Iba siendo hora de reconocerle a Andrés Herrera (Pájaro) el talento. “Al César lo que es del César”, que dirían. Aunque “He matado al ángel” es su segundo trabajo de larga duración (el primero se tituló “Santa Leone”), este Pájaro ya había picoteado y silbado, tiempo ha, con Silvio, desde Sevilla hasta Cádiz. Y lo que se vio en El Sol la pasada noche era eso: rock y saetas, silbidos, el desierto de Almería, cubatas al cielo, una Stratocaster enlutada y Los Saxos Del Averno (banda encargada de los metales).
Empezó el Apocalipsis sobre el escenario con la sala abarrotada. Muy buena entrada, de hecho. Y a pesar de la lluvia de la calle (y un poco de frío), algunos juegos de luces y temas como “Costa Ballena”, “El pudridero” o “Sagrario y sacramento” transformaron aquello en un agradecido infierno donde se brindaba “entre pinchos y Valdemoros” y por “los cabrones que están jodiendo el mundo”. Pero Andrés supo ser un tipo elegante, tal vez al estilo italiano (“Guarda che luna” y “Viene con mei” como ejemplos), con el gusto de un ruiseñor haciendo doo-wop (“Bajo el sol de medianoche”). Se trajo, incluso, invitados a la altura: Julián Maeso y Chencho Fernández. Por cierto, ya que la cosa va de reconocimientos, aquí va una alabanza a la trompeta de Ángel Fernández. En fin, que no siempre se ve a un grupo de místicos (que no religiosos) tocar canciones de estraperlo con un “chino, capuchino y mandarín” que, con honor, canta a la muerte y grita: “¡El fascismo no podrá con nosotros!”.
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