Épico estreno

Hay espectáculos que te encumbran y otros que te consagran. Pues bien, el nuevo show de Oques Grasses es de los segundos, de los que te llevan al Olimpo de las grandes bandas. Las que marcan época. Las que trascienden más allá del estilo que practican porque, puede ser que no conectes con la música desenfadada y sin complejos de los catalanes, pero me jugaría ese Mercedes que no tengo, a que no serías capaz de resistirte a este espectáculo sin admitir que está a otro nivel.

Ya desde el inicio del show, enclavado dentro del Festival Strenes de Girona, la cosa promete. Es salir al escenario hasta once individuos encapuchados con una máscara luminosa, como si se hubieran escapado de una serie como  “El juego del Calamar”, y las vibras que transmiten es de que allí va a pasar algo gordo. Y efectivamente. Se colocan en formación, dirigidos por un Josep Montero en pleno deleite, y entonan a coro los versos de “Molta Tralla”, sobre la música pre-grabada y los fogonazos rítmicos de una luz blanca. Es ahí, cuando cantan ese “que sigui épic” de la canción, cuando todo cobra sentido.

Despojados ya de máscaras y túnicas, los siete miembros de la banda se sitúan sobre un escenario en el que se encontrarán dispuestos en diferentes niveles. La batería elevada en la parte frontal a la izquierda, mientras que en el centro se sitúa una rampa que permitirá el flujo continuo de los músicos, aumentando el sentido dinámico del espectáculo. Todo ello enmarcado por cuatro columnas de luces semicirculares y una pantalla central redonda en la que se proyectarán unas visuales que engrandecerán el show que nos proponen los catalanes. Como en las grandes ligas. Sin embargo, nada de todo esto tendría sentido si luego no viene acompañado por un sonido a la altura del marco visual creado, pero así fue. La música de Oques Grasses se elevó fruto del delirio.

¡Hay que ver lo bien que le sientan las nuevas composiciones al set-list del grupo! Por que, si nos dejamos llevar por la reacción del público, cualquiera diría que canciones como "Com està el Pati", “PingPong”, “Cap Amunt”, “Jubilar-me” o “Bambi” llevaran años sonando en los conciertos de la banda. Parecían viejas veteranas que no desentonaban ni un ápice al lado de esos clásicos que todo el mundo espera como “Sta guai” o “In The Night”. Es más, el nuevo repertorio parece haber empujado a la banda a darle al resto de canciones un mayor dinamismo. Como si ahora estuvieran dotadas de una inédita quinta marcha que aumenta esa sensación de rodar a pecho descubierto por una pendiente de desenfreno. Solo hay que escuchar como han ganado en músculo viejas conocidas como “Passos importants” o “Cul” para darse cuenta de ello. Un músculo que juega a favor de que, las casi dos horas de concierto en las que interpretarán unas 25 canciones, pasen como un suspiro. Una exhalación de buen rollo que se transmite del escenario al público y viceversa, creando esa invisible correa de transmisión que eleva el tono al de las grandes citas.

Oques Grasses no se van a prodigar mucho en lo que resta de año, fieles a su filosofía de tocar poco pero hacerlo a lo grande. Por eso te recomiendo que hagas tus pesquisas y no dejes escapar su espectáculo. Estoy seguro que disfrutarás como ese eterno adolescente que todavía escondes, dejándote llevar por los diferentes pasajes que te propone la banda. Bailarás, cantarás, te agacharás, votarás e incluso puede que hasta te quites la ropa ¡Quién sabe! En cualquier caso el delirio de su último disco está asegurado.