Drab Majesty son una rara avis en la escena indie actual. La melancolía subyacente en su bailable propuesta les permite conectar tanto con amantes del synthpop y el EBM como del showgaze, el post-punk y el rock gótico. Una amalgama de referencias que el dúo norteamericano ha sabido modular hasta dar con un envolvente y magnético estilo entre el revisionismo y la modernidad. Retrofuturismo sonoro que se trasladó a la pista de La 2 de Apolo, repleta de un público heterogéneo y con notable presencia de turistas extranjeros, todos ellos entregados al baile sin complejos. Una coreografía hedonista de ojos entrecerrados y flequillos apuntando al suelo ensayada minutos antes con los teloneros Days of Sorrow y Zanias.
Presidieron la liturgia desde el escenario los maestros de ceremonias Deb Demure, alter ego de Andrew Clinco (Marriages), y el teclista Mona D (Alex Nicolaou). Teatrales como siempre, de rictus hierático e inexpresivo, en esta ocasión los angelinos sustituyeron túnicas por traje y corbata negros sin olvidar, eso sí, sus ya características pelucas rubio platino, las gafas de sol XXL y el maquillaje facial plateado. Envueltos en niebla artificial y flanqueados por espirales de luz, irrumpieron con “Dot in the Sky”, medio tiempo brumoso que abre el excelente “The Demonstration” (2017), pop de sintetizadores potentes y guitarras empapadas de reverberación. La suya es, sin duda, una elección sintomática: probablemente sean conscientes que se trata de su disco más redondo hasta la fecha y por eso confiaron buena parte del breve repertorio de la noche a sus temas: de “Cold Souls” y “Kissing the Ground”, en las que son capaces de invocar con pulso y orgullo a The Cure y a Sisters of Mercy, respectivamente; la mágica “Too Soon to Tell”, una de sus mejores composiciones; o la ensoñadora y líricamente perturbadora “39 by Design”.
Entrelazados con estos, cortes de su tercer disco “Modern Mirror” (2019) como “Oxytocin” y “Ellipsis”, enérgicos y veloces; o “The Skin and the Glove” y la lenta “Vanity”, de su último EP “An Object in Motion” (2023). Buenos temas, todos ellos, que sin embargo palidecieron junto al resto en un set breve que nos dejó a medias. Esperemos que pronto regresen con un nuevo largo a la altura de sus momentos más inspirados. Visión y personalidad no les faltan.
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