Refrescante angustia adolescente
ConciertosOlivia Rodrigo

Refrescante angustia adolescente

8 / 10
Sergio Ariza — 21-06-2024
Empresa — Live Nation España S.A.U.
Fecha — 20 junio, 2024
Sala — WiZink Center, Madrid
Fotografía — Virginia Barbero

Hace menos de una semana me encontraba en el Metropolitano viendo a Bruce Springsteen con la E Street Band, pensando que estaba viendo algo en vías de extinción, los grandes conciertos de rock de estadio, pero este jueves Olivia Rodrigo, con 21 años, me demostraba que se puede vivir con tanta, o mucho más, intensidad un espectáculo de estadio de una estrella pop que sabe combinar a la perfección los viejos rituales del rock con los nuevos modos de un espectáculo actual de arena-pop, bailarines, cambios de vestuario, la estrella volando por el escenario encima de una Luna gigante y un griterío ensordecedor realmente refrescante.

Y es que la antigua chica Disney ha transicionado a la perfección en nueva reina de la angustia adolescente con un convincente repertorio. Y sí, es música para adolescentes, pero es que todos hemos sido adolescentes (y algunos nunca superan esa fase) con lo que esas canciones valen para todos, y hay un buen puñado de ellas que son muy buenas. Rodrigo no se la juega y pone cinco de las mejores al principio y otras tantas al final, logrando que el inicio sea una locura y el final liberador.

Antes de que comience, incluso con algo de adelanto, el espectáculo, los altavoces nos dejan oír canciones como "Just A Girl" de No Doubt o el "That's Not My Name" de los Ting Tings, Rodrigo no esconde sus influencias, mientras tanto en las pantallas vemos el título de su último disco, "Guts", representado en forma de velas moradas que se van derritiendo lentamente. Cuando la "T" se cae, el aire del WiZink se estremece con el griterío, anticipando los decibelios que se van a alcanzar durante el concierto.

Y es que cuando la cantante hace su aparición y comienza con "Bad Idea Right?" los cimientos del antiguo Palacio de los Deportes de Madrid amenazan con venirse abajo, cada estrofa es cantada como si fuera un asunto de vida y muerte, Rodrigo bota y no para quieta con una energía contagiosa, pero las 17.000 almas que llenan el recinto se imponen a su voz y a cualquier otra cosa. "Ballad of a homeschooled girl" la sigue por los mismos derroteros, pop punk con estribillos imparables y locura absoluta en la grada, creo que la mayoría de los vecinos de la plaza Felipe II han tenido que escuchar los gritos de "Social suicide!".

Cuando, como tercera canción, suena "Vampire", queda claro que estamos ante una compositora de mucho nivel, en la que posiblemente sea la canción en la que mejor ha sabido conjugar sus dos principales vertientes, los himnos pop-punk y las baladas reflexivas. Estas segundas toman el relevo con "Traitor", cantada con un fervor casi religioso, y "Drivers License", la canción que la convirtió en una estrella, para cuya interpretación se sienta al piano. Rodrigo combina a la perfección el espectáculo en vivo, interactuando con su banda de chicas y personas no binarias, pero también sin parar de hablar con el público y metiendo las coreografías de un abultado grupo de bailarinas como en cualquier espectáculo actual que se precie.

El espectáculo está coreografiado al milímetro, incluido las interacciones con el público, pero se nota que está hecho con un convencimiento total y una energía que viene de las entrañas. Además Rodrigo, con solo dos discos a las espaldas, los toca casi en su totalidad, entregando 23 canciones en más de una hora y media de concierto, tengo que reconocer que me parece más infalible en su acercamiento al pop punk con reminiscencias de los 90 y los primeros 2000, se nota que su gusto por las guitarras es sincero y no impostado, posiblemente por haber sido criada por unos padres fanáticos de la música de la generación X.

Es cierto que no todas las canciones están al mismo nivel y, en mi modesta opinión, puede que sobren algunas baladas que no me llegan tanto, aunque otras como "Happier" o "Lazy" son una pasada, pero el "paseo lunar" por los aires del recinto se me ha hecho un poco largo, aunque viendo la reacción del público estoy en inmensa minoría. Pero es normal que, con solo dos discos, haya altibajos en el repertorio.

Rodrigo recibe regalos de su audiencia, hace que los amigos se abracen y recibe gritos enfervorecidos de "¡Reina y guapa!", antes de volver a elevarnos con "So American" y la maravillosa "Jelousy, Jelousy" con su fantástica línea de bajo. "Deja Vu" vuelve a ser cantada con una pasión cercana al éxtasis pero la traca final comienza con la intro roquera de "Brutal", otro de sus grandes temas, un riff y un estribillo que podría haber firmado Kim Deal con las Breeders. Luego más candela con "Obsessed", la mejor de las canciones de la versión ampliada de "Guts", Rodrigo rinde homenaje a St. Vincent, co autora de la canción, luciendo al final una de sus guitarras ‘signature’ para encararse de rodillas con su guitarrista Emily Rosenfield mientras esta hace un solo, reinterpretando a su manera a Bowie y Mick Ronson. Luego comienzan los arpegios folk que abren la explosiva "all-american bitch", con Rodrigo luciendo irónicamente su cara más angelical, la que supuestamente debería tener, antes de explotar en otro certero estribillo pop punk en el que deja claro que conoce su lugar y ese es aquí, encima de un escenario, sirviendo de inspiración a miles de adolescentes.

Aun así, vuelve para una tanda de bises, las adictivas "Good For U" y "Get Him Back!", con explosión de confeti incluida, juro que en la última escuché a una chica de unos 15 años detrás mía recitar sus estrofas medio rapeadas como si fuera un exorcismo, tal era la convicción con la que cada palabra salía de su boca que parecía que se fuera a desmayar después de gritarla. Ella, y unos miles más de personas, vieron ayer el mejor concierto de su vida y no habrá nota, ni crónica, ni nada que les vaya a convencer de lo contrario.

 

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