Hacía muchos años que Paul Simon no visitaba España de gira y extraña sobre manera que ayer en Bilbao sólo consiguiera congregar a unas 1.500/2.000 personas (siendo generosos). Las gradas del BEC! tuvieron que ser acotadas para no provocar sonrojo a los que tuvimos la suerte de asistir al espectáculo (en defensa de los no presentes diré que el precio de las entradas era, una vez más, desorbitado). Con una banda de nueve músicos (batería, percusiones, vientos, teclados, acordeón…) y un sonido muy pulido, el grupo de Simon empezó la actuación con “Gumboots”, un instrumental que sirvió como carta de presentación del grupo y dónde pudimos observar el virtuosismo del mismo.
Una atronadora “the boy in the bubble” dio entrada al cantautor de Queens. Su pequeña figura se ve engrandecida en cuanto coge su guitarra y comienza a cantar. A sus 75 años su voz sigue sonando igual de vital que hace tres décadas, cuando publicó su último gran éxito discográfico, “Graceland”. Con una discografía como la de Simon es complicado que un setlist sea decepcionante, y Bilbao no fue una excepción. De su carrera en solitario pudimos disfrutar de joyas que abarcaban casi toda su discografía como una exuberante “50 ways to leave your lover”, “Mother and child reunión”, “Me and Julio down by the schoolyard”, “The obvious child”, “Still crazy after all these years” o “Late in the evening”.
Su último disco, “Stranger to stranger”, publicado este año, ha sido aclamado como uno de los mejores de su carrera en solitario y ha sido un rotundo éxito comercial (USA : 3/ UK:1). Durante el concierto pudimos escuchar varios cortes del álbum, que encajaron a la perfección con el resto de su amplio repertorio. “The werewolf”, “Wristband” y ”Stranger to stranger” sonaron de lujo y vinieron a poner de manifiesto que Paul Simon sigue siendo un compositor que aún tiene mucho que decir.
Pero sin duda los momentos álgidos de la actuación llegaron cuando Simon interpretó temas del clásico “Graceland”, sobre todo una memorable “Diamonds on the soles of her shoes” (con introducción a-cappella incluida) fusionada con “You can call me Al”, que llevaron la histeria a la grada y pusieron al público en pie. Obviamente sus clásicos de la época de Simon & Garfunkel fueron el otro momento culmínante de la actuación. “America”, “Homeward bound”, la intro de “el condor pasa” que dio paso a una emocionante “Duncan” de su primer disco en solitario y una acústica “the sounds of silence” que nos puso los pelos de punta a los presentes. Para cerrar la actuación, Y después de brindar tres bises, interpretó “Bridge over troubled waters”, escuchada mil veces en mil ascensores y salas de espera de dentista pero que, os aseguro, corta la respiración al piano y voz.
Dos horas y media de actuación y casi treinta cortes dieron buena cuenta de que Paul Simon sigue en buenísima forma y con ganas de seguir dando guerra sobre un escenario. Visto el terrible 2016 que hemos tenido en el mundo de la música, hay que celebrar cada día que músicos del calibre de este pequeño gran hombre sigan encima de un escenario. Por muchos años más.
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