo y en español, una parte sobre su último disco Scratch my back, descanso de 15 minutos y otra de grandes éxitos. Pero lo primero fue "Heroes" de David Bowie interpretada de una manera casi épica. No sería la única versión que se escucho ya que llegaron ecos de "The power of the heart" de Lou Reed y "My body is a cage" de Arcade Fire, además de un sangrante "Himno a la alegría" en los bises. Llegó al descanso tras una enigmática versión de "Street sprit (Fade out)" de Radiohead. Lo de la orquesta funcionaba para mi sorpresa.
Lo que en un principio se me presentaba como un tostón se fue convirtiendo en un concierto sorprendente con una puesta en escena impresionante. Pantallas de leds gigantes inundaban de color el escenario y una producción brillante llenaban de imágenes oníricas la actuación. Peter Gabriel, muy alejado del histriónico y teatral personaje que encarnaba en Genesis, apenas se movió de un metro cuadrado vistiendo de negro riguroso, pero aun estático trasmitía una energía brutal. Las sorpresas vinieron con la segunda parte del show que abrió con "San Jacinto" rompiendo el ritmo intimista de la noche. "Downside up" o Rhythm of the heat", sonaron vigorosas pero fue precisamente " Rithm of the heat" y "Red rain" las que hicieron levantarse a un público entregado. "In your eyes" y "Signal to noise" también representaron momentos cumbre de la actuación haciendo que la gente dejara sus asientos para acercarse al escenario como si a una visión mariana fueran, incluso alguno se santiguo gritándole apóstol en referencia a su nombre. Una vez más demostró que aún le queda mucho por contar y aunque una orquesta sinfónica tire para atrás demostrar que se pueden hacer cosas grandes y sorprendentes. Sin miedo a equivocarse. En unas semanas pasará Sting por el mismo sitio junto a otra orquesta y en ese caso las comparaciones pueden ser odiosas.
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