De la nostalgia, la mejor
ConciertosPaul Mccartney

De la nostalgia, la mejor

9 / 10
Raúl Julián — 10-12-2024
Empresa — Live Nation España S.A.U.
Fecha — 09 diciembre, 2024
Fotografía — Víctor Moreno

Paul McCartney regresaba a España con dos fechas madrileñas ubicadas dentro de su gira mundial ‘Got Back’. Citas con visos de históricas dado que, a sus 82 años, bien podría tratarse de la última visita del ex Beatle a los escenarios españoles. No es de extrañar, por tanto, que las entradas se agotaran pocos minutos después de salir a la venta, con la necesaria intención de disfrutar del mito en directo. Poco parece importar, en este caso, que el último y más que notable álbum del inglés, “McCartney III” (Capitol, 20), date de hace cuatro temporadas, porque sus conciertos son, lógica e inevitablemente, una celebrada vuelta hacia el pasado. Una misión en la que el vocalista se enfrasca rodeado de su banda de directo habitual desde hace décadas (Rusty Anderson, Brian Ray, Abe Laboriel Jr. y Paul "Wix" Wickens), a la que añadir el trío de metales Hot City Horns.

La troupe levanta un espectáculo totémico que no es sino derroche de bendita nostalgia sin fecha de caducidad, potenciada esta (sin disimulo y en todo momento) por el protagonista principal y unas proyecciones que se distribuyen entre acertadas y prescindibles. Un asombroso repaso de dos horas y media que dio de sí lo suficiente como para virar en dirección a los múltiples puertos en los que ha ido haciendo parada la trayectoria del británico. Desde piezas archiconocidas de The Beatles como la inicial “Can’t Buy Me Love”, “Drive My Car”, “Got To Get You Into My Life”, “Ob-La-Di, Ob-La-Da” o “Love Me Do” a temas de la época madura del grupo del tipo de “Lady Madonna”, “Get Back” o la siempre sanadora “Let It Be”. También hubo espacio para elementos menos obvios (y agradecidos) de los Fab Four, caso de “Getting Better”, “I've Just Seen A Face”, “Being For The Benefit Of Mr. Kite!” o una preciosa “Blackbird” interpretada en acústico sobre un cubo en elevación. Tampoco faltaron gemas de cosecha propia del tipo de la descomunal “Maybe I’m Amazed”, “My Valentine” (dedicada a su esposa Nancy Shevell, presente en el concierto) o “Dance Tonight”.

Especial representación para la época de Wings, con un repertorio magnífico que incluyó “Junior's Farm”, “Letting Go”, “Let Me Roll It” (con guiño final a Jimi Hendrix), “Let 'Em In”, “Jet” o “Band On The Run”. Entre los momentos específicos se situarían “Here Today” y “Something” (dedicadas a John Lennon y George Harrison respectivamente), así como “Live And Let Die” (o la mejor canción jamás escrita para una película de James Bond) con toda su pirotecnia y ese “Now And Then” con la que The Beatles volvieron (una vez más) a la vida en 2023. Mención aparte para ese documento épico para el recuerdo en forma de “Hey Jude” coreada por 15.000 personas, en plena representación de los lazos establecidos entre artista y público. Los bises contaron con una “I've Got A Feeling” en la que, milagros de la tecnología, McCartney volvió a compartir micro con John Lennon, “Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band” (en su versión Reprise), el (brutal) ramalazo punk de “Helter Skelter” y el trío entrelazado rescatado de “Abbey Road” (Apple, 69) formado por “Golden Slumbers”, “Carry That Weight” y “The End” echando el cierre.

La primera de las dos fechas de Paul McCartney en el WiZink Center quedó concretada en epifanía cargada de adornos y con cierto aroma a despedida, lo que potenció la necesidad de apreciar el valor intrínseco de cada uno de los minutos que McCartney estuvo sobre las tablas, a sabiendas de que la obra y milagros del mito son tan inexcusables como irrepetibles. Paul McCartney es de esos músicos que, en plena fantasía, luce como familia de todos y cada uno de sus seguidores. No en vano, siempre ha estado ahí, poniendo banda sonora a millones de vidas con melodías y canciones que forman parte obligada de la cultura popular. Puede que esa comunión manifiesta del pasado lunes fuera su último regalo a los fans españoles. Una oda a la atemporalidad. Y, en cualquier caso, si procede emocionarse con la nostalgia, que sea de la mano del más grande.

 

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