Nueva cita con los norteamericanos Neurosis ocho años después de su última gira por nuestro país; ello sin contar su paso por el Primavera Sound en 2013, concierto que muchos de sus seguidores probablemente no presenciaron. El injustificado hiato explica el lleno absoluto de esta segunda edición de Okkult Session en una sala Apolo, como era predecible, a reventar. Los de Oakland cuentan con un aura de culto indiscutible, justificada por tres décadas de trayectoria que les ha visto transitar –siempre con autoridad– del hardcore punk de sus raíces a la eclosión del post-metal más torturado. A este último campo se dedicaron en cuerpo y alma los autores de “Through Silver In Blood”, uno de sus discos más icónicos, del que, por cierto, no sonó ningún tema. Por el contrario, la banda se entregó a los medios tiempos pesados y envolventes de sus últimos discos. Una de las recuperaciones más lejanas en el tiempo fue la de “A Sun That Never Sets”, de su disco homónimo de 2001, cuyos primeros compases, lúgubres y arrastrados, abrieron el crescendo continuo en el que se convirtió su concierto. Siguieron con “My Heart For Deliverance”, y sus alucinógenos arpegios intermedios; de “Honor Found In Decay” sonó también la arenga casi tribal de “At The Well”, de final apocalíptico; y atacaron hasta tres cortes de su último “Fires Within Fires”: la por momentos post-rockera “A Shadow Memory”, “A Bending Light” y la más introspectiva “Reach”.
Predominaron las cadencias lentas que, sin abandonar su contundencia característica, sí se recrearon en la cara menos brutalista del grupo, una constatación algo decepcionante para el público debutante. Para el resto de presentes fue, sencilla y llanamente, un buen viaje. Neurosis sumieron el club en una bruma densa, casi onírica y en ocasiones irrespirable. La típica dualidad del post-metal –también del post-rock– ralentizada y elevada al cubo por uno de sus máximos artífices. “Given To The Rising” fue uno de los clímax de la noche en cuanto a intensidad; el otro llegó con “End Of the Harvest”, de su celebrado “Times Of Grace”, en el que el bajista Dave Edwardson sumó sus impactantes guturales death a los registros más rasgados de Scott Kelly y Steve Von Till. Y cerraron con “Stones From The Sky”, del mismo disco con el que abrieron la noche. Si la repetición, el bucle, conduce a la excelencia, su actuación podría definirse como un círculo perfecto.
Abrió la noche otra banda de culto, YOB, para algunos –los menos– un tanto reiterativa; para otros, la verdadera protagonista de la velada. Algo comprensible a juzgar por el tour de force desplegado por el trío norteamericano, que inundó Apolo con sus digresiones de doom psicodélico. Mike Scheidt mostró tablas y su último “Our Raw Heart” aportó notas de color inéditas, algo que algunos seguidores aún no han digerido pero que, sin duda, abre interesantes posibilidades para una banda sin un mal disco. Siendo honestos, YOB son, a día de hoy, algo más innovadores respecto a su propia discografía que Neurosis, una de aquellas bandas que, por otra parte, ya no necesita demostrar nada a nadie. Nada nuevo, pues, bajo el sol; aunque el astro rey de Neurosis no tiene visos de apagarse.
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