Movimiento sexy
ConciertosPeaches

Movimiento sexy

7 / 10
Albert Carreras — 02-12-2016
Empresa — Houston Party Records
Fecha — 01 diciembre, 2016
Sala — Razzmatazz 2, Barcelona
Fotografía — Silvia R. May

La actitud, o la tienes o careces de ella y de eso Merrill Beth Nisker va sobrada. Lo ha demostrado desde sus inicios con la mítica gira que reunió al trío de ases del electroclash bizarro (Gonzalez, Mocky y ella) hace más de una década y lo sigue demostrando con cincuenta años encima de un escenario.

Los conciertos de la canadiense son una explosión de feromonas masculinas y femeninas, con un alto voltaje sexual. Empezar tocando “Rub”, el single que pone título a su último trabajo con un sombrero en forma de vagina, es una declaración de principios. Seguir con “Vaginoplasty” del mismo álbum, enfundada en un vestido repleto de senos y acompañada de dos bailarines ataviados con máscaras que parecen un cruce entre frutas de la pasión y del aparato reproductor de la mujer, es continuar dándole al acelerador a todo gas.

Si frente a tantas vulvas empiezan a echar en falta a algún miembro viril, no problem! Peaches tiene la solución, hincha un pene gigante, se mete dentro y camina entre el público. A su lado, la bola gigante inflable que utilizan The Flaming Lips en sus conciertos se queda en mero juego para Teletubbies.

¿Que hay que empezar a entrar en materia? Pues vamos con los riffs de la guitarra de “Boys Wanna Be Her” y nos dejamos de prolegómenos y empezamos a desnudarnos. Se emula a Afrodita A de “Mazinger Z” (perdonen la comparación vintage) y se disparan los pechos fuera. A continuación, glúteos al aire y a ejercitar un poco el cuerpo con asilvestrados movimientos pélvicos.

¿Que el público se empieza a calentar y se pone tontorrón? Llega el momento de “Fuck The Pain Away“ y del inquietante bailarín barbudo y pintado como una mona (mezcla de Khal Drogo y Mario Vaquerizo) al que su partenaire tatuada irá zurrando el trasero. Fetish lujurioso entre minutos musicales.

Mientras el torbellino no para, Peaches ejerce de Sacerdotisa de la Iglesia de la Identidad Sexual Perdida que tanto venera y cambia ágilmente en el escenario los roles sexuales de género entre hombre y mujer, algo que tan bien muestra en sus letras.

Ahora solamente queda pensar en si lo que vimos fue un concierto, una performance o un espectáculo de variedades, porque así es como podemos definir los directos de Peaches. Ahora bien, la diversión queda garantizada a base de liarla parda con mucha actitud. Y en los tiempos que corren eso ya es mucho. Por cierto, la música volvió a sonar enlatada, pero ¿a quién le importa eso?

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