Más de dos décadas de carrera y, por increíble que parezca, Nudozurdo nunca habían actuado antes en Salamanca. Una anomalía solucionada definitivamente por la promotora Moon Project y el ciclo Directos Vibra Mahou, que llevaron a la ciudad helmántica a la formación liderada por Leo Mateos. Los madrileños están inmersos en una nueva tanda de conciertos pertenecientes a esa gira con la que presentan “Clarividencia” (Sonido Muchacho, 24). Un regreso con el que el proyecto dejaba atrás aquella separación anunciada en 2018, apuntalando un triunfo extensible también al directo y en el que suma en positivo la presencia de Jorge Fuertes (batería), Juanma López (guitarra) y Ojo (bajo) acompañando sobre el escenario al propio Mateos.
La cita fijada en la llamativa sala Camelot no fue una excepción a ese buen momento, y convenció al público (en su práctica totalidad proveniente de la vieja guardia) que no dudó en acercarse a la llamada, a través de oscuras y magnéticas canciones, del cuarteto. Si bien es verdad que el concierto estuvo salpicado de algunas irregularidades en forma de acoples y sonido mutante (consecuencia directa de esa potencia y ambición con la que tiende a trabajar el grupo y que, al mismo tiempo, es virtud y santo y seña inexcusable de Nudozurdo), no es menos cierto que la actuación desarrollada por el combo resultó impregnada de una intensidad fuera de toda duda. Incluyendo, entre cerca de dos horas de duración, momentos crecientes y apabullantes junto con picos de pegada y emoción al alcance de no tanto grupos.
Su mezcla de post-punk con remaches de shoegaze e indie-rock, tan densa como atractiva, resultó irresistible para un público fiel que celebró por igual temas clásicos como “Mil espejos”, “Prometo hacerte daño”, “Ha sido divertido” o la generosa distopía de “El hijo de Dios” –ya en los bises y con el vocalista recorriendo desafiante la sala (y sus barras) bajo su capucha–, y piezas recientes (e igual de gloriosas) del tipo de “Soledad/Clarividencia”, “Bisontes albinos”, “La isla del diablo” o “Elvira/Santuario Combate”. Nudozurdo son, en el momento presente y al amparo del directo, una apisonadora. Siempre lo fueron, en realidad, pero ahora exhiben una mixtura que combina naturalidad, precisión, complicidad y solidez con la que lucen directamente invencibles. Sólo queda tirar de tópico y conceder aquello de que la espera, en efecto, mereció la pena.
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