Tras estrenarse el año pasado con nombres del calibre de Primal Scream, Belle & Sebastian o Metronomy, Our Fest aspiraba a confirmarse, en base a su segunda edición, como cita festivalera de obligada asistencia en época otoñal. Para ello y contando con el patrocinio de Xunta de Galicia y Diputación de Ourense, sus responsables apostaron por un cartel ciertamente atractivo, concretado en un único día y aunando nombres consolidados y jóvenes bandas de gran potencial. Melenas pertenecen a esta última sección, y llegaban al festival con la intención de presentar en directo su reciente e inspirado tercer disco, “Ahora” (Trouble In Mind, 23). A las navarras le tocó la siempre complicada tarea de abrir el festival, con el goteo de un público todavía algo desubicado. Además, tuvieron que lidiar con una potencia limitada mientras evidenciaban encontrarse en los primeros compases de su nueva gira, concretando una actuación algo blandita que, cabe suponer, ganará enteros cuando sumen confianza y músculo. Canciones tienen y, de paso, también unos visuales (en blanco y azul) muy chulos.
Kula Shaker tomaron el relevo para, ahora sí, ofrecer un concierto incuestionablemente arrasador. Liderados por un Crispian Mills de aspecto y actitud juvenil, el cuarteto surgido a mediados de los noventa resultó una apisonadora ejecutiva, con su acertada mezcla de psicodelia, misticismo, indie-pop guitarrero y marcado olor a incienso. Si bien los éxitos de sus dos recordados primeros discos fueron los más celebrados (bendita nostalgia cuando mantiene la pegada), lo cierto es que temas de otras entregas más recientes no desentonaron y, unos y otros, completaron el que fue uno de los candidatos a mejor bolo de la noche. Tampoco iban a amedrentarse ni cortarse un pelo Shame, una de las grandes esperanzas del actual revival post-punk que vive Inglaterra. Con tres discos en cinco años, los londinenses son una banda extremadamente agresiva sobre las tablas, casi perturbada, con actitud directamente punk de lo más creíble y amparada, a partes iguales, por el nervio de un puñado de buenas canciones y la actitud asalvajada del cantante Charlie Steen. El quinteto no inventa nada nuevo, desde luego, pero se impone como uno de esos grupos que no falla cuando se trata de agitar estómagos y despertar el lado más visceral del público.
En el extremo opuesto, el de las decepciones, cabría situar lo de Baxter Dury. Más allá del apellido, el también británico cuenta a estas alturas con una generosa carrera que ha dejado varios trabajos muy interesantes. Sin embargo, a su paso por Ourense apostó por una interpretación monocromática y machacona, despachando una especie de cabreo vocal (combinado con un sinfín de poses de taichí) que palidecía ante, por ejemplo, el realismo de los mencionados Shame. Si bien es verdad que algunas de las mejores piezas de su pop electrónico con pose arty llegaron a convencer puntualmente, no es menos cierto que aquella elegancia y aires sugestivos latentes en su versión de estudio brillaron por su ausencia. Sólo la presencia y el buen hacer del trío que acompaña al hijo del autor de “Sex & Drugs & Rock & Roll” mereció elogios en firme.
Shame
El cabeza de cartel recaía sobre otra banda destacadísima de los noventa como son Suede, que viven una excelente segunda etapa tanto en cuanto a obra como al directo se refiere. Sucede, de hecho, que el combo se encuentra inmerso en un momento tan bueno que, incluso sin tener su mejor noche, optan siempre al premio gordo. Entre otras cosas, porque da igual que deban superar problemas técnicos o comiencen con retraso, ya que sus fieles seguidores van a levantar siempre el asunto arrastrados por un eléctrico Brett Anderson que, al igual que Mills, parece haber hecho un pacto con el diablo. Si a un frontman tan condenadamente carismático sumamos un repertorio con presencia de su último (y sobresaliente elepé), “Autofiction” (BMG, 22), pero mayoría de éxitos coreables y en realidad atemporales, la victoria está garantizada. A pesar de no ofrecer su versión óptima, lo de Anderson y compañía con el público español roza ya la devoción religiosa, y cualquier actuación con su impronta resulta motivo de celebración.
Otros que acaban de publicar nuevo álbum –“II” (Ernie, 23)– son Grande Amore, quienes, además de venir con tan buen aval bajo el brazo, jugaban en casa. Una referencia tan arrasadora como el propio concierto protagonizado Nuno Pico, Clara Redondo y mariagrep. El trío gallego demostró ser una excelente elección como fin de fiesta, y su electro-punk arrastró tras de sí a cualquiera que aún osara mantenerse en pie, repartiendo auténticas bofetadas en forma de canciones en pleno fragor de la batalla. Finalizaba así, tirando de intensidad para dejarlo en todo lo alto, la segunda edición del Our Fest. Un sarao que, efectivamente, va cogiendo peso específico en base a una nómina de artistas diseñada con tino y ante la que, al menos de momento, ha sido difícil resistirse.
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