Si digo que Pablo Und Destruktion es el mejor "live act" que tenemos en nuestro país muchos me tacharan de exagerado y poco ecuánime. De hecho, es bastante probable que así sea. Pero me veo en la obligación de ser totalmente honesto con mis propias emociones, puesto que la ocasión así lo requiere.
El derroche de intensidad que Pablo y los suyos mostraron anoche sobre las tablas del madrileño Teatro Lara fue realmente encomiable. Algo sólo al alcance de los artistas realmente grandes. Pienso en Elvis en Las Vegas, Dylan en Manchester o Paco Ibañez en el Olympia. ¿Desmesurado? Ciertamente; pero así es Pablo.
Venían a presentar su nuevo trabajo "Vigorexia emocional" (Discos Humeantes, 15) y nos enseñaron hasta las entrañas, consiguiendo que nos adentráramos en lo más oscuro y profundo de estas canciones.
Flanqueado por la robusta Tribu del Trueno, la banda que grabó el disco (a excepción del violín de Sara Muñiz, de ausencia inevitable por encontrarse en la lejana China), el asturiano fue desmembrando una a una sus nuevas composiciones, todavía más retorcidas en directo.
La tensión se mascaba al comienzo con "Los días nos tragarán" y "El aire puro"; una puesta en escena impecable y un sonido brutal que en ocasiones más que los Bad Seeds me recordaba incluso a Einstürzende Neubauten.
Poco a poco, el tono fue relajándose y apareció el Pablo más distendido y bromista, que llegaría a reconocer el "canguelo" inicial al ver tanta gente ("hace un año estaba tocando en madrid para diez personas"). También habría sitio para la reivindicación con mención especial al desalojo de El Patio Maravillas, al que dedicó "Pierde los dientes España".
La parte central del concierto estuvo dedicada a los temas más reflexivos y románticos de su nuevo trabajo: "A veces la vida es hermosa", "Leona" (en la que su propia hermana se unió como percusionista adicional), "Califato"...
Ya en el último tramo la locura fue total con su emotiva reinterpretación de "Por cada rayo que cae" y "Nadie quiere al Rey Pelayo", pero sobretodo por "Busero español", uno de los puntos álgidos de "Vigorexia emocional" que anoche hizo las veces de despedida. Ya en la platea de butacas, desgañitándose entre el público, Pablo nos dejó los pelos como escarpias con su imponente voz y su emotividad sincera.
Como epílogo invitó a su amigo Nacho Vegas a devolverle un favor que ya empieza a ser tradición y terminar la fiesta con el ya clásico "Santa Bárbara Bendita", esta vez en una versión de corte casi industrial con los componentes de Raisa ejerciendo de coro. Entre miembros del grupo y también del público asomó alguna lágrima de la emoción.
Un placer, Pablo, un verdadero placer.
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