Noche de power trios
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Noche de power trios

9 / 10
Urko Ansa — 12-10-2015
Empresa — Fever
Fecha — 09 octubre, 2015
Sala — Santana 27 (Bilbao)
Fotografía — Dena Flows

Triunfo por todo lo alto del músico que mejor se conserva de toda la saga Purple, nuestro querido Glenn Hughes, en una noche de ensueño salpicada del mejor blues y el Hard atemporal. Una de esas veladas en las que el espíritu adolescente del –precisamente- más viejo del lugar arrastra a todo un público ávido de una experiencia total. Un público veterano y muy entendido en la materia que disfrutó del que sabía que iba a ser el concierto del año.

Ante tales expectativas, decir que los teloneros fueron dignos es un gran cumplido, pero es que aún hubo más. Porque Jared James Nichols (a pesar de nuestro temor por haber sido estos presentados con la consabida etiqueta de “la última sensación del blues”) demostró que puede jugar en tal terreno sin perder una pizca de frescura. El entusiasmo y la técnica ya les viene de serie, pero las palabras se quedan cortas cuando se trata de verdadera magia a las seis y cuatro cuerdas: Guitarrista virtuoso donde los haya, pese a su juventud, y acompañado por un bajista que no se limita a aportar una base sólida, sino que crea una interesante maraña sónica a base de líneas imaginativas. Power trío que se completa con un batería vibrante y poderoso.

jared_james_nichols_por_Dena_Flows

Algunos nos estrenamos este día con los de Wisconsin, y a buen seguro que repetiremos. Temas propios como "Get down" y "Crazy" nos hicieron subir a una nube impregnada de blues y ritmo endiablado. No hay duda: es Hard rock de raíces blues. ¿O se trata de blues endurecido y llevado al límite? A todas luces, Stevie Ray Vaugham se sentiría orgulloso de ellos. "Can you feel it" y "Playing for keeps" nos hicieron tocar el cielo, después de acribillarnos con el Rock & roll hoochie koo de Rick Derringer (¡impresionante!). Y, ya para finalizar, un atronador "Mississippi Queen" de Mountain que desató la euforia de un público bastante estático -aunque muy atento- en la parte inicial, y pletórico en la final.

Y en esto que, tras un breve descanso, aparece el protagonista de la noche, Glenn Hughes, con su enorme presencia y el orgullo que emana de alguien que se sabe superviviente de mil y una odiseas. Resurgido de sus propias cenizas de excesos tóxicos, poseedor de un currículum que tira de espaldas, el británico no se ve en la necesidad de demostrar nada a nadie. Sabedor de su enorme talento, parece simplemente dejarse llevar por su instinto. Se contonea en el escenario a la vez que saca fuego de su instrumento con pasmosa naturalidad. “Stormbringer”, uno de los 4 temas de Deep Purple que caerían esta noche, nos dio muchas de las claves del show: Batería impresionante, capaz de desenvolverse en los mil y un vericuetos del entramado sonoro de Hughes a la vez de abrumar con su potencia; guitarrista virtuoso (nada menos que Doug Aldrich, ex componente de Whitesnake y Dio) y creador de matices sugerentes, y frontman eternamente joven, a pesar de sus 63 años.

Como un torrente de ilimitado recorrido, el colosal sonido de su bajo movía los hilos, complementado por una guitarra robusta y creadora de atmosferas totalmente alucinantes. Siguieron con “Orion”, tema en solitario de Glenn –no sería el único- de base rítmica aplastante. La legendaria época de Trapeze estuvo representada por los maravillosos “Way back to the bone” y “Touch my life”. Pura esencia hard rockera con profundas raíces negras. Imposible quedarse quieto, ¡y luego dicen que Hard y el Heavy no son para bailar! En mitad de ambos, “First step of love”, de su disco junto a Pat Thrall del año 82. Impresionante el crescendo hasta llegar a esos agudos que nos erizaron el cabello. El “Good to be bad” de los Whitesnake contemporáneos (donde Doug fue parte fundamental) se encajó entre otras dos joyas del Mark III de los Purple: Un “Sail away” hipnótico, con esas líneas deliciosamente repetitivas y embriagadoras que nos hacen llegar –una vez más- al éxtasis. El otro tema fue un maravilloso “Mistreated”, a pesar de que lo alargaron en exceso. Este hecho, añadido al solo de batería que siguió a “Can’t stop the flood” hizo que el frenético ritmo que venía siendo la tónica del concierto se viniera abajo, aunque he de reconocer que la parte de la batería dando su réplica a las seis cuerdas de Doug, justo antes del solo de batería, me impresionó.

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Reapareció Glenn para dar paso a Black Country Communion, ese combo que nos dio tantas alegrías hace muy pocos años, con un tremendo “One last soul”, para después despedirse con “Soul mover”, una de las joyas de la corona del repertorio en solitario de Glenn. A todo esto, es verdad que con un legado semejante hay muchos set lists posibles, pero todo el material interpretado fue incendiario.
Regresaron con el bombazo “Black Country”, de nuevo perteneciente a aquel colosal proyecto con Joe Bonamassa y uno de los mejores temas Hard rockeros de los últimos tiempos, para despedirnos con el “Burn” Purpleniano. El público no cabía en sí de gozo.
Tras un concierto, leí en algún sitio que Black Country Communnion eran Glenn y otros tres tíos. Lo mismo podríamos decir de cualquier otro concierto donde él participe, aunque hay que poner en valor a Doug, al que parecían cargársele las pilas cada vez que Hughes se encaraba con él y se mantenían frente a frente haciendo sonar sus instrumentos. Hughes superó su visita de hace una década a la sala Jam de Bergara y sigue siendo garantía de calidad en ese mágico terreno entre el Hard Soul, el blues, el funk y el Hard Rock. Insuperable.

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