Un concierto de of Montreal no es sólo un concierto. Es un viaje en directo a la psique salvaje de su líder, Kevin Barnes, que siempre ha utilizado la discografía del grupo para ir narrando sus propios altibajos. Anoche presentaba en Madrid su última época, contenida en el álbum “Paralytic Stalks”. Con la crítica dividida sobre su especialmente extraño resultado y el propio Barnes hablando de depresión y oscuridad, podíamos encontrarnos un espectáculo más sombrío de lo habitual. Pero nada más lejos de la realidad. Antes de poder comprobarlo se subía al escenario Kishi Bashi, telonero y nuevo miembro del grupo que, acompañado a ratos por Zac Cowell en la batería (también recientemente incorporado a la banda), demostraba todo lo que puede dar de sí su violín y su voz, dejando al público asombrado con sus virguerías.
Media hora después, ambos aparecían junto a Barnes sobre el escenario y sonaba “Gelid Ascent”, la canción con el que abre su último disco y primera pista de su última introspección. Pero a partir de “Spiteful Intervention”, segundo y colorido tema tanto del álbum como del set list, llegaba la fiesta.
Responsables de la euforia colectiva fueron “I was never Young” y “The Party's Crashing Us”, ambas pertenecientes a “The Sundlandic Twins”, junto a las canciones más digeribles de este nuevo disco y perlas como “Nonpareil Of Favor” (“Skeletal Lamping”) o “You do Mutilate?” (“False priest”). El público cantaba y participaba hasta quedar exhausto, entregado a un espectáculo en el que no faltaron las habituales peripecias de los actores que les acompañan y que, con sus disfraces imposibles, alcanzaron su momento álgido cuando hicieron “crowd surfing”. Sin embargo, lo mejor fue ver de nuevo a Barnes convertido en Georgie Fruit, su alter ego y protagonista del aclamado “Hissing Fauna, Are You the Destroyer?”. De éste sonaron “Suffer for Fashion”, “Sentence Of Sorts In Kongsvinger”, “Heimdalsgate Like A Promethean Curse” y, para finalizar los bises, “Gronlandic Edit”, con la que, al ritmo de un bailecito sexy, el cantante se quitó la camisa de chorreras. Puede que se trate de uno de esos showmans que ríen y bailan a través de sus lágrimas, pero como terapia para él, y experiencia para nosotros, funciona con éxito.
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