Pennywise, piel de gallina

Los dos cambios más radicales que
puede acometer una banda de una cierta trayectoria en esto de la música son el
cambio de nombre y la sustitución del frontman. Pennywise se vieron obligados a
esto último recientemente y lo cierto es que la elección del cantante de Ignite
era de las opciones más acertadas. Pero antes de entrar a valorar el papelón
que le toca cumplir al señor Zoli Teglas cabe apuntar la sorprendente y sólida
propuesta inicial de A Wilhem Scream, gracias a ese NYHC de la vieja escuela
con guiños al Heavy en las guitarras. El quinteto de Massachusetts representó
lo suyo y el cantante ya me cayó bien cuando descubrió la camiseta del mítico
Celtic Larry Bird que vestía. Por su lado, lo de Strike Anywhere no fue ninguna
sorpresa (repasaron sus temas más inspirados como “Instinct”, “To the World” y
“Blaze”) sino una cuestión de tiempo (eché en falta la fabulosa “’Til days
shall be no more”). Con el único pero del abuso de los coros woooo woooo en sus canciones, Strike
Anywhere demostraron que ya están perfectamente capacitados para recoger el
cetro del Hardcore-punk dejado por Good Riddance con su disolución. Y, ahora
sí, llega el turno de valorar la posición del sr. Teglas al frente de
Pennywise. Vaya por delante que a mí Ignite es una banda que me encanta, pero
resulta transparente como el agua que los de Hermosa Beach han perdido en épica
con el abandono de Jim. A ver, Zoli lo hace bien y tal pero el amante de las
ballenas va tan sobrado al micro que parece que no sienta lo que esté cantando.
Aun así, Pennywise en conjunto me gustaron más que la última vez que los vi en
un Warped Tour, debido a esa recuperación necesaria de clásicos básicos: “Every
single day”, “Same old story”, “Peaceful day”, “Society”, “Nowhere Fast”,
“Straight ahead” e incluso siguen tocando la acelerada versión del “Stand by
me”. Para los bises Fletcher y compañía reservaban “Alien” y, por supuesto,
“Bro hymn”, el himno generacional de todos aquellos que crecimos musicalmente
con el Hardcore-punk de los 90. Todos lo sabíamos y lo hemos visto miles de
veces, pero todavía pone la piel de gallina ver la invasión del escenario final
mientras tocan ese tema mítico y escuchar al público gritar al unísono ese coro
tan legendario.