El pasado viernes se despidieron los granadinos Niños Mutantes de Bilbao con un bolazo de más de dos horas de duración en el que resumieron sus treinta años de carrera a un público que rondaba la edad de los músicos (salvo algún hijo adolescente). Fueron 28 temas los elegidos, repasando todas sus épocas y dando muestra de la evolución en su sonido, de un indie más sucio noventero al sonido más limpio y sonorámico de los últimos años.
Los cuatro mutantes con Toni Jiménez (el chico prodigio granadino) de apoyo salieron al escenario y empezaron con "La última vez" como señal de lo que estábamos viviendo ("El sol de invierno", 2002) para pasar a dos nombres de mujer, "Isabelita" y "Katherine" de aquel primer "Mano, parque, paseo" de 1998. La preciosa voz de Juan Alberto destaca en unas canciones que conjugan la tradición sesentera española con el sonido del indie americano de los 90. Continuaron con "Sapos y culebras", guiño claro al "Where is my mind" de Pixies que escribieron 10 años después y el público se empezó a calentar con el sonido fuzz del bajo de Miguel al empezar "Menú del día", gran crítica al estado del Estado (“dígame a quién hay que votar”).
Juan Alberto se enfundó la guitarra acústica para entonar "Palabras para Julio" para luego volver al 2008 con la bailable "Te favorece tanto estar callada". El conjunto siguió tocando magistralmente temas de distintas décadas ("Lo que va a pasar", "Elévame," "FGL") incorporando pandereta y sonidos de piano pasando luego a formato dúo con "El miedo", acompañados ya por un público que había perdido la vergüenza y que lo dio todo con la nana "Mi niño no quiere dormir". Terminaron esta primera parte con "Oso Polar" y se dieron un descanso mientras imágenes en blanco y negro repasaban sus giras y colaboraciones al sonido de "Errante".
Abrieron la segunda parte con "Veneno-Polen", con una intro digna de los primeros Placebo, pura tralla del primer álbum donde todo era fuego, cenizas, arder y nihilismo para después entrar en temas de los últimos años sobre relaciones, insomnio, metafísica o la desaparición de los últimos paraísos (Barronal en el Cabo de Gata), con sonidos más en la onda de León Benavente, Izal o Viva Suecia. Temazos como "No puedo más contigo", "La puerta", la optimista "Hermana mía" y la coreadísima "Errante" fueron intercalados con alabanzas al sonido del Kafe Antzokia y menciones a los orígenes de la banda, cuando Migue (bajo) y Nani (batería) pasaron por el Villa de Bilbao con el proyecto anterior Mama Baker.
Después de tocar la épica "Todo va a cambiar" cuya letra resume la esencia del grupo, se retiraron para volver con "Náufragos", consiguiendo después muestras públicas de afecto de las parejas con su versión de "Como yo te amo" y terminar con "NM" (“cuando todo acabe de una vez (...) no sabemos (...) si alguien nos recordará”). Emoción, gritos, aplausos, abrazos, lágrimas contenidas de unos y liberadas de otros, tanto de los mutantes que se despiden, como de quienes hemos escuchado y vivido sus canciones, las hemos pinchado en garitos y nos han acompañado media vida.
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