A bomba do Brasil
ConciertosPabllo Vittar

A bomba do Brasil

7 / 10
Abel Olivares — 01-09-2023
Empresa — Last Tour
Fecha — 30 agosto, 2023
Sala — Razzmatazz 1, Barcelona
Fotografía — Abel Olivares

Lo que América Latina ha hecho en el ámbito musical es increíble. No hace falta ir demasiado lejos para descubrir la cantidad descomunal de aportaciones con la que esta región del planeta ha enriquecido la música desde el albor de los tiempos. Sorprendente es que los herederos de géneros como el bolero, la samba o el funk carioca sigan rompiendo moldes al haberse adaptado a los nuevos tiempos. “Renovarse o morir”, el lema que muchos se han grabado a fuego, ha propiciado la libre experimentación, origen de una amalgama de producciones entre lo tradicional y la vanguardia. Vamos, el no va más. Un ejemplo de ello es Pabllo Vittar, cantautora y drag queen brasileña que dio a probar el pasado miércoles 30 de agosto un sorbo de sangre latina en la presentación oficial de “Noitada” (23), su último disco.

Caldeando a fuego lento el ambiente, Banana Laser abrieron el telón para ir dejando pistas con las que poder adivinar lo que estaba por venir. Melodías pop mezcladas con el EDM más dosmilero pusieron a prueba a una sala Razzmatazz a reventar; una multitud de identidades diversas, abogando por la inclusión, llenaba cada rincón predispuesta a darlo todo. De hecho, ni cinco minutos pasaron del fin del DJ set de los artistas invitados cuando empezó el griterío. Las luces se apagaron y los lanza humo se encendieron. Siendo ese el anticipo de su llegada, una apabullante Pabllo Vittar entró serpenteando al escenario antes de dar comienzo a un espectáculo sobrecogedor que solo podría describirse como a "explosão de uma exótica bomba brasileira". Irradiando una energía vigorizante con respuesta al unísono por parte del público, la artista são-luisense supo en todo momento lo que había venido a hacer: justicia al cartel de “no hay entradas”. Fue entonces cuando Barcelona y sus habitantes más avispados dieron la bienvenida a una pop-star sin precedentes como la mejor despedida para el mes de agosto.

Provista con un megáfono, más que con un micrófono, los agudos inalcanzables de su voz se convirtieron en el foco de atención de una velada en la que el medidor de decibelios excedía los límites. Himnos arrolladores como “Descontrolada” o “AMEIANOITE” -de bajos modulados al borde de la estridencia sobre bases house- cargaron con una fuerza espectacular la primera parte del show, en parte también por la potente sensualidad de los bailes que complementaban la puesta en escena. Asimismo, los visuales proyectados en la gran pantalla central recordaban al Renaissance World Tour de Beyoncé. Dorados y plateados cubrían bajo una textura metalizada al robot retrofuturista que se derretía en ocasiones para dar paso a paisajes cromáticos e introducir imágenes en directo de los asistentes.

Repasando toda su discografía, Vittar evidenció su relevancia como artista. Colaboraciones junto a Charli XCX (”Flash Pose”) y Lady Gaga (”Fun Tonight” - Pablo Vittar Remix) hicieron acto de presencia pero sin demasiada importancia; ella se ha hecho a sí misma y no le hacen falta grandes estrellas para demostrar su valía. En ningún momento dudó en tirarse al suelo para mover las nalgas protegida por unas buenas rodilleras que formaban parte de un conjunto negro azabache, de shorts cortísimos y top satén, al que todas las miradas convergían estupefactas. Hubo incluso un momento que tuvo que refrescarse bajo el agua de un par de botellas como parte más de la performance. Es más, hasta su pelo estéticamente acicalado con lacitos, trenzas y un flequillo bien peinado aguantó las sacudidas al compás de los ventiladores. Sin apenas inmutarse, lo que hizo allí fue desatar una tormenta cuyos relámpagos dejaban resonar estruendos al ritmo de hyperpop, brega funky y música industrial. Y, aunque a algunos les parezca imposible, el empoderamiento de “Problema seu” todavía dejó un sitio libre a momentos más íntimos con “Culpa de Cupido” o “After”. Ahí fue cuando mostró su lado más personal, acorde con su angelical belleza de ojos claros. Eso sí, es necesario resaltar que se trata de un show no apto para quienes no son puro nervio. Si uno no está acostumbrado al interminable desparpajo sonoro, es muy probable que la fatiga acústica le pida canciones más relajadas. Pero tampoco debemos sentirnos culpables, ni Vittar engañaba a los impulsos por descansar. La energía de diosas como ella también es finita.

Tras dirigirse repetidas veces al público para expresar de todo corazón su agradecimiento por la calurosa acogida con la que había sido recibida, quedó claro que salas como la de Razzmatazz se le han quedado pequeñas. Pabllo Vittar ya está en otro nivel. Sus directos se erigen como una singular montaña rusa de emociones que va hacia el in crescendo perpetuo. Un evento único que demuestra, una vez más, de qué pasta están hechos los brasileños.

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