Bello ruido
ConciertosOdio París

Bello ruido

6.5 / 10
Daniel Gómez-Cortazar — 29-01-2017
Empresa — Girando Por Salas
Fecha — 28 enero, 2017
Sala — Fever
Fotografía — David Mars

Con un poco de retraso y mucho humor (“Estábamos esperando a que saliera la gente del concierto de Iván Ferreiro y le diera tiempo a venir aquí”) salieron los barceloneses Odio París a presentarnos su último largo “Cenizas y flores”. El suelo del escenario lleno de pedales ya anunciaba un viaje sonoro a un universo donde las guitarras se convierten en cantos de ballena, aullidos de lobo, chirridos y crujidos reverberados. Abrieron con el single “Camposanto” y fueron combinando canciones de su nuevo álbum (“Pura culpabilidad”, “Destellos de ingravidez”) con joyas de su debut (“1 de noviembre”, “San Antonio”). Composiciones que combinan melancolía pop con ruido guitarrero actualizando la fórmula inglesa de la movida shoegaze de los primeros 90.

Los dos guitarristas, Víctor y Óscar, se fueron alternando voz principal y armonía con desigual resultado mientras el bajo Pedro añadía también sus notas vocales con no poco esfuerzo. Como ya comprobamos hace unos meses en el concierto de los americanos Nothing en la Moby Dick madrileña, éste es un estilo en el que reproducir con fidelidad el sonido del disco es harto difícil y la labor del técnico de sonido se vuelve especialmente sensible. Disfrutamos especialmente con “El último deshielo”-que ya les hubiera gustado a Alaska y Dinarama escribirla en los 80-, el pelotazo “Cuando despierte tu cabeza” y “Cuando nadie pone un disco”, canción que lo tiene todo para ser un himno generacional. Echamos de menos su versión de la canción de Los Planetas “De viaje”, que no tocaron aún cuando estaba escrita en su setlist y animamos al grupo a girar y girar y a no desaparecer antes de dar el salto como pasó con los también shoegazers Nadadora.

Salimos de la sala dejando atrás a las otras 16 personas que habían compuesto el público y vimos llegar a hordas de veinteañeros camino de la discoteca. Si bien es cierto que los géneros musicales nacen, mueren y resucitan, la ausencia de jóvenes en una programación de conciertos de 6 euros de entrada e incluso en conciertos gratis en la universidad, nos hizo pensar en un futuro en el que no solo habrá muerto el punk, sino también el pop, el rock, las subculturas y donde efectivamente nadie pondrá un disco.

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