Omar Rodríguez-López Group, a su aire.

Expectación ante la visita de Omar Rodríguez-López, guitarrista, compositor y alma mater de At The Drive In y The Mars Volta, dos bandas cabales del hardcore y el rock de los últimos veinte años. Expectación, quizás, demasiado elevada, sobre todo entre aquellos menos familiarizados con el universo sonoro en solitario del tímido genio de las seis cuerdas, con su aspecto de eterno adolescente y una trayectoria al margen de las citadas bandas donde lleva aún más allá la hiperverborrea psicodélica explorada junto a Cedric Bixler. Precedido por Alphons X, trío belga de rock multiforme, y por Eureka The Butcher, proyecto de su hermano Marcel Rodríguez-López que nos dejó más que fríos, helados, el tejano parecía tenerlo todo ganado de antemano, como demostraron los efusivos aplausos de bienvenida. Omar no nos lo puso nada fácil, desplegando su amplio repertorio de riffs deconstruidos, punteos estratosféricos y acoples, reverbs y ruidos irreproducibles. Todo ello filtrado por su inseparable montaña de pedales, con la que el guitarrista juega y disfruta visiblemente como un niño chico. Al contrario de lo que se había rumoreado, no hizo acto de presencia ningún representante de At The Drive In, descansando en Benicàssim para el concierto del día siguiente, aunque tampoco se les echó demasiado de menos gracias a una banda, con miembros de The Mars Volta, tan solvente como de costumbre. La intervención en un par de temas de una joven vocalista con demasiados tics de Pj Harvey y Juliette Lewis, no acabó de cuajar, por mucho que gritara, agitara la melena y se lanzara al público; y, sin duda, los temas más divagadores del grupo, en los que los músicos parecían disfrutar, por momentos, más que la propia audiencia, funcionaron infinitamente menos que aquellos más directos y en sintonía con el Frank Zappa con más groove.